Las celebraciones centenarias en Occidente


Solemos usar las palabras de forma liviana, sin sopesar que tienen un peso específico. Tanto por la riqueza simbólica que representan en el contexto de una cultura determinada, como en el significado que históricamente se le asocia.

Fuente: https://ideastextuales.com



Aunque parezcan bichitos oscuros desfilando ordenadamente por una página, son herramientas potentes que abren puertas a la evocación y a la acción, siempre que estemos dispuestos a ser sujetos conscientes de este fenómeno. Por eso cuando hablamos de celebración centenaria (lo mismos se aplica a bi o tri o al paso del tiempo que se quiera conmemorar) no es una preparación para fiesta con bailes, música y vino. Es algo más profundo y poderoso. Es una palabra que se construye sobre el camino recorrido y los sueños de porvenir.

Cada siglo, Occidente se detiene. Lo hace con una solemnidad que, aunque a veces pase inadvertida, refleja una conexión profunda con los cimientos de su identidad cultural. Desde celebraciones que conmemoran a figuras como Dante Alighieri hasta los aniversarios de grandes eventos históricos, estas ocasiones no solo miran hacia el pasado. Son espejos en los que las sociedades contemporáneas buscan respuestas sobre quiénes son y hacia dónde se dirigen.

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En el fondo, estas celebraciones tienen un eco del jubileo cristiano. Este rito, heredado del judaísmo, marcaba tiempos de reconciliación, perdón y renovación, acompañados por el sonido de un cuerno de carnero que proclamaba el inicio de una nueva etapa. Aunque la mayoría de las celebraciones centenarias modernas carecen de este carácter religioso, comparten la esencia de renovar la mirada hacia el futuro sin dejar de anclarse en las lecciones del pasado.

Tome como ejemplo el VII centenario de Dante Alighieri, celebrado en Ravena. En cada discurso, en cada acto conmemorativo, se respiró algo más que simple erudición. Había una búsqueda colectiva por reconectar con las verdades universales que atraviesan los versos de la Divina Comedia: el anhelo de sentido, la búsqueda de redención y la reflexión sobre lo trascendental.

El Papa Francisco, en su mensaje para el evento, destacó cómo la obra de Dante es un «gran itinerario» que puede iluminar tanto caminos personales como comunitarios. En ese sentido, las celebraciones centenarias no son solo un repaso de fechas, sino también rituales que buscan darle forma al presente a través del lente del pasado.

En un mundo fragmentado por la globalización y la pérdida de referentes culturales, las celebraciones centenarias ofrecen un respiro. Son momentos en los que las sociedades pueden redefinir sus narrativas, reafirmar sus valores y encontrar puntos de unión. Como sucedía en los jubileos cristianos, estas ceremonias se convierten en puentes que conectan generaciones, transformando la historia en una herramienta para enfrentar el futuro.

Restauraciones de monumentos, publicaciones de nuevas ediciones literarias y actos públicos masivos son solo algunos de los elementos que caracterizan estas fechas. Sin embargo, el verdadero impacto está en cómo logran unificar comunidades alrededor de una memoria compartida, renovando el compromiso con ideales como la justicia, la reconciliación y la esperanza.

En la aparente frialdad de una celebración secular, el eco del jubileo cristiano permanece vivo. Cada centenario, cada conmemoración, lleva consigo la oportunidad de abrir una «puerta santa» simbólica. Un espacio para reflexionar sobre el pasado, perdonar los errores y proyectar un futuro mejor. En una época que a menudo se siente desvinculada de sus raíces, estas celebraciones son un recordatorio de que la identidad no solo se encuentra en lo que fuimos, sino también en lo que aspiramos a ser.

Las celebraciones centenarias, al igual que los jubileos, nos invitan a detenernos, mirar y actuar. En esa pausa, Occidente encuentra no solo sus cimientos, sino también su futuro.

Por Mauricio Jaime Goio.


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