Siempre es valioso, y se agradece, ser orientado por quienes ostentan conocimiento. Sin embargo, el saber, esa caprichosa deidad que ilumina y confunde a partes iguales, puede cegar incluso al más sabio. Un tránsito positivo por la historia y la vida guarda más relación con la obediencia prudente de Ícaro a su padre que con un desfile abigarrado (gracias, Zabaleta) de crónicas, fechas y citas concatenadas para emular a Clío, con riesgo de ser solo un oráculo que pervierte el saber. Y lo menciono sin recurrir a títulos académicos de ninguna especie y, también, sin altisonancia, con humildad, valorizando mi identidad mojeño-beniana en el afán de defender mi amado departamento.
- La narrativa paternalista y el marco histórico de Moxos
En su erudita nota, refiere veinte hechos históricos; sin embargo, en el conjunto no logra sustentar la premisa de que Santa Cruz de la Sierra, desde su fundación en 1561, haya conquistado, moldeado o consolidado el territorio de Moxos. Este es el núcleo de nuestras reflexiones: la autonomía territorial e histórica de Moxos-Beni. Cuestión que trasciende cualquier competencia por demostrar quién tiene más y mejor cita. Mal puedo ser yo, por lo mismo que usted resaltó de mi persona: solo soy abogado.
Debo, sin embargo, desde mi precariedad histórica, señalar que los datos del apartado 1 de su nota (creación de la Gobernación de Moxos en 1560 y fundación de Santa Cruz en 1561) afirman lo que yo manifesté en mi ponencia virtual: Moxos (léase también Paititi) poseía una identidad territorial y geográfica previa a cualquier vínculo con Santa Cruz (López [1544] Polia, 2011, p. 104). Si bien Chávez fue designado teniente de gobernador, su rol no implicaba subordinar Moxos a Santa Cruz, sino, consolidar un territorio para la Corona española. Sin embargo, el desenlace fue claro: ni Chávez ni sus contemporáneos lograron ocupar efectivamente ese espacio. Si lo hubieran logrado, hoy SÍ estaríamos hablando de la enorme extensión territorial de la hermosa ciudad fundada por aquel, asesinado en 1568 sin haber llegado a Moxos. Dicho eso, debo coincidir en la importancia del título de 1573, “Santa Cruz descubridora de Moxos”, pero al final era solo eso: un título sin efectos territoriales, como el título de “Leal Ciudad” para México en 1535, o “Muy Noble y Muy Leal Ciudad” para Caracas en 1567, o “Ciudad de los Reyes” para Lima, 1535.
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Respecto a la afirmación que el virrey Toledo cambió el nombre de Moxos por el de Santa Cruz en 1571, con mucha humildad debo precisarle lo siguiente: durante diez años se conservó el nombre de Moxos para los lugares ocupados por Ñuflo de Chávez y sus huestes. En esa década, otras expediciones concluyeron que Moxos no se circunscribía al territorio de los Chiriguanos y Chiquitos (espacio de Chávez); por tanto, se excluyó esos territorios del nombre de Moxos y se le otorgó el de Santa Cruz de la Sierra. Por ello fue que el virrey Toledo, cuando otorga a Pérez Zurita el título de gobernador, ya no indicaba “Gobernador de Moxos”, llamándolo como el distintivo de su capital (Chávez, 1986, p. 147). Para cerrar la ilustración, le hago recuerdo que en la carta del rey Felipe II a Toledo en 1572 (un año después de su referencia), le prohibía otorgar el descubrimiento de Moxos a cualquier otro que no sea cruceño; pues el rey consideraba (señala la carta) que si se daba la autorización a “alguna persona el descubrimiento de ella, desaparecería la dicha provincia de Santa Cruz de la Sierra…” (sic) (Chávez, 1986, p. 149). Es decir, Moxos seguía siendo Moxos sin ocupación de su espacio y Santa Cruz mantenía la prioridad para su descubrimiento.
- Contextualización histórica
Sobre las fechas apuntadas del apartado 2, cabe señalar, con el mayor de los respetos, usted no ha podido establecer que entre 1561 y 1775 la evidencia de un dominio efectivo por parte de Santa Cruz sobre Moxos. Las expediciones que menciona en los cuatro eventos carecen del rigor de ocupación del espacio, pues estaban más asociadas al negocio de la esclavitud, llamadas malocas, que eran una suerte de escape a la frustración del sueño cruceño de la “tierra rica” o la conquista del Gran Paititi iniciado por Ñuflo de Chávez en 1560 (García Recio, 1988, p. 25 y ss).
Sobre la fundación de un pueblo llamado Trinidad por Juan de Mendoza Mate de Luna, traigo a colación la referencia más importante sobre este hecho: Francisco de Viedma en 1793, nos refiere que no se sabe si fue Mendoza Mate de Luna o Palomino (citado también por usted) que fundaran una localidad con ese nombre o si en realidad sucedió (la referencia de usted es sólo una carta de 10 de abril 1606 sumada en varios libros de historia). Lo que sí es cierto, y causó efectos jurídicos y políticos, es lo que Viedma –citado también por D’Orbigny– concluye: que los Moxos fueron encontrados por los jesuitas viviendo libres y en ningún tipo de reducción, rancho o locación alguna (Chávez, 1988, p. 157). Toda la concatenación de fechas históricas que usted ha escrito no demuestran el hecho fundante: los cruceños durante el siglo de las grandes expediciones y bajo el signo del Gran Ñuflo de Chávez jamás ocuparon Moxos.
