Esta es mi primera nota del año 2025 y lo cierto es que todavía puedo sentarme a teclear, aunque sin mucho ánimo. Sin embargo, tecleando en mi laptop, contaré lo que suceda a lo largo de este 2025, que trae cara de monstruo marino, de aquellos que nos asustaban cuando éramos niños. Recuerdo “El monstruo de la laguna negra” y todavía se me ponen los pelos de punta. Como monstruos marinos ya no vamos a tener, por los menos propios, desde que el MAS entregó a Chile todas nuestras armas en La Haya y el mar se ha alejado muchísimo, por lo menos liberémonos este año de los espantajos andinos, seres raros que gobiernan Bolivia desde hace más de 20 años.
No dudo de que este 2025 será de alegrías y decepciones. Nos alegrará saber que políticos patriotas se suman al frente democrático que han iniciado Camacho, Tuto, Samuel y Carlos Mesa. Algunos se sumarán poniendo condiciones, que, no importa, habrá que aceptarlas, siempre que no se trate de hacer un masismo con otra pollera. Pero habrá otros que los considerábamos afines – caso Reyes Villa – que no se agregarán, sino hasta el final, cuando su apoyo ya no sirva para derrotar al MAS en primera vuelta. Aquí las encuestas tienen una labor indecente muchas veces, porque, como casi todas son manipuladas, hacen creer ganador a uno u otro, y esa falsa expectativa que provocan en los candidatos, que prolongan las encuestadoras para ganar más, los hace guardar falsas esperanzas hasta el día de la elección cuando ya es tarde para enmendar errores y caprichos. Y eso nos puede perjudicar porque no hay que olvidarse que el garrotazo que se debe dar en la nuca del MAS tiene que ser en el primer choque. Hay que noquear en el primer round.
Lo otro tan grave o más que lo anterior es cómo vamos a sobrevivir todo este año. Los ingresos han caído y las demandas han subido. Los dólares se han hecho gas, es decir que no existen, como el gas. La situación es tan mala, que las noticias en la prensa escrita, pero sobre todo en la tele, hablan todos los días de colas para conseguir diésel y gasolina. La gente se prende a puñetazos en los surtidores porque alguien le ha querido quitar su puesto en la fila a otro que ya llevaba dos días sin dormir achicharrándose en su vehículo.
Yo nunca había preguntado por los precios en el mercado, aunque mi esposa siempre me decía que todo estaba carísimo. No obstante, ahora, un ignorante en cuestiones domésticas como yo, sabe que el precio del pan y de los fideos ha subido. Que la carne de primera se ha ido de 35 bs el kilo a 45 y la de segunda de 24 a 35. Que el pollo, esencial en las mesas cruceñas, ha pasado de 11.50 a 13, 14, y que ahora está en 24 bs el kilo. ¡El arroz!, dieta de los cambas, de 5 bs el kilo, (es decir, de una monedita de cinco), a 12 bs. Y el aceite de 10 bs el litro a 14 o 15. El chancho es otro afán del que no me he enterado su precio, pero con solo ver que en Navidad y Año Nuevo morirán chillando cientos de miles de marranos, ya nos imaginamos su demanda. Cómo estarán los pavos, que tanto odian las Navidades. Y cómo estarán las frutas. Sin embargo, el Gobierno dice que dizque el crecimiento y la inflación están bien nomás, que todo es invento de la oposición y de los “cambitas” que juegan sucio. Ojalá que todas las amas de casa fueran opositoras, así, seguro, tumbaríamos a los cuerudazos en primera vuelta.
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Un año más no solo influye en la política, en el medio ambiente, en los precios, sino también en la gente. Un añito para el infante que da sus primeros pasos; un año para el chico que va llorando de miedo al kínder; otro para el que hace la Primera Comunión queriendo ser cura; otro año para las adolescentes que se enamoran de los cantantes (que no vayan nunca al Chapare); otro para el muchacho feliz de la promo; un año para el que logra graduarse en la universidad; otros 365 días para encamotarse hasta las patas y casarse; otro, divino, para recibir el primer hijo; otro menos lindo, para el tsunami llamado divorcio; otro para la soledad hasta pillar un nuevo amor; otro para resignarse por lo que te tocó después. Y así se pasa la vida.
Llega la vejez en serio y alguien te hace dar cuenta de que estás almorzando y no desayunando o de que te estás lavando la cara en el bidet. Un añito más a esas alturas de la existencia, ya puede traer otros serios problemas. Fuera de las confusiones mentales que son inevitables, cambiar un nombre por otro, y olvidarse de los cumpleaños familiares, por ejemplo, se producen situaciones espantosas en la vida íntima, que hay que manejarlas sin aterrorizarse y que con los grandes inventos de la medicina se componen. Taquicardias, dolor en las articulaciones, gastritis, calambres, pesadillas, regar líquidos inesperadamente, corretear médicos y buscar recetas, son el pan diario. Hasta te salen escamas en el cuerpo como a los pescados del mercado o plumas en los garrones. Y para hacerlo completo, dolorosos puchichis en los lugares más recónditos e incómodos del cuerpo. Eso también puede significar un año más. Aunque hay personas saludables que cada año tienen nuevos logros, aspiraciones grandiosas, y que nada de lo anterior les sucede. ¡Benditos sean!
Año nuevo, vida nueva, dice el pueblo. Esta vez sí que necesitamos una vida nueva que nos aliente a luchar, porque, como dicen algunos que saben de estas cosas, las elecciones de este 2025 serán las más importantes en estas épocas de una democracia en peligro de extinción.