El año del bicentenario        


Mgr. Fernando Berríos Ayala

Politólogo

 



El año de nuestro bicentenario iniciamos en medio de una profunda crisis económica, una marcada polarización en la sociedad y una incertidumbre sobre los resultados políticos derivados de las elecciones generales del próximo mes de agosto. La agenda será casi completamente tomada por las elecciones presidenciales, el camino no es fácil debido a las muchas controversias que el propio Órgano Electoral se ha encargado de generar por la debilidad con la que actúa, lo que ahonda la anemia institucional en el país. El acuerdo entre el ente electoral y el Tribunal Constitucional Plurinacional, lejos de generar seguridad, ha aumentado la desconfianza hacia la independencia de poderes y la credibilidad en el Tribunal Supremo Electoral es cada vez menor, así será difícil ser la institución que genere consensos y que los resultados electorales corran el riesgo de ser catalogados de ilegítimos

La crisis económica muestra un paisaje sombrío, los indicadores exponen señales claras de inflación y la ciudadanía quiere respuestas a cuestiones claves: los dólares, el combustible y el alza de precios en la canasta familiar. La respuesta del gobierno en palabras del presidente es la importancia de defender el proyecto político del oficialismo, el “proceso de cambio”, modelo que ha sido base para la implementación del Estado Plurinacional y que su continuidad debe ser protegida. En esa línea, la percepción de la ciudadanía es de impotencia, seguro que afectara el ánimo del electorado y debe incidir en las preferencias políticas. El debate electoral sobre el manejo de la economía durante el próximo gobierno será crucial y decisivo. Sobre un sentimiento de incertidumbre y un futuro en el que no se vislumbra nada claro, la impresión predominante en la ciudadanía es por el cambio de modelo, ya no se confía en la capacidad del MAS para administrar el Estado, el modelo del Estado empresario y extractivista no ha funcionado y es urgente un cambio de timón. Eso obliga a garantizar el proceso electoral y garantizar que los resultados sean fruto de la participación ciudadana y de su voluntad, de manera que estos resultados sean aceptados por todos, los electores y los actores políticos. La tensión que ya se ha apoderado del año electoral, pondrá a prueba la capacidad del sistema electoral y de sus instituciones, no es poca cosa lo que está en discusión, definirá al próximo gobierno.

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En su discurso durante el acto oficial por el Día del Estado Plurinacional, Luis Arce insistió en el llamado a un contrato social, ha señalado la importancia de “suscribir un pacto social, un gran acuerdo social transversal” que impulse “la unidad y paz social luego de años de polarización que poco han contribuido al mejoramiento de Bolivia”. Esta polarización ha dejado de ser un elemento discursivo y el enfrentamiento ha sido alentado desde el gobierno, se ha echado mano de manera tendenciosa a las raíces sociales y culturales, se han aprovechado para garantizar resultados electorales y ha tenido su momento de clímax en las elecciones del 2019 que no ha hecho otra cosa que agudizar la crisis política y se ha mantenido latente porque la lección no ha sido aprendida. Ahora resulta que para el presidente “La fractura social entre sectores urbanos y rurales, así como entre diferentes clases sociales, complica la posibilidad de alcanzar acuerdos amplios para fortalecer el sistema democrático”. Que rápido se han olvidado los hechos patrocinados desde el MAS para imponer el modelo económico social comunitario productivo en desmedro de la clase media y el aparato productivo privado del país. Se ha alentado una relación clientelar con la dirigencia de los movimientos sociales, pegas por lealtad política. Se ha instrumentalizado y cooptado las instituciones del Estado para persecución política y para judicializar el sistema democrático. La lista es larga y conocida por todos, no se puede buscar el pretexto de un pacto social para lanzar su candidatura a la reelección, mientras no se castigue a la inmensa corrupción, no es posible hablar de un acuerdo social que restituya una sociedad justa y equitativa, mientras no seamos todos iguales ante la ley, es el ave rapaz en vez de la tradicional paloma ofertando paz.

En el horizonte político existe una alta fragmentación pese a estar ubicados en dos orillas el MAS y la oposición, por el lado masista hay una fractura que no parece tener solución y aunque todavía existan algunos que sostienen que volverán a unirse, el daño es irreparable, puede ser el principio del fin. Por quitar de en medio a Evo se ha dañado al instrumento. Arce controla el aparato estatal y la jefatura del partido -aunque de manera dictatorial e ilegal gracias a un fallo judicial- y Evo se sostiene con una base social sólida, pero enfrentando la restricción legal que le impide ser candidato. Se mueven en dos opciones, acudir a los comicios con una candidatura de consenso y allí aparece Andrónico como el eje articulador, pero que es el delfín de Evo, lo que genera cierto rechazo en sectores “arcistas” o que los sectores enfrentados terminen presentando candidatos separados, ambas posibilidades no garantizan como en el pasado, las posibilidades de éxito y sus caudales electorales han disminuido.

Del otro lado, la oposición enfrenta sus propios demonios, la fragmentación siempre ha sido una constante. No es nada nuevo que se hable de unidad, ha sido y es el eje necesario para enfrentar al MAS y vencerlo en las ánforas. Pese a haber ciertos intentos de juntar voluntades, los líderes opositores no han logrado articular un proyecto común. Somos un país de presidenciables y el resultado son los múltiples aspirantes a la presidencia, cada uno con una agenda propia y con un enfoque distinto sobre el modelo económico y social a implementar. El único discurso común es que hay que sacar al Mas del gobierno, pero sin una propuesta clara, quien haga la diferencia en el discurso y la oferta de un país distinto, habrá de conquistar la preferencia de los electores. Las corrientes más visibles son Samuel, Tuto, Vicente Cuellar y Manfred, estas alternativas buscan ser la respuesta a esa visión unificada que se demanda, eso sí, en ese escenario electoral, un nuevo gobierno no puede prescindir de la visión oriental para tener un equilibrio político necesario, eso garantizará un triunfo ante el MAS

Fuente: eju.tv


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