El chef estrella Michelin está brillando en su primera experiencia en coche en la carrera más dura del mundo.
FABIO MARCHI
Fuente: https://www.mundodeportivo.com
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“¿De verdad que es cocinero y no piloto?”. Es lo que muchos se peguntan en el vivac del Dakar 2025 cuando ven los resultados que está logrando Nandu Jubany en su estreno en la carrera más dura del mundo en coches, su segundo Dakar tras hacerlo en moto en 2018. Nandu sonríe junto a su copiloto Marc Solà y, pese a la exigencia física y psicológica de un Dakar que ha empezado de forma durísima y en el que gran parte de los favoritos han tenido problemas, el chef estrella Michelín está brillando como estrella dakariana.
Tanto es así que el catalán acabó la etapa 4 a 43 minutos y medio del ganador de la etapa 4 en coches, la difícil primera parte de la etapa maratón, con un gran tercer puesto en su clase de dos ruedas motrices, la que quería ganar Laia Sanz (4×2) antes de su abandono, una categoría en la que es nada menos que tercero en su clasificación general a solo 48 minutos del líder. Impensable para un amateur que debuta. Pero real.
Y podía ser mejor si cada día los coches favoritos que fallan no fueran recolocados ante él en el orden de salida, algo que le hace perder tiempo tras el polvo de otros vehículos, como lamenta el propio Nandu a este diario. «A los coches del Mundial y prioritarios los recolocan. Da igual que haga mejor posición que ellos, que saldrán delante al día siguiente. Eso retrasa mi posición y nosotros salimos a medio minuto de distancia. En nada, estás detrás de otro coche, en el polvo, y no ves nada. Y si aflojas para alejarte de él, te pasa otro piloto y vuelves a estar en el polvo», explica a este diario. Eso aumenta el mérito de su hazaña.
«Sabe hacer croquetas, pero ha pillado rápido el pilotar»
“Es el cocinero volador, como le llaman. Aprendió muy rápido. Lo lleva bien, como si cocinara. Las croquetas las hace muy buenas, pero lo de pilotar también, lo ha pillado muy rápidamente”, asegura Marc Solà, su copiloto y ‘ángel de la guarda’ particular, crucial por su experiencia para irle dando consejos en dunas y frenarle si Nandu aumenta demasiado el ritmo.
La caravana de todos: «siempre viene gente a cenar»
Ejemplo de su gran rendimiento fue lo que ocurrió en la etapa 2, la difícil crono 48 horas. Tras dos días sin asistencia, devolvió el coche a su equipo, el Team MD Rallye Sport, con la mecánica en perfecto estado. “¡Cero daños, cero!”, exclamaba su navegante, ante un sonriente Nandu (53 años) en la caravana que ambos comparten en el campamento, ante la atenta mirada de Mundo Deportivo, huésped de la noche en lo más parecido a un restaurante con ruedas en pleno vivac. Y es que los que le conocen, cuando pueden, no dudan en llamar a la puerta de su caravana para ver si Nandu ha hecho alguna de sus maravillas en los fogones.
“Todos vienen aquí. A veces ni cabemos. Casi cada día viene Quim Terricabras, médico de Ford, Nani Roma, dos o tres fisios, así como Jordi Viladoms, Edgar Canet y cada día hay de dos a cinco invitados, así que no nos hace falta ir al comedor del vivac, porque allí las sillas son limitadas y te tienes que levantar, mientras que aquí podemos quedarnos a hablar”, expresó Nandu, que prefiere cocinar pese al cansancio de las etapas y mantenerse lejos de la comida del vivac: «Es un poco justita y soy de morro fino”. No le quedaba otra en la crono 48 horas, donde estaba obligado a dormir en tienda en pleno recorrido y con una ración militar de comida. Se las ingenió para no comer el bote de albóndigas que le había servido la organización. “Me llevé mi crema “Quin Cacau” de avellana y cacao, y pan con tomate», admite.
