Siria después de Al-Assad: los rebeldes tienen el control, pero el desafío ahora es reconstruir el país


Un combatiente del cuerpo gobernante sirio patrulla en la ciudad en Damasco (REUTERS/Amr Abdallah Dalsh)

Fuente: infobae.com



La caída de Alepo el 30 de noviembre, tras solo tres días de enfrentamientos, marcó un punto crítico en la ofensiva rebelde en Siria. Una ciudad histórica centrada en torno a una antigua ciudadela, Alepo había sido escenario de intensos combates desde que el levantamiento pacífico de 2011 se transformó en guerra civil. En 2016, Bashar Al-Assad logró retomar la ciudad tras cuatro años de conflicto con el apoyo de tropas rusas y milicias iraníes.

Sin embargo, su repentina captura por los rebeldes dejó atónito al liderazgo sirio. Según Abed, un oficial de policía sirio que solo dio su primer nombre a The New York Times por temor a represalias, “desde el momento en que cayó Alepo, todo era serio. No había mando. El silencio lo decía todo”.

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A partir de Alepo, los rebeldes avanzaron hacia el sur, atacando Hama y Homs, con la capital, Damasco, ya en su mira. En su trayecto, el deterioro de las fuerzas armadas sirias era evidente. Vehículos blindados y tanques fueron abandonados, estrellados o averiados, con pocos signos de combate directo. En algunos casos, hubo señales de pánico: un vehículo de transporte de personal chocó contra una casa, mientras que un tanque quedó volcado en una trinchera.

La desmoralización y las pésimas condiciones en el ejército sirio contribuyeron a su colapso. Mahmoud, un soldado de 23 años, desertó durante un ataque rebelde en la región sur del Golán, huyendo por un bosque con otros tres soldados hasta que encontraron refugio en un pueblo donde se enteraron de la caída de Al-Assad. Su hermano Mamdur, de 26 años, escuchó órdenes de evacuar su base y se cambió a ropa civil antes de ser detenido en un puesto de control rebelde, donde simplemente le dijeron: “Solo vete a casa”.

Ambos mencionaron al mdio estadounidense que la baja paga, la falta de recursos y el descontento general hicieron que los soldados evitaran luchar. Mahmoud, que fue reclutado hace 18 meses, dijo que ganaba solo 10 dólares al mes y que “nadie ama a Assad, pero nadie podía decirlo”.

Dos niños posando con combatientes

Dos niños posando con combatientes sirios en la Mezquita de los Omeyas antes de las oraciones del viernes (AP foto/Leo Correa)

En las bases militares capturadas, las condiciones eran deplorables. En una base en el norte de Siria, más de 50 tanques y vehículos militares yacían abandonados. Los edificios carecían de ventanas y puertas, sustituidas por láminas de metal, mientras que ropa, cascos y mascarillas de gas se encontraban dispersos en un desorden total. Abu Muhammad, un combatiente rebelde que custodiaba el lugar, relató que la ofensiva duró un solo día, ya que los soldados sirios retrocedieron rápidamente.

A pesar de las divisiones internas, los rebeldes han comenzado a consolidarse bajo un liderazgo común. Varios combatientes entrevistados indicaron que han aceptado un mando único liderado por Ahmad al-Shara y su fuerza, Hayat Tahrir al-Sham, lo que ha fortalecido sus operaciones. “Lo importante es estar juntos”, afirmó Nasr al-Nahar, un comandante rebelde de 41 años. La campaña también buscó minimizar el conflicto prometiendo a las minorías que no serían dañadas y llamando a los militares del régimen a deponer las armas, según explicó al NYT Ammar Kahf, director del Centro Omran de Estudios Estratégicos en Estambul.

Sin embargo, los desafíos son considerables. Reconstruir un país devastado por más de una década de guerra civil y rehabilitar una infraestructura militar colapsada será una tarea monumental. También persisten divisiones, con actores como las milicias kurdas, remanentes de las fuerzas de al-Assad y grupos extremistas como el Estado Islámico todavía operando en partes de Siria.

Para algunos, los compromisos asumidos por los rebeldes brindan esperanza sobre el futuro de Siria. Al-Nahar expresó su respeto por los combatientes de Hayat Tahrir al-Sham, afirmando que “la mayoría de ellos está por Siria”. También manifestó su deseo de alcanzar acuerdos con grupos kurdos para avanzar hacia una gobernanza unificada. Sin embargo, el oficial de policía Abed advirtió que, aunque el régimen de al-Assad mantenía su poder mediante el miedo, el futuro de los nuevos gobernantes aún está por definirse. Como él mismo expresó: “Odiamos a Assad, y amamos la vida”.

 


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