Branko Marinkovic y su arte de lavarse las manos: respuesta a sus tirasaco


Es impresionante cómo Branko Marinkovic no pierde oportunidad para mostrarnos su talento en un arte que domina a la perfección: lavarse las manos. Esta vez, su actuación en la denuncia interpuesta a “su instancia”contra Evo Morales en Argentina nos da una lección magistral de irresponsabilidad y oportunismo político, disfrazados de preocupación por la justicia.



-La denuncia “a su instancia” y la falta de pruebas (les falta comprensión lectora)

Cuando se interpuso la denuncia en Argentina, Branko Marinkovic no escatimó en entrevistas y declaraciones triunfalistas, asegurando que, gracias a su pedido, la ministra de Seguridad Patricia Bullrich ordenó al Directo Nacional Argentino de normativa y Relaciones con los Poderes Judiciales presente una denuncia contra Morales por delitos gravísimos como estupro, trata y tráfico de personas. Lo que no dijo en esos momentos de autopromoción mediática es que a esa denuncia no había aportado ninguna prueba sólida y en el proceso no habló de que esta estaba tan mal fundamentada como sus ambiciones políticas.

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¿Las pruebas con las que hace su pedido? Un par de noticias periodísticas. Nada más. Ni documentos, ni testigos, ni siquiera un esfuerzo mínimo por respaldar lo que alega. Según el fiscal Eduardo Taiano, esos recortes de prensa no son judicializables, lo que dejó el caso en la nada misma. En otras palabras, Marinkovic consiguió lo que parecía imposible: hacerle un favor a Evo Morales al darle la oportunidad de presentarse como víctima de una persecución sin sustento.

-La lavada de manos

Ahora que la denuncia se desestimó y que el fiasco es evidente, Marinkovic hace lo que mejor sabe hacer: culpar a otros. Según su eterno operador, él no presentó la denuncia, sino que simplemente envió “una cartita respetuosa” a la ministra Bullrich para que actuara. Pero aquí viene la pregunta: si sabía que no podía presentar la denuncia directamente, ¿por qué no se aseguró de acompañar su pedido con pruebas reales?

Es ridículo cómo Marinkovic y sus llunkus a sueldo intentan excusarlo diciendo que la falta de pruebas es culpa del Ministerio de Seguridad argentino. ¿Acaso no era él quien pidió la denuncia? ¿No es él quien presume de haberla impulsado? Claro, cuando las cosas salieron mal, su responsabilidad y participación desaparecieron mágicamente. Eso, aquí y en la China, se llama lavarse las manos.

-El oportunismo político detrás de la denuncia

Todo este espectáculo no fue más que un intento fallido de Marinkovic por posicionarse políticamente. En plena preparación para su fracasada candidatura presidencial, quiso venderse como el gran luchador contra Evo Morales, sin importarle que su falta de seriedad perjudicaría en la oportunidad la posibilidad de justicia para las víctimas.

No olvidemos que este mismo patrón de comportamiento se repitió en Santa Cruz, cuando públicamente y también por medio del mismo tira saco que manda tan mediocremente a responderme, prometió financiar el revocatorio contra Jhonny Fernández y, al final, no puso ni un peso. El resultado: contribuyó a que no se logre el propósito pues consiguió que se tilde al proceso de político y no aportó nada.

-La lección final

Es irónico cómo Branko Marinkovic, quien se sirvió del movimiento cívico para volver al país y ser un mediocre ministro que pasó sin arte ni gloria y compartió poder con los políticos que ahora critica en un gobierno de transición tan corrupto como los del MAS, se erige como el gran justiciero. La realidad es que su negligencia y su oportunismo han contribuido más a la impunidad de Morales que cualquier campaña de desinformación.

Si Branko Marinkovic tiene algo que ofrecer al país, no es justicia, ni liderazgo, ni honestidad. Es un recordatorio constante de lo que no debe hacerse: usar las instituciones y los procesos legales como plataformas políticas mal disfrazadas, sin el más mínimo respeto por la verdad, las víctimas o la seriedad que requiere la justicia.

En definitiva, Branko, más que luchar contra Evo, parece haber sido su aliado involuntario. Porque con enemigos como él, Evo Morales no necesita amigos.

Nadia Beller


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