Científicos ucranianos analizan los fragmentos de misiles rusos derribados para extraer y estudiar sus componentes


Vladimir Putin presume de que el Oreshnik “hipersónico” es una nueva maravilla de la tecnología rusa. Pero sus restos cuentan una historia diferente. Una pieza data de 2017

 

Científicos ucranianos analizan los fragmentos

Científicos ucranianos analizan los fragmentos de misiles rusos derribados para extraer y estudiar sus componentes (REUTERS)



 

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Fuente: infobae.com

La parte trasera del Instituto de Investigación Científica de Peritaje Forense de Kiev no parece una atracción ineludible, especialmente en una húmeda mañana de invierno. Pero para los expertos en armamento y los servicios de inteligencia, el lugar es un gran atractivo.

Fragmentos de misiles rusos, drones -algunos casi intactos- y proyectiles de artillería yacen en el suelo, dominados por hileras de bloques de apartamentos de la era soviética. En el interior de contenedores de transporte cercanos, investigadores ucranianos diseccionan los restos de las armas con alicates y destornilladores, y registran lo que extraen, especialmente los componentes procedentes del extranjero.

El catálogo, un recordatorio aleccionador de la capacidad de Rusia para eludir las sanciones occidentales, crece día a día. “Aquí hay un bloque, japonés, de la empresa Sony, aquí está el botón de lanzamiento Shahed, de Bosch”, dice Andriy Kulchytskyi, el jefe del laboratorio. “Aquí hay un motor chino con un tornillo que dice: Made in the usa”.

Algunos de los últimos en llegar son trozos carbonizados del Oreshnik, un nuevo misil ruso, que los expertos del instituto están limpiando y desenredando. Rusia disparó el Oreshnik contra Ucrania en noviembre, el primer uso conocido de un arma de ojivas múltiples en combate.

Desde entonces, Vladimir Putin ha amenazado con volver a hacerlo contra Kiev, jactándose de que las defensas aéreas ucranianas no son rivales para este misil con capacidad nuclear.

Así fue el bombardeo de

Así fue el bombardeo de Rusia contra Ucrania con el nuevo misil Oreshnik el 21 de noviembre del 2024

Presume de que el Oreshnik “hipersónico” es una nueva maravilla de la tecnología rusa. Pero sus restos cuentan una historia diferente. Una pieza data de 2017. Otra, dentro de una de las ojivas del misil, data de 2016. Esto confirmaría las sospechas de que el Oreshnik no es más que una versión mejorada de un modelo más antiguo, el misil balístico de alcance intermedio rs-26 Rubezh.

Más que una amenaza importante, el Oreshnik es una demostración de fuerza, hecha pensando en el público occidental, y un recordatorio de la capacidad nuclear de Rusia. Para Ucrania, una preocupación más acuciante es el nuevo avión no tripulado suicida Shahed-136, que Rusia está produciendo ahora en su propio país tras haber dependido anteriormente de las importaciones de Irán.

Hasta la fecha, Ucrania ha podido desviar o interceptar más del 80% de los drones. Muy pocos han conseguido alcanzar el centro de Kiev. Pero los ingenieros ucranianos afirman que los Shaheds son cada vez más resistentes a la suplantación de identidad y a las interferencias.

Las mejoras también han hecho que los Shaheds sean más rápidos, maniobrables y capaces de volar más alto. El 1 de enero, en uno de los mayores ataques con drones desde el inicio de la invasión, al menos dos Shahed lograron penetrar en el distrito Pechersky de Kiev, donde se encuentra el barrio gubernamental. Uno de ellos se estrelló contra un edificio situado a sólo 150 metros del edificio de la presidencia. Murieron dos personas.

Los primeros Shaheds utilizaban tecnología GPS para navegar. Muchos de los que se utilizan ahora están equipados con módems de datos 4G y tarjetas SIM ucranianas, que les permiten viajar utilizando torres de telefonía móvil ucranianas, así como antenas de navegación por satélite chinas.

Fragmentos de lo que las

Fragmentos de lo que las autoridades de Kiev describieron como un misil hipersónico ruso que impactó contra una fábrica en Dnipro, Ucrania (AP/Evgeniy Maloletka, Archivo)

Esto los hace más precisos y capaces de esquivar las defensas de guerra electrónica ucranianas. Informes recientes indican que algunos podrían estar equipados con inteligencia artificial, que Rusia espera utilizar para lanzar salvas de drones autónomos. “En un futuro próximo”, afirma Anatoly (nombre ficticio), un ingeniero ucraniano, “nuestros sistemas EW (electronic-warfare) no podrán afectar en absoluto a los vuelos de los Shaheds”.

Él y otros observan también un aumento del uso de piezas rusas. Al principio de la guerra, el Kalibr, uno de los misiles de crucero más destructivos de Rusia, utilizaba sobre todo componentes electrónicos occidentales. Hoy, la mayor parte de lo que los investigadores llaman el “cerebro” del Kalibr procede de Rusia.

China está compensando el déficit, dice Anatoly. Coge un servomotor encontrado en una bomba guiada rusa KAB, producida por una empresa china pero falsamente etiquetada como alemana. “Casi todo lo que se ve aquí”, dice, “tiene un gran número de elementos chinos”.

Las sanciones occidentales siempre van un paso por detrás, afirma. “Es imposible controlar lo que los chinos han entregado a los rusos”. Para Anatoly, los restos reunidos en su laboratorio son un tesoro. Su única queja es que Ucrania no cuenta con personal suficiente para aplicar ingeniería inversa a algunas de las armas que Rusia ha estado arrojando sobre sus ciudades. “Nuestra principal tarea es superar tecnológicamente a los rusos”, afirma. “Pero nuestros mejores hombres están en las trincheras”.

 


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