Una oposición con nueva visión de país


 

«En 1937 el gobierno militar de David Toro decretó la primera nacionalización en Sudamérica con el retiro de los bienes y concesiones de la Standard Oil acusada de fraude fiscal y de abastecer al enemigo en la guerra del Chaco entre Paraguay y Bolivia (1932-35). Así nació Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos, YPFB». Presumiblemente, este hecho fue el modelo inspirador para que a partir de 1952 la política del país oscilara hasta el día de hoy entre el dualismo: nacionalizar—privatizar, como si lo uno o lo otro per se fuera la solución mágica para arreglar todos los males del país y, sin embargo, solamente ha sido el repetido ejercicio del poder político, en modo bucle a través del tiempo, que mantiene al pueblo boliviano atrapado en el círculo vicioso y perverso de la pobreza, corrupción e ignorancia.



El bucle se inicia en 1952 cuando el MNR nacionalizó las compañías mineras de Patiño, Hochschild y Aramayo creando la Corporación Minera de Bolivia, COMIBOL.

Entre 1964 y 1982 las dictaduras militares llevaron a cabo reformas económicas de tinte conservador, como la reapertura de las minas de estaño a las inversiones privadas extranjeras. Con las excepciones de Alfredo Ovando que en 1969 nacionalizó la Gulf Oil Company en Santa Cruz de la Sierra y de Juan José Torres (1970-1971) que nacionalizó la Mina Matilde.

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Después de treinta y tres años, Bolivia llega a 1985 con su economía destruida y el pueblo boliviano tan pobre como siempre. El MNR nuevamente en el poder, dicta el Decreto Supremo  21060 e inicia el ciclo privatizador de las empresas estatales con el desmantelamiento de la COMIBOL que él mismo había creado treinta y tres años antes. Posteriormente, el gobierno de Paz Zamora (1989-1993) en acuerdo con ADN inicia una primera ola de privatizaciones con Samuel Doria Medina como ministro de Planeamiento y Jefe del Gabinete Económico (1991-1993). Mientras Jorge Tuto Quiroga ejercía de subsecretario de Inversión Pública y Cooperación Internacional dentro del Ministerio de Planeamiento. En 1990 fue subsecretario de Inversión Pública y en 1992 ministro de Finanzas.

Luego los gobiernos de Sánchez de Lozada (1993-1997), Banzer (1997-2001), Quiroga (2001-2002) y nuevamente Sánchez de Lozada continuarían con la privatización y capitalización de las empresas nacionales hasta que en 2003 este último, renuncia al cargo forzado por el descontento ciudadano con protestas violentas en la denominada guerra del gas donde los sectores populares pedían la nacionalización de los hidrocarburos. De esta manera, después de dieciocho años acaba el ciclo privatizador con un fracaso rotundo y como siempre, a costa del hambre del pueblo. Asume la presidencia Carlos Mesa, pero el poder político le niega todo apoyo y renuncia el 2005, siendo sucedido por Rodríguez Veltzé con carácter transitorio (2005-2006).

En 2006 el MAS en el gobierno expropia los hidrocarburos recuperando su propiedad para el Estado y da inicio nuevamente a otro ciclo de nacionalización y creación de empresas estatales, cuyo resultado transcurridos 19 años es el total deterioro económico, institucional, social y moral que experimenta hoy el país. Desde 1952 han pasado 73 años caracterizados por la lucha permanente por el poder político y económico y la adopción de políticas cortoplacistas centradas en intereses partidistas y privados y nunca en mejorar la vida del ciudadano boliviano.

Hoy a las puertas de elegir un nuevo gobierno es imperativo optar por una nueva visión de país y en este sentido corresponde que los precandidatos Doria Medina y Tuto Quiroga quienes fueron parte activa de la política fracasada del pasado por coherencia con ellos mismos y con la historia den un paso al costado y desde allí brinden su aporte, vocación y compromiso patriótico apoyando una candidatura con una nueva visión acorde con el devenir histórico de Bolivia.

Considero que también por coherencia con el devenir histórico que le otorga a Santa Cruz una gran influencia como motor productivo y económico del país la candidatura de Branko Marinkovic es la opción que Bolivia necesita hoy y no sólo por la simple razón de que sea cruceño sino porque se trata de un profesional brillante y empresario agroindustrial exitoso con una trayectoria intachable. Porque creció aprendiendo de sus padres a valorar el trabajo y a crear riqueza y prosperidad gracias al esfuerzo propio. Y porque además tiene una gran vocación de servir y no de servirse como lo demostró en su gestión como presidente del Comité Pro Santa Cruz (2007-2009) donde brindó mucho para defender la libertad y democracia de Bolivia ante la arremetida del MAS en su afán de imponer a como dé lugar su modelo totalitario castro-chavista, lo que le costó persecución y exilio.

Dice la sabiduría popular que ‘buey solo bien se lame’ pero es seguro que no consigue votos y con ese objetivo corresponde a Branko establecer alianzas, en primer lugar, con la oposición real al régimen que fue elegida legítimamente, como son Comunidad Ciudadana y Creemos que día a día pelean, literalmente, por hacer prevalecer la democracia y el Estado de derecho. Ambas fuerzas, hoy depuradas por simple decantación, cuentan con admirables parlamentarios como Luisa Nayar, Andrea Barrientos, María René Álvarez, Bazán, Ormachea, Seoane, Alarcón, Montero, Urquidi, por citar sólo a algunos entre muchos otros. Precisa también tejer alianzas con todos los políticos que representen ideas y propósitos frescos en los nueve departamentos para formar un equipo de oposición cohesionado que pueda desarrollar una nueva y eficiente política económica, que luche efectivamente contra la endémica corrupción profundamente enraizada en la sociedad y que es una de las causas de pobreza y hambre en un país vulnerable como el nuestro y que además priorice como política fundamental la educación del ciudadano boliviano como herramienta clave para el desarrollo del país.

Pero también por coherencia, Branko deberá marcar límites con ADN que justamente fue parte de las actuaciones fracasadas del siglo pasado.

Finalmente y como un punto aparte mencionar que en entrevista con la periodista Jimena Antelo, Branko hizo un comentario equivocado que fue desvirtuado en el momento por la gentil y bien informada periodista y queda claro que el fallecido Dr. Armando Loayza Mariaca fue un prestigioso Diplomático de carrera y como tal fue un meritorio funcionario de la Cancillería y embajador en varias ocasiones, además de ciudadano ejemplar. Este equívoco con seguridad fue inducido por algún asesor desinformado y mal intencionado.

Ingrid Wichtendahl


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