La saña contra el Oriente perdura desde mucho. Ya en el gobierno del MNR, afloraron muestras de odio y de una rivalidad imposible de aceptar, basta recordar la lucha por las regalías por la exportación de los hidrocarburos y entender Terebinto, los muertos, heridos y extraños sucesos que abrieron heridas, que no se han cerrado.
Luego con el advenimiento del MAS, el odio peculiar de García Linera que, sin ser indígena, ni colla legítimo, encarnó acciones hasta llegar a la masacre de Hotel Las Américas, con muertos y heridos, episodio que calificó el vice de entonces «hemos logrado una victoria política y militar contra los enemigos del indigenismo», ahora en los estertores del masismo vuelve la arremetida contra Santa Cruz, sus empresas, sus emprendimientos y el control de la actividad productiva incluyendo la exportación.
Por ello, por la venalidad con que se acomete contra el empresariado de esa ubérrima región, debemos exclamar «Santa Cruz también es Bolivia» es parte vital de la República que nació hace ya casi 200 años un 6 de agosto inmortal que unió a collas y cambas, pandinos y tarijeños bajo la sagrada tricolor. Quienes asumieron su representación han instalado en paralelo a la tricolor, un mamotreto que en Europa es el símbolo de la homosexualidad, en Bolivia se llama «wiphala» que aún si representa a los aymaras no merece el rango de lucirse al lado en todo tipo de ceremonias, mostrando el ridículo de un Estado con dos banderas diferentes.
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Debemos estar agradecidos al Oriente, cuyos emprendedores saben usar los recursos naturales y los transforman en materia de exportación, la que genera riqueza y bienestar. Agradecidos por Santa Cruz acoge a todos los bolivianos sin distinción y les facilita trabajo, ocupación, bienes que los convierten en valiosos ciudadanos productivos, avanzados, querendones de Bolivia.
Por suerte Santa Cruz dio a luz el civismo constructivo y unificador, entidad modelo para todas las regiones donde ha venido despertando la sana inquietud que se resumen en estos conceptos, unidad, defensa de sus derechos y sus propiedades, desarrollo sin discriminación, con el único norte de aceptar las responsabilidades y los deberes que impone la Ley y el Bien Común.
Desde la lejanía, incorporamos a los augurios navideños el deseo de ver a Santa Cruz, al frente de la bolivianidad, dejando de lado el odio, el racismo depredador, la imposición de medidas que afectan a sus intereses. Por ello estamos seguros que vendrán nuevos tiempos sin discriminación, ni intención destructiva. ¡Viva Bolivia! Viva Santa Cruz.