Cómo ven los bolivianos sus formas de gobierno


 

 



Acaba de publicarse un excelente compendio de cómo los bolivianos han visto su sistema de gobierno durante los últimos 25 años. El libro “La democracia en los ojos de la gente” es de distribución gratuita. Vale la pena conseguirlo y leerlo.[1]

Este compendio de estudios tiene un enfoque muy diferente al de cómo se aproximan al tema de la democracia una mayoría de los politólogos, sociólogos, opinadores o políticos de todas las ideologías que lo estudian desde dentro y fuera del gobierno.

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La diferencia radica en que los unos defienden sus propias opiniones sobre la forma de gobierno y sobre cómo la perciben los bolivianos. El compendio recientemente publicado es mucho más objetivo. Mide mediante métodos estadísticos la opinión y el sentimiento de la totalidad de los bolivianos sobre sus diferentes gobiernos y sus efectos a través de un cuarto de siglo.

Sobre la base de estos datos cada estudio cubre por separado cada una de las acciones u omisiones de gobierno que impactan sobre la vida de los bolivianos en áreas concretas como justicia, corrupción, inseguridad, autoritarismo, economía, confianza, populismo, elecciones, mujeres, polarización.

Esta rigurosa colección de estudios aprovecha la enorme base de datos recolectada desde 1998 por una entidad denominada LAPOP, que administra el llamado Barómetro de las Américas. El representante de este proyecto en Bolivia es Daniel Moreno, investigador asociado de una entidad que promueve el ejercicio de una bien entendida ciudadanía.

El objeto explícito de esta colección de estudios es la opinión de la gente sobre su forma de gobierno. Su objeto implícito es la democracia liberal y representativa. Se insinúa un tercer objeto denominado “cultura política.” En el trasfondo flota el importante tema de qué es la ciudadanía, al que volveré en otra ocasión.

Se desarrollaron indicadores medibles para detectar el avance, el estancamiento o el retroceso de la democracia en los ojos de la gente. La hipótesis con la que se recolectaron esos datos y se diseñaron esos indicadores es muy sencilla. Tanto los indicadores como los datos obtenidos se obtuvieron presumiendo que Bolivia apunta hacia una democracia representativa y liberal.

 

Mientras estos levantamientos estadísticos se llevaban a cabo durante más de un cuarto de siglo, el objeto de su indagación cambió radicalmente. Se aplastó el proyecto de la democracia liberal y representativa. Desapareció la República de Bolivia. Surgió un intento de implantar un nuevo tipo de gobierno, denominado “Estado Plurinacional de Bolivia.”

No fue un mero cambio de nombre.

Se modificó la distribución real del poder, se agigantó el dominio de la presidencia, se debilitó el equilibrio que se logra con una correcta aplicación de la división y coordinación de poderes, se destruyó el incipiente sistema de partidos políticos, se difundió una manera de entender y practicar una ciudadanía taimada, a la que se le dijo “ahora te toca, pero no te hagas pescar.”

El nuevo régimen satanizó cualquier tipo de concertación, sin la cual no es posible una democracia representativa. Aprovechó el hecho de que los pactos político partidario se habían desgastado por las pugnas personales y partidarias del anterior régimen, que duró 20 años desde 1985 hasta 2005.

La política económica del nuevo gobierno se basó en una amplia distribución de los recursos que heredó del anterior régimen y los aplicó para fomentar un mayor consumo, en desmedro de inversiones productivas pensadas para el día en que se acaben esos recursos. El costo de una mayor inclusión social, la cual es sin duda positiva para la democracia, se pagó con políticas económicas basadas en el despilfarro y la corrupción.

La inmensa catarata de ingresos provenientes de la venta del gas que le cayeron del cielo le permitió al nuevo régimen generar una clase media emergente que mira hacia arriba. El predominio de la capa social intermedia tanto sobre las clases altas como sobre las bajas es imprescindible para el sostenimiento de una democracia liberal.

Por más que se reconozcan algunos de los resultados benéficos de este tipo de gobierno, basta con mencionar sus rasgos más dañinos para entender que lo convierten en incompatible con la hipótesis en que se basan los estudios de este libro.

Tamaña transformación (de la que se puede decir mucho más) acerca de los valores de la sociedad, del manejo de la economía y del sistema de gobierno invita a que los estudiosos aprovechen el tesoro de datos recopilados por LAPOP aplicándoles una segunda hipótesis.

La hipótesis original consistió en determinar cómo los bolivianos perciben la democracia bajo su forma liberal y representativa. La nueva hipótesis consiste en preguntarles si se han dado cuenta de que viven bajo una nueva forma de gobierno y de cómo la perciben.

Los datos pertinentes para el estudio de cualquier forma de gobierno se pueden identificar solamente si se ha formulado previamente una hipótesis sobre cuál es la forma de gobierno en cuestión, que en este caso es la que se está imponiendo en Bolivia desde 2006.

Las preguntas que se proponen para realizar esta tarea son muy sencillas:

 

  1. ¿Quién o quiénes gobiernan?
  2. ¿A quiénes gobiernan?
  3. ¿Cómo gobiernan?
  4. ¿Para quién o para quienes gobiernan?
  5. ¿Por qué gobiernan?
  6. ¿Con qué resultados gobiernan?

 

Una vez que se respondan estas preguntas se podrá plantear una nueva hipótesis verificable mediante los datos que LAPOP ha recogido desde 1998. Las encuestas complementarias que ayudan a perfilar la nueva forma de gobierno según la perciben los actuales gobernados se pueden realizar con preguntas como las siguientes:

 

¿La perciben como si fuera una democracia liberal y representativa? ¿Se dan cuenta de que es una nueva forma de gobierno? ¿La consideran mejor o peor que la anterior? ¿Piensan que está dotada de una mayor o menor legitimidad? ¿Cuánto les importan estas preguntas?

 

Estas encuestas complementarias permitirán medir cuantitativamente las expectativas que diferentes estratos de la población tienen de cómo es su gobierno actual y cómo preferirían que fuera. A partir de la medición de esas expectativas cambiantes se podrán realizar inferencias sobre modificaciones en la cultura política, una vez que se defina este término.

 

Lo que se propone en estas líneas es medir mediante datos objetivos la brecha que separa dos  percepciones populares. Por una parte medir la percepción de la fortaleza o la desintegración del régimen actual y por la otra medir la percepción de si la democracia liberal y representativa está firme a pesar de todos los ataques que recibe o si es necesario reponer ese proyecto.

 

Un subproducto de este esfuerzo será la medición objetiva de cuán grande es la percepción popular de que todo está mal y de que no hay ninguna opción que no sea nefasta.

 

Este replanteamiento de las premisas y los resultados de esta admirable colección de estudios puede orientar el accionar de los actores que apuestan por un cambio duradero no solo del gobierno actual, sino del régimen político, de la forma de gobierno y de la sociedad que los estrategas del “proceso de cambio” han instalado en Bolivia desde 2006.

[1] La democracia en los ojos de la gente, 25 años de cultura política en Bolivia, publicado por Plural Editores (La Paz 2024) para Ciudadanía y la Fundación Konrad Adenauer.


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