El Kremlin trasladó parte de su personal a Moscú y mantiene sus bases militares, en un intento de preservar su influencia en el convulso escenario sirio
El Ministerio de Exteriores de Rusia anunció este domingo la retirada de parte de su personal diplomático en Damasco, una semana después del derrocamiento del régimen sirio de Bashar al Assad.
Con ese fin, un avión de la Fuerza Aérea despegó de la base rusa de Jmeimim (Latakia) y aterrizó el domingo en un aeródromo militar en las afueras de Moscú, señala un comunicado en Telegram.
El viceministro de Exteriores ruso, Mijaíl Bogdánov, aseguró esta semana que Moscú había entrado en contacto con representantes del Organismo de la Liberación del Levante (Hayat Tahrir al Sham, HTS, en árabe), la coalición insurgente que depuso a Al Asad.
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“Hemos establecido contacto, por supuesto. Con el comité político que trabaja ahora en uno de los hoteles de Damasco. Allí se reúnen con representantes de la comunidad diplomática”, aseguró.
Los funcionarios de la Embajada rusa abordaron con el grupo islamista la garantía de la seguridad de la legación y de los ciudadanos rusos que aún permanecen en el país árabe.
“Estos contactos tienen lugar en una atmósfera constructiva y esperamos que los representantes que tienen la responsabilidad por la situación en la ciudad cumplan con todas sus obligaciones”, dijo, en alusión a la necesidad de prevenir “cualquier exceso” en Damasco.
Rusia retira parte de sus activos militares
Por otra parte, Rusia comenzó a retirar equipos de la base aérea de Hmeimim, ubicada 24 kilómetros al sur de Latakia, según imágenes satelitales captadas el viernes por Maxar Technologies. Las fotografías muestran dos aviones de carga An-124 en la base rusa, con las compuertas abiertas para cargar equipos, incluido un helicóptero de ataque Ka-52 y un sistema de defensa antiaérea S-400, que estaban siendo desmontados para su traslado.
Hmeimim, una instalación clave para las operaciones rusas en Siria desde 2015, ha servido como punto de proyección de poder en Oriente Medio y África. En 2017, el Kremlin firmó un contrato de arrendamiento de 49 años para la base, consolidando su presencia militar en la región. Sin embargo, el colapso del régimen de Al Assad y la toma de Damasco por HTS plantean dudas sobre el alcance futuro de la influencia rusa en Siria.
La evacuación del expresidente sirio a Moscú esta semana marcó el fin de más de medio siglo de control familiar sobre el país, dejando a Rusia en una posición delicada. Mientras Moscú negocia con los insurgentes que ahora controlan Damasco, ha optado por retirar parte de sus activos. Según la North Press Agency, las tropas rusas ya habían abandonado pequeñas bases en Manbij y Kobane a principios de la semana, y sus buques anclados en Tartus se han desplazado a varias millas de la costa.
Dara Massicot, investigadora de la Fundación Carnegie para la Paz Internacional, señaló que aunque las imágenes confirman una retirada, “todavía no está claro si será total o parcial”. Moscú mantiene contactos con el HTS para asegurar la protección de sus instalaciones restantes y la seguridad del personal diplomático en Siria, pero el viceministro de Exteriores, Mijaíl Bogdánov, ha asegurado que no se han tomado decisiones sobre una retirada total.
El futuro de la presencia rusa en Siria depende en gran medida de las negociaciones en curso con las nuevas autoridades y de la viabilidad estratégica de mantener sus bases en Tartus y Hmeimim. “Es pronto para determinar si estas medidas serán permanentes”, afirmó Anton Mardasov, experto en temas militares del Instituto de Oriente Medio, quien agregó que el proceso de retirada podría prolongarse debido al alto volumen de activos rusos desplegados en el país.