Francesco Zaratti, físico y analista en energías. El especialista considera que en el actual Gobierno hay una desesperación por lograr acuerdos “opacos” que industrialicen el litio y no generen ventajas al país
Fuente: El Deber
Francesco Zaratti, físico y experto energético, considera que el programa de biocombustibles que impulsa el Gobierno no es una solución a la importación de carburantes, sino un parche caro y un riesgo al medioambiente. Pues su objetivo es aumentar el consumo de combustibles cuando, según su lectura, se debería reducir su demanda y apostar por energía renovable no tradicional.
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¿Cuál es su balance de la política energética llevada adelante por el Gobierno en 2024?
Dos temas han marcado la política energética del año 2024: la caída de la producción de gas natural, con todas sus consecuencias en el déficit energético, y la crisis financiera de YPFB a raíz de las crecientes importaciones de carburantes.
La caída de la producción de gas es consecuencia de la insana política energética de los gobiernos del MAS, durante los últimos 19 años, que privilegió la monetización de las reservas de gas recibidas de los anteriores gobiernos a la reposición de las reservas consumidas, espantando al mismo tiempo a la inversión privada en exploración.
Las tentativas de remontar esa situación con planes “agresivos” de exploración han resultados frustrantes, de modo que la producción cae a razón de 4 MMmc/d por año, las reservas probadas de gas al 31/12/2023 oficialmente se han reducido a apenas 4,5 Tcf y existe el serio riesgo de tener que importar gas natural y GLP dentro de un puñado de años.
La crisis financiera, a su vez, es consecuencia del déficit entre los ingresos por venta de gas y los egresos por importación de carburantes.
Según su perspectiva ¿por qué hay escasez de carburantes?
La gasolina, y el diésel son derivados del petróleo crudo y condensado, cuya producción sigue cayendo. Por eso hay que importarlos, pero YPFB ni el BCB tienen divisas para garantizar un suministro suficiente y continuo de esos combustibles, razón por la cual vemos filas interminables e intermitentes de vehículos. El “punto de no retorno” de ese drama ha sido cuando, en 2024, la exportación del gas a Brasil no ha alcanzado para cubrir el monto de la subvención.
Un programa muy efectivo para mitigar ese problema y que no ha tenido el apoyo suficiente del Gobierno, ni la apertura a la iniciativa privada, es la conversión de motores de gasolina a Gas Natural Vehicular (GNV).
¿Cómo ve el proceso de explotación y posible industrialización del litio?
El programa de industrialización del litio representa uno de los mayores fracasos de los gobiernos del MAS. Encuentro dos razones principales: el diletantismo de los encargados de conducir ese programa y la camisa de fuerza ideológica de las normas que regulan el aprovechamiento de los recursos naturales (CPE, leyes y decretos).
El diletantismo se reveló con el fallido proyecto de producir carbonato de litio a partir de las piscinas de evaporación. Se gastaron más de $us 900 millones sin resultados positivos.
Ahora se nota una desesperación del Gobierno actual para acelerar la explotación del litio de los salares mediante dos contratos “opacos” (uno con la rusa Uranium y otro con el consorcio chino CBC) que no están bien pensados y que, sobre todo, no reportan beneficios al país.
En todo caso ha quedado atrás el sueño de industrializar el litio de los salares produciendo cátodos y baterías, de modo de participar en la cadena de valor de ese metal.
¿Es conveniente levantar la subvención?
Levantar la subvención a los carburantes aliviaría el déficit financiero, pero no resolvería el déficit energético, a menos de frenar el motor económico.
Por tanto, sería muy bueno levantar la subvención desde el punto de vista económico. Sin embargo, la conveniencia de esa medida es un asunto político que se debe manejar con cuidado y seriedad.
Alternativamente es preferible asumir medidas que disminuyan la demanda de combustibles subvencionados, por ejemplo, priorizando el uso de GNV, gasolinas premium, diésel importado por privados, autos eléctricos, entre otras opciones.
Fuente: El Deber