Un rebelde de lentes oscuros y sonrisa encantadora


En un rincón de Mulholland Drive, escondido tras los muros de su mansión, Jack Nicholson vive alejado del mundo que una vez conquistó. A sus 87 años, el actor que marcó Hollywood con su talento y carisma se encuentra retirado, dejando atrás una era en la que él, junto a otros gigantes, moldeó el arte cinematográfico. No solo se trataba de actuar. Era vivir en forma intensa y extravagante, como si se tratara de un héroe mitológicos.

Películas como ChinatownEl resplandor y Atrapado sin salida no solo marcaron un antes y un después en el cine, sino que también posicionaron a Nicholson como uno de los actores más versátiles y complejos de su tiempo. Stanley Kubrick, quien lo dirigió en El resplandor, lo definió como “una estrella de otra época, comparable con los grandes como Spencer Tracy o James Cagney”. Nicholson, con su sonrisa pícara, algo perversa, y mirada penetrante, no solo interpretaba sus personajes, los habitaba, llevando cada papel a niveles emocionales que, de sólo recordarlos, se nos eriza la piel.



Con tres premios Oscar y doce nominaciones se convirtió en un referente de su generación. Su vida pública, marcada por romances, escándalos y una constante presencia en los partidos de los Lakers, alimentó su leyenda. Era el último gran vividor de Hollywood, un hombre cuya vida personal llegaba a eclipsar sus actuaciones. Simbolizaba esa época en la que las estrellas eran inalcanzables, rodeadas de misterio y magnetismo. Sus gafas oscuras en los Oscar y su butaca fija en el Staples Center se convirtieron en emblemas de un Hollywood que comenzaba a desvanecerse.

En 2010, Nicholson anunció su retiro. Las razones eran simples: ya no encontraba estimulante actuar. Cómo sucedió con los mitos del Hollywood pretérito , el nuevo siglo representó un cambio de estilo, una nueva forma de hacer cine, que significó dejar de lado aquello que los movía: la actuación. Desde entonces, su figura pública ha sido escasa. En recientes fotografías compartidas por su hija Lorraine, se le ve envejecido pero con la chispa intacta, recordando a su amigo y vecino Marlon Brando, quien también pasó sus últimos días en reclusión.

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El ocaso de Nicholson representa más que el fin de una carrera. Marca el cierre de la era dorada de Hollywood. Aquella que se centraba en los actores. Su generación, que incluye a Al Pacino, Robert De Niro y Meryl Streep, priorizó el arte sobre el comercio. El Hollywood actual, dominado por franquicias y efectos especiales, parece haber dejado atrás esa época de audacia creativa. Con su talento inigualable, nos recuerda un tiempo en el que el cine era tanto un negocio como una forma de arte. Un legado que trasciende, inspirando a actores y cineastas que buscan autenticidad en una industria cada vez más superficial.

Jack Nicholson siempre fue fiel a sí mismo. Esa autenticidad, para bien o para mal, es lo que va a quedar. Aunque retirado, su figura sigue siendo un faro para quienes creen que el cine es algo más que un espectáculo. Una forma de trascender. En Nicholson permanece como un recordatorio de lo que Hollywood solía ser. El último gran rebelde, un mito viviente. Y su legado, como sucede con las buenas películas, es eterno.

Por Mauricio Jaime Goio.


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