Las labores de búsqueda y rescate se llevaron a cabo en un entorno hostil, marcado por temperaturas bajo cero, fuertes vientos y la inestabilidad del hielo, lo que representó un desafío para los equipos de emergencia.
Por Alejandra Villalobos
Fuente: Infobae
En medio de condiciones climáticas extremas y un terreno inestable, las autoridades de Alaska lograron recuperar los restos de las diez personas que perdieron la vida en un accidente aéreo ocurrido el pasado jueves. Según informó Associated Press (AP), el avión, un monomotor turbohélice operado por Bering Air, se estrelló sobre una placa de hielo en el mar de Bering mientras cubría la ruta entre Unalakleet y Nome, dejando sin vida a los nueve pasajeros y al piloto.
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El Departamento de Bomberos Voluntarios de Nome confirmó la recuperación de los cuerpos a través de su página de Facebook el sábado por la tarde. Este esfuerzo se realizó contrarreloj, ya que un fuerte temporal de nieve y vientos de hasta 72 kilómetros por hora (45 millas por hora) estaba previsto para la región esta misma noche, lo que habría complicado aún más las labores de rescate.
El avión siniestrado fue localizado el viernes, un día después de su desaparición, sobre una placa de hielo flotante que se desplazaba a una velocidad de aproximadamente 8 kilómetros (5 millas), según detalló la presidenta de la Junta Nacional de Seguridad en el Transporte (NTSB), Jennifer Homendy, en una conferencia de prensa. La inestabilidad del hielo y las condiciones meteorológicas adversas representaron un desafío significativo para los equipos de rescate, que incluyeron helicópteros Black Hawk, aviones de carga y personal especializado de la Guardia Nacional de Alaska.
Una operación de rescate marcada por desafíos extremos
Las operaciones de búsqueda y rescate se llevaron a cabo en un entorno hostil, caracterizado por temperaturas de hasta -8,3 ℃ (17 ℉), nieve ligera y niebla densa. Equipos de la Guardia Costera de Estados Unidos y rescatistas especializados desplegaron recursos aéreos y marítimos para localizar el avión, un Cessna Caravan, que había desaparecido a unos 48 kilómetros (30 millas) al sureste de Nome.
El análisis de datos de radar proporcionado por la Patrulla Aérea Civil de Estados Unidos reveló que la aeronave experimentó una rápida pérdida de altitud y velocidad alrededor de las 15:18 del jueves, pocos minutos después de haber perdido contacto. A pesar de contar con un transmisor localizador de emergencia, no se registraron señales de alerta, lo que sugiere posibles fallos técnicos al momento del impacto o un mal funcionamiento del equipo al entrar en contacto con el agua salada.
Fotografías del sitio mostraron el fuselaje del avión destrozado y escombros esparcidos sobre la superficie del hielo. La recuperación de los cuerpos fue compleja debido al riesgo de fractura del hielo flotante y la necesidad de realizar operaciones rápidas antes de la llegada de una nueva tormenta invernal. Los rescatistas utilizaron helicópteros para transportar a los equipos de intervención y desplegaron nadadores de rescate para asegurar el área y extraer los restos.
La presidenta de la NTSB, Jennifer Homendy, afirmó que, si bien la prioridad inicial fue la recuperación de las víctimas, se abrirá una investigación exhaustiva para determinar las causas del accidente. “Nuestro objetivo es identificar los factores que contribuyeron a esta tragedia para mejorar la seguridad de la aviación en Alaska y en todo el país”, declaró.
Impacto en la comunidad y reacciones oficiales
El accidente ha tenido un profundo impacto en las comunidades de Nome y Unalakleet, donde la pérdida de diez vidas ha generado una ola de dolor y consternación. Entre las víctimas se encontraban Rhone Baumgartner y Kameron Hartvigson, quienes se encontraban en Unalakleet para realizar trabajos de mantenimiento en un sistema de recuperación de calor esencial para la planta de agua de la comunidad. “Estos dos miembros de nuestro equipo perdieron la vida sirviendo a los demás”, expresó David Beveridge, vicepresidente de salud ambiental e ingeniería del Consorcio de Salud Tribal Nativa de Alaska, en un comunicado.
El resto de las víctimas no ha sido identificado públicamente, pero se confirmó que todos los ocupantes del avión eran adultos y que el vuelo formaba parte de un servicio regular de transporte de pasajeros. El director de operaciones de Bering Air, David Olson, informó que la aeronave despegó de Unalakleet a las 14:37 y que se perdió contacto con ella menos de una hora después.
El alcalde de Nome, John Handeland, expresó su pesar y resaltó la resiliencia de la comunidad en tiempos de adversidad. “Nome es una comunidad fuerte, y en momentos difíciles nos unimos para apoyarnos mutuamente”, afirmó. Por su parte, la senadora estadounidense Lisa Murkowski lamentó la tragedia, calificándola como una pérdida difícil de aceptar, y ofreció sus condolencias a las familias afectadas.
Bering Air, que opera vuelos regulares a 32 aldeas en el oeste de Alaska, también emitió un comunicado en el que expresó su profundo dolor por el accidente y brindó apoyo emocional a los familiares de las víctimas. La compañía habilitó una línea telefónica de asistencia para proporcionar actualizaciones sobre la investigación y apoyo psicológico a quienes lo necesiten.
La aviación en Alaska: un medio vital en un entorno desafiante
Este trágico accidente pone en evidencia la dependencia crítica de la aviación en Alaska, un estado caracterizado por su geografía extensa, condiciones climáticas extremas y la falta de infraestructura vial en muchas regiones. En comunidades remotas como Unalakleet, los aviones no son un lujo, sino una necesidad para el transporte de personas, suministros médicos, alimentos y otros bienes esenciales.
Las operaciones aéreas en Alaska están expuestas a desafíos únicos, que incluyen cambios climáticos abruptos, visibilidad reducida y condiciones extremas que pueden afectar tanto la aeronave como a la tripulación. A pesar de los avances tecnológicos en materia de seguridad aérea, la región sigue registrando una tasa de accidentes más alta que en otras partes de Estados Unidos.
Este incidente se suma a una serie de accidentes aéreos recientes en el país, lo que ha intensificado el debate sobre la necesidad de mejorar las regulaciones de seguridad y la capacitación de pilotos que operan en entornos de alto riesgo. La NTSB continuará investigando para determinar si factores como fallos mecánicos, errores humanos o condiciones climáticas extremas contribuyeron al siniestro.
Mientras tanto, las comunidades afectadas enfrentan el dolor de la pérdida y la difícil tarea de reconstruir tras la tragedia. La memoria de las víctimas y la solidaridad mostrada por sus vecinos reflejan la fortaleza de quienes habitan una de las regiones más desafiantes de Estados Unidos.