Lic Ruben Suárez
A lo largo de la historia, han existido líderes cuya obsesión por el poder los ha llevado a cometer actos destructivos contra su propio pueblo. Uno de los casos más emblemáticos en la historia antigua es el de Nerón, el emperador romano conocido por su egocentrismo, megalomanía y su supuesto rol en el gran incendio de Roma, que, según algunas fuentes, habría provocado para consolidar su poder.
En el siglo XXI, esta figura parece resurgir en América Latina en la persona de Evo Morales Ayma, el exlíder sindical cocalero y expresidente de Bolivia, quien, incapaz de recuperar el poder político, parece estar sumiendo a su propio país en un caos similar al incendio metafórico que consumió Roma.
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La dictadura sindical de Evo Morales
Desde que dejó la presidencia en 2019, tras una renuncia forzada por la presión social y militar en medio de acusaciones de fraude electoral, Morales ha buscado incansablemente recuperar el control político de Bolivia. Sin embargo, al no poder acceder nuevamente a la presidencia, ha recurrido a tácticas que han fragmentado al Estado Plurinacional de Bolivia y a su propio partido, el Movimiento al Socialismo (MAS).
El llamado «imperio sindical» de Morales, construido sobre el control de sectores cocaleros, gremios sindicales y movimientos sociales, se ha convertido en una herramienta para desestabilizar al gobierno legítimo de Luis Arce Catacora, a quien él mismo ayudó a llevar al
poder.
A través de bloqueos, manifestaciones y discursos incendiarios, Morales parece dispuesto a incendiar políticamente el país si no se le permite regresar al centro del poder.
Paralelismos entre Nerón y Evo Morales
1. Egocentrismo extremo: Al igual que Nerón, quien veía a Roma como una extensión de su propio ego, Evo Morales parece considerar a Bolivia como un territorio que le pertenece. Esta visión egocéntrica lo ha llevado a desoír los límites legales e institucionales, insistiendo en su derecho a gobernar a pesar del rechazo popular y judicial.
2. Uso de tácticas destructivas: Nerón supuestamente incendió Roma para reconstruirla según su visión. Morales, por su parte, parece dispuesto a paralizar al país mediante el conflicto social y la división, sin importar las consecuencias para el bienestar de los bolivianos.
3. Culto a la personalidad: Nerón era conocido por fomentar su propia idolatría, retratándose como un dios viviente. De manera similar, Morales ha cultivado un culto personalista entre sus seguidores, quienes lo ven como el único líder capaz de representar a los sectores populares, ignorando los errores y excesos cometidos durante su gobierno.
El peligro del egocentrismo político
El accionar de Evo Morales no solo pone en riesgo la estabilidad social y política de Bolivia, sino que también representa un peligro para su futuro. Este comportamiento egocéntrico, que ignora las necesidades reales del pueblo, está llevando al país a un callejón sin salida.
Lo más preocupante es que Morales, en su desesperación por retomar el poder, parece haber abandonado su discurso de izquierda para aliarse con sectores de la derecha más radical, entregando así el destino del país a intereses ajenos a las luchas populares que él mismo decía defender.
Vemos con preocupación el accionar de Evo Morales, cuyo comportamiento antipueblo y divisivo no solo amenaza la unidad de Bolivia, sino que también hipoteca su futuro. Es hora de que los bolivianos reflexionen y permitan que la justicia actúe, dejando atrás el culto al líder y priorizando el bienestar colectivo por encima de los intereses individuales de quienes
se creen imprescindibles.
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