Estamos siendo testigos de cómo se generan alianzas políticas en torno a un objetivo común: vencer al MAS, considerado el enemigo único. Antiguos adversarios ahora se convierten en aliados con el propósito de enfrentar al MAS, buscando poner fin al ciclo fallido de Evo Morales y derrotar a este partido en el próximo proceso electoral.
Esto nos lleva a reflexionar: los políticos que en su momento habían dejado la escena tras una gestión, hoy regresan con más fuerza. ¿Por qué vuelven? Parece que la generación rebelde que surgió desde las plataformas ciudadanas, los activistas y los comités cívicos fracasó en su intento de renovar la política. Tuvimos una gestión legislativa deficiente, donde quedó claro que la presencia de jóvenes o nuevos en la política no era suficiente. Estos jóvenes o nuevos demostraron inmadurez política, sin la capacidad necesaria para liderar. En lugar de construir, muchos optaron por estrategias de confrontación, acusándose entre sí de quién era más o menos traidor, replicando la estrategia polarizadora que tanto utilizó el exasesor de Evo Morales.
Esta falta de madurez política nos lleva de vuelta a los antiguos actores, quienes ahora tienen una relevancia significativa en la lucha contra el MAS. Aunque carecen de proyectos sólidos, generan más credibilidad y confianza que los actuales líderes. Como sociedad, parecemos tan desesperados por una salida que estamos dispuestos a perdonar a políticos corruptos o mercaderes de la política, siempre que se unan en este propósito.
Sin embargo, debemos tener cuidado. Este tipo de alianzas podría repetir la historia de la gestión de Jeanine Áñez, donde muchos de los que asumieron cargos públicos desde la oposición demostraron solo ambición, dedicándose a robar y enriquecerse. Esos errores aún pesan en la memoria colectiva, y no podemos permitir que se repitan con esta «gran alianza» o en torno a un candidato único.
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Es vital que la oposición aprenda de los errores del pasado y se enfoque en construir un proyecto político sólido, basado en principios éticos y visión de futuro, para no tropezar con las mismas piedras que llevaron al fracaso en gestiones anteriores.
Hoy, la unidad debería basarse en propuestas económicas claras y viables. Esta unión debe enfocarse en crear cuadros capacitados para el control electoral, impulsar proyectos diversificados adaptados a las necesidades de cada región y promover un modelo de descentralización que permita una gestión más eficiente y cercana a la ciudadanía. Solo con un enfoque estratégico y estructurado será posible ofrecer una verdadera alternativa al país.
Arturo Mendivil
Asesor Político