El último baile


Montes, Rodrigo Paz, Mario Cossío y el propio Mauricio Lea Plaza enfilan ya sus últimos pasos en política con ganas de seguir “haciendo historia”

El último baile
La mano del Moto

 

Fuente: El Diario



El gen autonomista existe. Por ejemplo, los políticos de todo el país se vuelcan en la elección nacional porque es básicamente ordenadora del futuro. Más aún cuando las subnacionales están programadas apenas cinco meses después de la posesión de quien vaya a ser presidente. Así, casi todos buscan apostar al caballo ganador.

En Tarija es casi al revés. Sobre todo en la oposición. Obviamente interesa el voto nacional, pero las fuerzas se concentran para la departamental. No se queman a las primeras espadas y no se suelen hacer apuestas a lo loco que luego no se puedan explicar, aunque ciertamente en 2019 y 2020 varios salieron magullados.

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Mario Cossío apostó por el Creemos de Luis Fernando Camacho pero se bajó a mitad; Adrián Oliva y Wilman Cardozo cambiaron de aquellos modos su apuesta de 2019 con Carlos Mesa por el conglomerado de Jeanine Áñez, que también se acabó bajando a mitad; Óscar Montes apenas empezó en ese consorcio al que se metió sin ninguna gana empujado por un ilusionado Víctor Hugo Zamora luego de que en 2019 apostara por los Demócratas de Rubén Costas y Óscar Ortiz, que hicieron un papelón, y Rodrigo Paz que se sumó de últimas a Carlos Mesa en 2019 acabó siendo cabeza de cartel como primer senador en 2020 luego de comprobar que fracasaría en un intento de reelección en la Alcaldía.

El escenario nacional actual no es muy diferente al de entonces: múltiples actores con muy baja intención de voto y un MAS en horas bajas, supuestamente, algo que alimenta aún más los egos de los ambiciosos. La diferencia tiene que ver con lo local: primero, la edad empieza a pasar factura; segundo, la Gobernación ya no tiene plata para mostrar gestión por lo que el desafío es esencialmente político; tercero, la alcaldía parece bien cubierta por Johnny Torrez, que, salvo oferta irrechazable, normalmente, buscaría la reelección ahora que le ha dado rumbo y paso firme a la institución.

Con todas esas claves en la cabeza, nuestros políticos toman posiciones con una premisa: no quemarse antes de tiempo. Las alianzas son de alto riesgo a estas alturas para una generación que ciertamente se las sabe todas.

El que dice juega en primera línea es Rodrigo Paz Pereira, el “joven” de casi 60 que cree tiene la última oportunidad de representar ese papel luego de una vida entera haciendo política bajo el ala de su padre Jaime Paz Zamora. De momento va por libre y ha descartado aliarse con “los cuatro grandes”. Su manejo de medios y su insistencia en redes le ha abierto espacios y su ambigüedad en los temas clave le permite abarcar un amplio espectro de potenciales socios.

El gobernador Óscar Montes es un animal político extraordinariamente pragmático. Volvió a la primera línea en modo venganza luego de haber cedido el testigo de la alcaldía precisamente a Rodrigo Paz y haberse sentido “traicionado”. Asumió el reto de ganar la Gobernación como para probarse y le metió diez puntos al MAS en segunda vuelta. En la clave nacional suele aliarse al tercero y esta vez las lenguas más informadas hablan de una probable vinculación a Manfred Reyes Villa. Montes no parece tener demasiadas ganas de seguir en la Gobernación, pero el desafío nacional le puede acabar tentando para coronar su carrera.

Camino al Cambio es un misterio desde hace varios años. Ha abortado varias veces su reconversión en partido municipal porque efectivamente, su experiencia en los asuntos departamentales es lo que les da más visibilidad. Es difícil que Mario Cossío llegue a un acuerdo con Carlos Mesa o Tuto Quiroga por animadversión personal, pero cosas más raras se han visto. En cualquier caso, nadie va a quemarse por colocar un diputado.

En ese mismo espacio de protección personal, aunque en otra generación, está, por ejemplo, Adrián Oliva. El exgobernador no le quita un ojo a la política departamental, aunque se mantiene en segunda línea y construir un relato de retorno es más fácil desde una posición que desde otra. Wilman Cardozo puede no pensar lo mismo por el agotamiento de la política en la región autónoma del Chaco, con el MAS desarticulado por la falta de recursos y sin un lineamiento de horizonte claro.

El grupo lo cierra un Johnny Torrez que sí juega en la primera línea como jefe de un MNR reinventado y que últimamente da lecciones no solo de supervivencia, sino también de coherencia. El MNR tiene ese algo que le da confianza a varias generaciones, aunque no le vayan a votar y manejarlo es una responsabilidad. En el último cierre de campaña nacional del MNR, con Virginio Lema, Torres se presentó candidato a alcalde y sostuvo una campaña de 18 meses con pandemia incluida.

Es posible que esta sea la última ronda del juego para buena parte de una generación política que ha marcado el desarrollo de Tarija, Veremos como se dan las manos.

Fuente: El Diario


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