Quien estudia los procesos políticos entiende que, cuando ocurre un cambio de ciclo, a fin de proyectar a futuro, es fundamental hacer una revisión pormenorizada de la coyuntura crítica que evidenció las contradicciones sociales que hicieron posible el planteamiento de un nuevo horizonte de construcción estatal. Ese nuevo horizonte, hoy caduco, contiene en sí mismo lo que hoy lo agota. Así, surge la obligación de revisar lo ocurrido en el pasado a modo de alumbrar sobre los acontecimientos que guían el presente. Esta revisión, apoyada con las evidencias que otorga el tiempo, corrige la miopía de lo inmediato y permite reconducir el devenir histórico.
En una Bolivia que durante casi 20 años ha contado con una oposición que se ahoga en su mediocridad intelectual, aparece un intento de hacer justicia respecto a la coyuntura crítica que permitió al Movimiento al Socialismo cooptar el proceso de construcción estatal y plantear el discurso de lo plurinacional. Eric Reyes Villa, hermano de quien en su momento se mostró y se muestra como opción para trascender el proyecto castrochavista en Bolivia, desde una perspectiva testimonial, presenta elementos importantes para esta importante tarea.
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En primer lugar, Reyes Villa muestra que la historia se repite, en su momento, como tragedia y hoy al borde de la farsa. A más de 20 de la crisis de los años 2001 – 2003, el campo político es disputado, principalmente, por las mismas tres visiones de país. La partidocracia y su visión señorial de Bolivia, representada por el MNR, el AND y quienes temporalmente fueron sus aliados, tras 20 años de cogobernar con el MAS, buscan recuperar lo que consideraban su feudo. Le sigue el MAS y su visión de convertir a Bolivia en otra dictadura castrochavista, ya no se presenta como un bloque emergente, sino que se destaca por ser la expresión de la decadencia política y moral que destruye la patria. Finalmente, está el proyecto liderado por Manfred, este vuelve a presentarse como salida al centralismo y muestra que gobernar desde las regiones no sólo es posible, sino que es lo que a gritos pide el país desde su fundación.
En segundo lugar, los testimonios de Reyes Villa llaman la atención sobre las consecuencias de la injerencia externa en Bolivia. Durante la crisis de 2001 – 2003, la visión señorial se empecinaba en obedecer las órdenes de la «Embajada» (victimizar a Evo y sacar el gas hacia EE.UU. por Chile). Por otro lado, el MAS no hacía otra cosa que seguir el libreto cubano, mismo que se perfeccionó en Venezuela y que también se instalaba, con sus matices, en Nicaragua y Ecuador. Hoy, dos décadas después, sabemos, que obedecer a Manuel Rocha, exembajador de EE. UU. en Bolivia y ahora preso confeso, era obedecer las órdenes de un agente secreto de Fidel Castro. En cuanto a lo segundo, sabemos que el proyecto castrochavista, más allá de desmoronar la democracia, ha despilfarrado más de 120.000 millones de dólares y deja los indicadores macroeconómicos por los suelos.
En tercer lugar, las reflexiones de Reyes Villa nos recuerdan sobre el rol de ciertos actores cuya sombras no han terminado de ser expuestas y en la actualidad desarrollan un papel protagónico. Óscar Hassenteufel también era presidente de la entonces Corte Nacional Electoral, corte que no supo responder a las serias pruebas de fraude a favor de Evo Morales que hoy son presumidas como anécdota política por parte de viejos emenerristas. Carlos Mesa, quien en su momento dio la espalda a Gonzalo Sánchez de Lozada y aprovechó para llegar a la presidencia, fue quien luego dejó el camino expedito para el ascenso de Evo Morales y, luego de tres períodos de gobierno de este, declararse opositor tras el fracaso de La Haya. Jorge Richter, quién trabajó como vecero de Manfred Reyes Villa y lo traicionó, hoy no sólo es señalado como corresponsable de los conflictos de 2003, sino que tras ser vocero de Luis Arce pasea, en horario estelar, por los principales medios de comunicación haciendo campaña política y guerra sucia tras la cortina de un análisis político mediocre.
Los testimonios de Eric Reyes Villa llaman la atención sobre fantasmas del pasado que ponen en riesgo el presente. ¿Volver a visiones de país que fracasaron o dar la oportunidad a una Bolivia que clama gobernarse desde sus regiones? ¿Continuar, dejando a extraños y extranjeros decidir sobre nuestro futuro o tomar las riendas del país por nosotros mismos? ¿Seguiremos dando espacio a quienes aparecen con careta nueva?
Revisar el pasado para pensar el nuevo ciclo político; para plantear los elementos centrales de la construcción estatal que se avecina, en la sociedad de la inmediatez, es ser responsable para con una tarea que el país reclama. Los testimonios de Eric Reyes Villa sueltan pistas importantes sobre las cuales vale la pena prestar atención.