Con 10 instrumentos científicos, la sonda realizará múltiples experimentos para probar tecnologías que van desde la perforación lunar hasta la computación resistente a la radiación, vitales para futuras misiones tripuladas y para comprender los impactos cósmicos en la Tierra.
Por Víctor Ingrassia
Fuente: Infobae
El programa Artemis de la NASA dio un paso crucial esta semana hacia su objetivo de establecer una presencia sostenible en la Luna. El 15 de enero lanzó el módulo de aterrizaje lunar Blue Ghost, desarrollado por Firefly Aerospace, la iniciativa Servicios de Carga Lunar Comercial (CLPS) concretó una de sus misiones más ambiciosas hasta la fecha.
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Esta misión no solo refuerza la colaboración entre la NASA y empresas privadas como SpaceX y Firefly, sino que también inaugura una nueva etapa en la investigación y el desarrollo tecnológico enfocados en la exploración interplanetaria.
A las 1:11 am EST, desde el icónico Complejo de Lanzamiento 39A del Centro Espacial Kennedy, de donde fueron lanzadas las históricas misiones Apolo, el cohete Falcon 9 de SpaceX despegó transportando el módulo Blue Ghost. Este sofisticado sistema está diseñado para abordar algunos de los mayores desafíos de la exploración lunar, desde la recolección de muestras del regolito hasta la mitigación del polvo lunar.
Aproximadamente una hora después del lanzamiento, el módulo se separó con éxito del Falcon 9 y comenzó su viaje de 45 días hacia la superficie lunar, donde se espera que aterrice el próximo 2 de marzo.
Pam Melroy, administradora adjunta de la NASA, destacó el carácter revolucionario de esta misión: “Esta misión encarna el espíritu audaz de la campaña Artemis de la NASA, una campaña impulsada por la exploración y el descubrimiento científico. Cada vuelo del que formamos parte es un paso vital en el plan más amplio para establecer una presencia humana responsable y sostenida en la Luna, Marte y más allá”.
Tecnología punta para desafíos extremos
La misión Blue Ghost no solo representa un avance logístico, sino también un despliegue de tecnología de vanguardia. Entre las innovaciones clave que se probarán en la Luna se incluyen:
· Perforación del subsuelo lunar: tecnologías que permitirán recolectar datos sobre la composición interna del satélite, cruciales para identificar recursos.
· Recolección de muestras de regolito: sistemas que facilitarán la extracción de material lunar para futuras investigaciones.
· Mitigación del polvo lunar: soluciones destinadas a minimizar los daños que este abrasivo material puede causar en los equipos.
· Computación tolerante a la radiación: diseños robustos capaces de operar en entornos extremos.
· Capacidades de navegación lunar: uso de un sistema global de navegación por satélite para operaciones en la superficie lunar.
Nicola Fox, administradora asociada de la Dirección de Misiones Científicas de la NASA, explicó: “Aprendimos muchas lecciones durante la era Apolo que sirvieron de base para las demostraciones tecnológicas y científicas a bordo de la Misión Blue Ghost 1 de Firefly, lo que garantiza la seguridad y la salud de nuestros futuros instrumentos científicos, naves espaciales y, lo más importante, nuestros astronautas en la superficie lunar”.
El éxito del lanzamiento de Blue Ghost se debe en gran parte a la colaboración entre actores clave del sector espacial. SpaceX proporcionó el Falcon 9, cuya fiabilidad ha sido fundamental para el transporte de módulos y equipos científicos. Firefly Aerospace, por su parte, desarrolló el módulo de aterrizaje, demostrando su capacidad para integrarse en misiones de alta complejidad.
Chris Culbert, gerente del programa CLPS, destacó el valor de estas colaboraciones al afirmar: “Con el lanzamiento de 10 instrumentos científicos y tecnológicos de la NASA a la Luna, esta es la mayor entrega de CLPS hasta la fecha, y estamos orgullosos de los equipos que nos han llevado hasta este punto”.
La innovación y el interés estadounidenses por la Luna siguen creciendo, y la NASA ya ha adjudicado 11 entregas de CLPS y planea seguir seleccionando dos vuelos más por año.