Corresponde a los primeros gobernadores de Santa Cruz, Juan Pérez de Zurita, Lorenzo Suárez de Figueroa, Juan Mendoza Mate de Luna y Gonzalo Solís de Holguín, el mérito de haber armado las expediciones a Moxos. Este empeño comienza a fines del siglo XVI y llena todo el XVII, aunque siempre con resultados negativos. Ello provoca la desmoralización de la hueste, su dispersión y, muchas veces, trágicos amotinamientos (Roca, 2001, p. 31).
En su apartado 3, usted hace una síntesis del rol que cumplieron los jesuitas en Moxos durante casi un siglo (1682-1767). Sin embargo, por alguna razón, no señala que durante todo ese tiempo se prohibió a los cruceños ingresar a Moxos. Por tanto, en este siglo que dio luz y norte a Moxos, no existió de manera alguna la posibilidad del control del espacio y menos de la influencia social: aspectos esenciales para la ocupación efectiva del territorio. Un Provisión de la Audiencia de Charca de 1700, confirmada por Real Cédula de 13 de mayo de 1720 cerraron la puerta que usted señala: El rey, prohibió cruceños en Moxos. (Chávez, 1988, p231)
Usted cita con mucha vehemencia el hecho de que, después de la expulsión de los jesuitas (1767), Santa Cruz administró Moxos a través de curas doctrineros. Con mucha humildad debo contextualizar este hecho que al final es traumático: Expulsados los jesuitas, la burocracia de Charcas enfrentaba un serio desafío: evitar una emancipación general de las Misiones y/o evitar el regreso de los indígenas a la vida silvícola. Cualquiera de los dos desenlaces constituía el fracaso de la cristianización y la eminente pérdida territorial ante Portugal. La complejidad de someter por la fuerza a los mojeños llevó al encargado del extrañamiento de los jesuitas, Coronel Antonio Aymerich y Villajuana, a cometer un error estratégico en la idea de mantener la “patria potestad teocrática”: trasladar curas recién ordenados en Santa Cruz, dándoles, además, autoridad omnímoda en cada pueblo. Este error generó desastrosas consecuencias en Moxos, y Aymerich murió en Loreto en 1772 arrepentido de su acción precipitada y haber juzgado mal la fe de los mojeños.
Voy a citar lo que un destacado diplomático y letrado dijo 1925 al respecto: “Entonces se vio llegar a Mojos aquella banda de curas que la historia ha censurado, puesto que más que a ejercer una misión evangelizadora, resultó una irrupción de vándalos. En 20 años que estuvieron, hicieron desaparecer los pueblos de San José, San Simón, San Martín y Santa Rosa” (Vaca Chávez, [1925] 1975). Mayores comentarios, innecesarios…
- Referencias forzadas y la afrenta al Beni
En el apartado referido a Warnes, sus referencias no logran establecer la relación entre el caudillo y los líderes mojeños. Pero, me place que hubiera reconocido que, el Presbítero Santiago Cortes (diputado electo por Moxos,) planteaba la separación de Moxos de Santa Cruz de la Sierra: Este era el espíritu de los mojeños a la fundación de la República 1825, y nos muestra que en ese evento, Moxos estaba bajo a una anexión de facto por el Auto Militar de 11 de abril de 1823. (A confesión de parte…)
Ahora bien, la mención de usted en la parte final de su nota, a la carta de José Matías Carrasco de 1851, nos muestra su actitud negativa hacia el Beni, puesto que resalta un argumento utilizado por los expansionistas domésticos para usurpar territorio beniano. ¿Podríamos estar frente a un afán deliberado por restar importancia histórica y territorial a nuestro departamento? En la esperanza de que usted pueda ver al Beni con una visión más positiva; con mucha humildad permítame ponerla en contexto sobre la nefasta carta: La sugerencia de Carrasco (designado a Moxos para su desmembramiento), sentó las bases de la ideología expansionista valluna, que no abandonó jamás (ahora vemos una posición similar en Santa Cruz). El expansionismo comenzó a materializarse en 1854 mediante el decreto que usted, en un sesgo histórico magnifica.
En defensa del Beni debo ilustrarla, el decreto de 1854 es espurio. Belzu, gestor del expansionismo, crea la Provincia Chapare en territorio beniano, concretamente en la jurisdicción descrita en 1796 (58 años antes) por el sabio Tadeo Haenke, como territorio claramente perteneciente a la Gobernación de Moxos y Apolobamba.
- Hacia una construcción conjunta de la historia
Los otros aspectos de su erudita nota no merecen un comentario expreso, puesto que ya me pronuncie. Referente a sus circunstancias políticas, no me voy a pronunciar porque no entendí a qué se refiere.
Reitero, mi disposición para continuar estas reflexiones. Lo único que me mueve es el intento sincero de entender, sin subalternos intereses, cómo se articuló el espacio/tiempo de nuestro pasado inmediato, con esa fuerza que nos da la identidad mojeño-beniana, que todos los benianos defendemos con tesón. VIVA EL BENI!!