Soy de la iniciativa de que la gestión del conocimiento debe estar imbricada en el poder, es decir en el gobierno y, por lo tanto, se debe evitar –en lo principal- las visiones ideológicas e ideologizantes que le pueden dar identidad o contenido político al plan del gobierno de turno y que a la larga nos postran como país en el atraso, la dependencia y el rezago científico y tecnológico.
Durante el periodo de los gobiernos neoliberales, la “fiebre privatizadora” (ideología del fin de las ideologías y el reinado mundializado del capital) dejó en manos de privados los proyectos nacionales, para posteriormente construir un Estado prebendal, populista y extractivista (MAS) donde prima la “fiebre pachamamista”.
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El concepto pachamámico es certero, nacido como una categoría gracias al aporte de Félix Encinas Laguna (https://democraciasur.com/wp-content/uploads/2021/01/GudynaPachamamistasCriticaEtiquetas21.pdf) que percibió a la gestión estatal del MAS como ritualista y cada vez más ajena al conocimiento que permite la transformación de nuestra realidad.
Veamos algunos ejemplos: el populismo del MAS planteó la vigencia prolongada de las subvenciones, no sólo a los carburantes y la elaboración del pan (95% y 5% respetivamente del monto total de la subvención)), sino también a las actividades cooperativistas con la vigencia de la Ley Nº 186, Ley de 17 de noviembre de 2011 “Régimen de tasa cero en el impuesto al valor agregado para la venta de minerales y metales en su primera fase de comercialización”.
También generó los apoyos directos e indirectos al agronegocio y a la política benevolente de ampliación de los cultivos de hoja de coca. Ideológicamente se buscaba beneficiar a estas corporaciones y sindicatos a cambio de su apoyo político. Al pasar los años y socavarse económica y financieramente esta política ideologizada, la subvención es insostenible, y por ello sus transformaciones debe ser explicada desde el conocimiento, con sus rigideces teóricas y metodológicas (absolutamente necesarias) y no desde “otras ideologías”, como las liberales.
Bolivia ha perdido y sigue perdiendo mucho al no tener una política de Estado del conocimiento, que vale la pena puntualizar, puede incluso nacer de una visión ideológica, pero que tendrá que criticarla para erigirse como ciencia. Esto significa un momento epistemológico de articulación, donde el conocimiento conversa con los saberes de la población, en un acto de potenciar el pluralismo que constituye la bolivianidad.
El Estado boliviano tendría una cognición anómala y degenerativa. ¿Cómo puede explicarse que durante el desarrollo pleno de YPBF se hubiera tenido capacidades de exploración de gas y petróleo y ahora no? Es evidente que hubo en el pasado algunos momentos de encuentro que posibilitaron ciertos avances. Por ejemplo, el Ingeniero Enrique Mariaca Bilbao, defensor de los recursos naturales, fue un fecundo pensador del aprovechamiento del petróleo y gas para los bolivianos y fue parte de una experiencia de exploración y perforación de pozos petroleros bajo el conocimiento y experiencia centralizada en YPFB. En una de sus memorables intervenciones hablo de que la estatal petrolera tenía taladros de perforación y un conocimiento propio para realizar exploraciones exitosas. Hoy, la dependencia es mayor y la necesidad de contratar inversores extranjeros es absoluta.
En el pasado se ha explotado plata, estaño y no podemos fundir los concentrados y dejar de exportar materias primas.
En el tema agrícola, somos el país con los menores rendimientos en la región, desde la papa, trigo, maíz, soya, caña de azúcar y toda esta producción se realiza con insumos importados e incluso con dependencia total, en aquellos donde se utiliza semillas transgénicas y sus agrotóxicos complementarios y tolerantes.
En todos estos ejemplos no se ha sistematizado los logros, retrocesos y no queda nada objetivo para avanzar, todo el conocimiento se ha perdido.
Durante estas décadas sólo se ha gobernado desde el derecho y desde los intereses políticos, imponiendo políticas públicas que posibilitan la apropiación de la acumulación de capital estatal generada.
La gestión del conocimiento como núcleo de las políticas públicas, las transformaciones del Estado y la renovación debe ser una realidad a partir de la elección del nuevo gobierno.