El módulo de aterrizaje Blue Ghost de Firefly se dispone a aterrizar en marzo cerca de Mons Latreille, una formación volcánica dentro del Mare Crisium, una cuenca de más de 480 kilómetros de ancho ubicada en la parte noreste del lado visible de la Luna.
Esta misión recopilará datos científicos valiosos sobre la Luna, lo que contribuirá a nuestra comprensión del vecino celestial más cercano a la Tierra y sentará las bases para que los astronautas de Artemis exploren la superficie lunar a finales de esta década.
Del espacio a la Tierra: un impacto global
Más allá de los beneficios para la exploración espacial, los datos recolectados por Blue Ghost podrían tener aplicaciones significativas en la Tierra. Información sobre cómo el clima espacial y otras fuerzas cósmicas afectan a nuestro planeta podrá ser utilizada para mejorar las tecnologías terrestres y aumentar la resiliencia frente a eventos naturales.
Los avances también podrían influir en sectores como la minería, la ingeniería de materiales y las telecomunicaciones. Por ejemplo, la investigación sobre mitigación de polvo lunar podría inspirar nuevas formas de reducir el impacto del polvo en entornos desérticos.
La misión Blue Ghost es solo el comienzo de una serie de proyectos destinados a transformar la exploración espacial. Con el programa Artemis, la NASA busca no solo regresar a la Luna, sino también establecer bases permanentes que sirvan como plataforma para misiones a Marte y más allá.
El cohete Falcon 9, el módulo Blue Ghost y las tecnologías que se probarán en esta misión constituyen piezas esenciales en esta visión futurista. La reutilización de recursos, la sostenibilidad de las operaciones y la colaboración entre agencias y empresas privadas son pilares que están definiendo esta nueva era espacial.
“Cada instrumento científico y demostración tecnológica nos acerca a la realización de nuestra visión”, subrayó Melroy. La exploración lunar, que alguna vez fue una hazaña aislada, está evolucionando hacia una empresa colaborativa y sostenible que promete transformar la manera en que comprendemos nuestro lugar en el cosmos.
Algunos de esos instrumentos clave son por ejemplo el de generación de imágenes de rayos X heliosféricos del entorno lunar, o LEXI, que incluye nueve elementos ópticos de microporos con forma de ojo de langosta y está diseñado para monitorear la interacción del viento solar con la magnetosfera de la Tierra. El aparato captará rayos X de baja energía generados cuando el viento solar choca contra el campo magnético de la Tierra en la magnetopausa, o el límite exterior de la magnetosfera.
El instrumento rastreará cómo se expande y se contrae la magnetosfera, así como otros cambios de forma causados por las diferentes intensidades del viento solar desde el punto de vista de la Luna, proporcionando una vista global única de esta actividad.
“Esperamos ver la magnetosfera exhalando y respirando, por primera vez. Cuando el viento solar es muy fuerte, la magnetosfera se encoge y empuja hacia atrás, hacia la Tierra, y luego se expande cuando el viento solar se debilita», sostuvo Hyunju Connor, astrofísico del Centro de Vuelos Espaciales Goddard de la NASA en Greenbelt, Maryland, en un comunicado de la NASA.
Los conocimientos de LEXI podrían ayudar a mitigar el impacto del clima espacial en los satélites y sistemas terrestres, como las redes eléctricas, mejorando la resiliencia de la infraestructura.
Mientras el módulo se dirige a la Luna, las expectativas no podrían ser más altas. La Misión Blue Ghost 1 simboliza la convergencia de tecnología, ciencia e ingeniería en una empresa que podría cambiar el curso de la humanidad.
“Estoy entusiasmada por ver los increíbles datos científicos y tecnológicos que la Misión Blue Ghost 1 de Firefly proporcionará en los próximos días”, sostuvo Fox.
Y no es para menos. Con cada avance, nos acercamos un poco más a un futuro donde la humanidad no solo visite la Luna, sino que también la habite, marcando el comienzo de una era verdaderamente interplanetaria.