Hace 20 años atrás, las reservas internacionales netas (RIN) representaban casi la mitad del Producto Interno Bruto (PIB) y se encontraban, comparativamente con el tamaño de la economía boliviana, como una de las más altas a nivel mundial.

Hoy, las reservas apenas representan el 4,3% del PIB y han retrocedido al nivel de 2005, según datos recopilados por La Razón de los sitios web del Banco Central de Bolivia (BCB) y del Ministerio de Economía y Finanzas Públicas.

Bolivia alcanzó en 2014 el punto más alto de las reservas con $us 15.123 millones (43% del PIB) y a partir de 2015 se registró una caída progresiva. En 10 años, los activos financieros se desplomaron en 87%.

Con datos al 31 de diciembre de 2024, las RIN registraron un saldo de $us 1.976 millones, cifra superior en $us 267 millones con relación al cierre de 2023.

Las RIN están constituidas por las reservas en oro (95,6%), divisas (2,4%), Derechos Especiales de Giro (0,3%) y Tramo de Reservas FMI (1,7%), de acuerdo con la información estadística del BCB.

 

DÉFICITS PÚBLICOS

El economista Gonzalo Chávez, en contacto con medios televisivos, señaló que estas reservas se usaron para financiar empresas estatales ineficientes, cubrir gastos en salarios y propaganda, así como para reducir déficits públicos.

Asimismo, advirtió que las reservas de oro no han sido repuestas, aunque su valor aumentó debido a la valorización del metal.

Roger Banegas comparó la situación actual con la de 1964, indicando que la economía ha retrocedido varias décadas.

Mientras, Omar Velasco refutó esta afirmación, argumentando que medir las reservas como porcentaje del PIB no es un indicador reconocido internacionalmente.

Según Velasco, las reservas pueden analizarse a través de varios indicadores. Entre ellos destacan: la relación entre reservas y el dinero en sentido amplio, las reservas frente a la deuda a corto plazo, las reservas como proporción de las importaciones y el indicador ARA (Assessing Reserve Adequacy, por sus siglas en inglés). Este último es una medida ponderada que integra variables como exportaciones, deuda a corto plazo, pasivos de portafolio y masa monetaria.

José Gabriel Espinoza, en cambio, destacó que el nivel actual de reservas es insuficiente para afrontar las obligaciones financieras del país.

Según su análisis, Bolivia necesitaría entre 8% y 12% del PIB en reservas para mantener la estabilidad, lo que actualmente está lejos de alcanzarse.

Espinoza también alertó sobre las consecuencias de esta crisis, incluyendo la pérdida de confianza económica, restricciones al financiamiento internacional y un impacto inflacionario creciente.

SITUACIÓN CRÍTICA

Para Horst Grebe, las reservas internacionales de Bolivia enfrentan una situación crítica debido a su uso intensivo para financiar desequilibrios externos y fiscales.

Estas reservas, que en 2014 superaron los $us 15.000 millones, se redujeron a menos de $us 2.000 millones desde 2023. El 95,6% de este monto corresponde a oro monetario, cuya cotización internacional ha aumentado en los últimos años, sin que esto represente un mérito del Banco Central.

Según Grebe, el déficit en la balanza de hidrocarburos, causado por el aumento del gasto en importación de combustibles frente a la disminución de ingresos por exportación de gas natural, ha agravado el desequilibrio de la cuenta corriente. A esto se suma la caída en los valores de exportación de manufacturas y productos agropecuarios, sin suficientes ingresos de capital para compensar.

Este panorama refleja una necesidad urgente de políticas económicas, monetarias y fiscales coordinadas, muy distintas a las planteadas en el Presupuesto General del Estado, el cual se permite sin discusión parlamentaria.

Alberto Bonadona señaló que Bolivia recurrió en 2024 a préstamos para cubrir $us 1.526 millones en servicios de deuda, una parte financiada con nueva deuda. Esto, según él, refleja la falta de una estrategia clara del gobierno para manejar la situación.

FONDO MONETARIO

Bonadona destacó que países como Brasil han recurrido al Fondo Monetario Internacional (FMI) con éxito en situaciones similares, aunque Bolivia mantiene una postura ideológica contraria a esta opción.

Desde el Banco Central de Bolivia, se destacó un aumento de $us 267 millones en las reservas respecto a 2023. Sin embargo, Fernando Romero expresó preocupación por la composición de las reservas, ya que solo el 10% corresponde a divisas líquidas, lo que limita la capacidad de afrontar compromisos financieros.

Los economistas coinciden en que la caída de las reservas compromete la capacidad del Banco Central para implementar políticas monetarias y cambiarias efectivas. Esto podría intensificar los procesos inflacionarios y aumentar los costos de financiamiento externo, dejando a Bolivia en una posición vulnerable frente a choques económicos.