El 24 de enero, una fecha que celebra la fiesta de la abundancia, cargada de simbolismo cultural, fue también el día en que Cristina hizo pública una denuncia en su perfil de Facebook, a través de su muro, reveló un caso de ESTUPRO en contra de Manuel Monroy, el famoso cantautor de “Alasita, Alarila, A la plena”. Con valentía, decidió contar su verdad sobre hechos ocurridos hace más de 28 años, cuando ella tenía tan solo 14 años y él, 40.
«El profesor» no solo aprovechó su posición de poder, sino que cuando el padre de Cristina lo enfrentó para “dejarle las cosas claras”, el SEÑOR PROFESOR se excusó diciendo que “no sabía de su menoría de edad”. Años después, la historia no terminó allí: el Señor Profesor volvió a ser su maestro y, nuevamente, cruzó líneas cuando intentó robarle un beso, esta vez, Cristina denunció ante el Conservatorio y el Ministerio de Educación.
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El Artículo 309 del Código Penal es claro: una relación sexual en estas circunstancias constituye un abuso de confianza y manipulación, ya que la persona afectada, siendo menor de edad, no cuenta con la madurez suficiente para consentir plenamente. Aunque el Señor Profesor en su relato señala con firmeza que “Cristina era una muchacha madura y con experiencia”.
Las leyes están para proteger a quienes se encuentran en situaciones de vulnerabilidad frente al poder de los adultos, más aún si estos ocupan roles de autoridad, como un maestro.
Sin embargo, en respuesta a la denuncia de Cristina, el Señor Profesor recurrió a una estrategia común: exponer a la víctima, desacreditarla públicamente y manipular la narrativa para presentarse como victimario. Este tipo de respuestas no solo buscan invertir los roles, desacreditando a quien denuncia, sino también intimidar y silenciar, afectando la percepción social y legal del caso.
Pero lo más delicado de este caso es cómo tú, Manuel Monroy (Papirrí), has decidido ignorar la responsabilidad que tenías como adulto frente a una menor, no importa la madurez que hayas querido atribuirle a Cristina o las decisiones que ella tomó en su vida. Lo relevante es que tú, como maestro, tenías el deber de proteger su integridad, no aprovecharte de su confianza, la posición de poder que ocupabas era una barrera inquebrantable, y lo que describes como «relación» no es más que una violación de esa confianza.
Según datos del Ministerio de Justicia de Bolivia, el estupro y otros delitos sexuales contra menores son una realidad alarmante, en 2023, más del 70% de los casos de violencia sexual registrados en el país involucraban a adolescentes, muchas veces bajo el pretexto de «relaciones consensuadas» que ocultan abusos de poder. A esto se suma un sistema judicial que frecuentemente revictimiza a las denunciantes, mientras los agresores encuentran maneras de desviar la atención y culpar a las víctimas.
Debería indignar profundamente que casos como este sigan ocurriendo. ¡Hasta cuándo seguiremos normalizando los abusos disfrazados de relaciones consentidas! Hasta cuándo seguiremos tolerando que quienes ocupan lugares de poder manipulen la narrativa para salir impunes, no se trata solo de Cristina, ni solo de Manuel Monroy, se trata de una sociedad que aún justifica y protege a los abusadores, mientras deja a las víctimas a merced del escarnio público y la indiferencia, porque la justicia no es solo un derecho, es una deuda histórica con nosotras.
Por: Noelia Rendón, periodista y activista por los DD.HH.