Comparte refugió en el campamento también con su gran amigo Xavi Padrós, encargado de comprar comida por el país, llevar la caravana y ayudar en todo lo posible para que cuando piloto y copiloto lleguen al vivac puedan irse a la ducha antes de comer. En esa humilde morada hay queso de Olost y un manchego para desayunar, momento del día en el que Nandu suele hacerse una tortilla. En su nevera no falta el chocolate: “me tomo casi más de media tableta cada día”. Y tras cada etapa, llega el disfrute.
“Tenemos berberechos, mejillones, patatas, salsa Espinaler para hacer el vermut cuando llegamos, como Dios manda. Estoy aquí de vacaciones, me lo vengo a masar bien, aunque hay muchos ratos en las etapas en los que no disfrutas, así que, cuando puedes, tienes que disfrutar”, explica a este diario ante una cocina en la que ya se han visto platos como fideos a la cazuela, arroz de verduras y pollo y en el que en el día de descanso hará paella.
La doble cara de Nandu
A su copiloto, Marc Solà, le sorprende la persona en la que se convierte Nandu al volante. “Es un nervio aquí, un culo inquieto, y dentro del coche, a la gente que lo conoce le costará creerlo, porque es un terremoto que desde que se levanta y se va a dormir, va a 2.000 por hora, pero dentro del coche es muy tranquilo”, asegura Marc ante un Nandu que quiere explicarse: “Es porque estoy concentrado solo en conducir. Es decir, yo, cuando estoy pilotando, estoy pilotando».
«Yo tengo una facilidad: cuando estoy haciendo algo, hago eso. Cuando voy a Formentera, estoy pendiente de los restaurantes de Formentera y no me acuerdo de los que hay en Andorra o en Vic y hago todo lo que tengo que hacer allí, y cuando estoy en Can Juvany, estoy solamente por Can Juvany. Esto lo he aprendido porque si no, me volvería loco y no podría ni descansar”, asegura a este diario.
Solà destaca también la velocidad con la que aprendió a surfear dunas en Marruecos, habilidad con la que ha brillado en este Dakar en secciones de arena muy blanda en la que algunos pilotos favoritos (profesionales) se quedaron encallados.
Como si fuera un trabajo
Jubany no quería ir al Dakar de cualquier forma. Se lo tomaba como si fuese un trabajo. Habló con Gerrd Farrés para encontrar al mejor copiloto posible, y ese fue Marc Solà. Y acudió a Pep Vila y Nani Roma para que le aconsejara un equipo y un coche y optó por el conjunto MD Rallye Sport y un Optimus de tracción a dos ruedas fiable.
“Nos encontramos que el coche o lo comprábamos o lo podíamos alquilar, pero entonces era un coche muy viejo. Lo compré porque teníamos que ir con uno nuevo, porque con todo el lío que tienes que hacer para venir aquí, lo que cuesta económicamente, y después, al segundo día te falla el coche… lo hemos comprado por si hacemos dos o tres dakares. Si Dios quiere”, revelaba. Ha llegado para quedarse.
Llegó tarde al Dakar por preparar 2.500 menús
Cuando se refiere al mucho esfuerzo y sacrificio que ha tenido que hacer, el mejor ejemplo fue “el Dakar previo al Dakar” que tuvo que hacer, no habla solo de lo mucho que trabajó físicamente para estar preparado, que también, con gimnasio y bicicleta. Sobre todo, se refiere a lo difícil que es compaginar esta carrera con su enorme cantidad de trabajo.
Antes de ir al Dakar, que empezaba el 3 de enero, estuvo trabajando sin parar 3 días y llegó más tarde que el resto de pilotos. Hubo pilotos que llegaron el día 29 para probar sus coches. Nandu lo hizo el día 1, incluso más tarde que la prensa: “Llegué más tarde que el resto, el día 1 por la mañana porque tuve que hacer 2.500 menús para llevar para fin de año. Primero son los clientes y primero es la gente. Hay muchas familias que confían en nosotros para ese día. y aunque yo tenga esta afición, no podía marcharme antes, de ninguna manera, y estuve los tres últimos días trabajando muchas horas. Esta es mi afición, pero lo primero, es lo primero”, aseguró.