Nevando está


 

Desde el Reino de Suecia, mirando por mi ventana, todo cubierto de nieve, es el último del 24, otra jornada de blanco no hemos tenido hasta hoy en este invierno excesivamente frío, que frena nuestras excursiones fuera de casa, que se limitan a los domicilios de los hijos, Cristo Rey, nuestro templo parroquial, y visitas médicas para chequeos periódicos obligatorios con distintos especialistas. Y aquí estamos con la mirada puesta en la amada Patria Bolivia, llena de pesares y angustias, en medio de una penuria que se extiende a la falta de combustibles y de alimentos que han subido de precio sin que los salarios puedan cubrir la canasta familiar, siempre bajo la presión política «si quieren detener a Evo, que vengan dispuestos a morir» proclama un joven diputado soberbio, irresponsable, incapaz de comprender que sus arengas son incitaciones al peligro mortal de enfrentar la Ley con el delito de Evo Morales, ahora sujeto de la Justicia por delitos graves, quien, sin embargo, parece gozar del respaldo físico de masistas que sostienen la postulación del reo a la Presidencia de Bolivia.



Mirada puesta en cientos de víctimas de la inestabilidad de los caminos, bajo permanente amenaza de bloqueos, de accidentes más frecuentes que de ordinario, con víctimas mortales, que horrorizan a la población sujeta además por pandillas de contrabandistas, narcotraficantes, depredadores de la propiedad privada. Ante este cuadro de desgracia e iniquidad, creyentes al fin, elevamos oraciones por el sufrido pueblo boliviano, pedimos por la paz, imprescindible norma de convivencia que se debe imprimir buscando armonía, solidaridad, entendimiento para recibir los 200 años de la creación un 6 de agosto de 1825 en Sucre, la capital.

Tenemos presente a la familia, a los amigos, a nuestros lectores de tan largo tiempo, que nos siguieron en las radioemisoras de Potosí, La Paz, Cochabamba, en los diarios Presencia, Opinión, Los Tiempos que generosamente acogieron nuestra Columna Luminosa durante 60 y más años. La oración se extiende a los pobres, todavía la gran mayoría, a los enfermeros, a los débiles y solitarios. A los ausentes del suelo natal y que, como este cronista, no dejan pasar un solo día sin dejar de pensar en Bolivia, encomendarla a Dios que le conceda un Año de Encuentro, de Paz y Fraternidad.

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