En su mes aniversario, tanto de fundación como de independencia, Santa Cruz de la Sierra vive el peor día de sus últimos 40 años de existencia.
El imperio del populismo, la ilegalidad, la informalidad y la incapacidad han tomado, a la vez, todos los espacios públicos de la metrópoli más grande y más habitada del país.
Este lunes 3 de febrero casi un millón de niños, adolescentes, jóvenes y maestros debían celebrar la vuelta a clases, el primer día del año escolar 2025. Ha sido una fecha de angustia y, lo peor, naturalizada.
Pocas familias no han sido afectadas por una jornada que, además de tórrida por la ola de calor (38ºC – 40ºC, con sensaciones térmicas mayores), amaneció con las calles y las avenidas de la ciudad paralizadas por los bloqueos anunciados y realizados por la dirigencia de los sindicatos de micros.
Los «dueños» del transporte «público» no lograron ningún acuerdo con el Alcalde para ajustar el precio del pasaje urbano local.
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En Bolivia, rige la libre oferta y demanda en el comercio; sin embargo, las políticas nacionales regulan, fijan y controlan los precios de algunos servicios básicos. De la misma manera, el gobierno nacional pretende penalizar el alza de algunos productos agrícolas que componen la canasta familiar y son fruto del trabajo particular, sea empresa, cooperativa, asociación de agricultores, campesinos.
En el ámbito local, las autonomías municipales tienen la competencia del transporte público urbano, pero también tienen responsabilidad sobre la infraestructura y equipamiento escolar, el desayuno escolar, infraestructura y equipamiento del primer y del segundo nivel de salud, sobre los espacios públicos (calles, avenidas, parques, plazas, canchas).
Volvamos al desastre local de este lunes abrasador:
1. Primer día del año escolar con la ciudad bloqueada por un paro general indefinido del transporte público urbano (micros).
2. Las unidades educativas municipales (más de 700) sin refacciones ni condiciones aceptables para recibir al alumnado. Varios estudiantes han tenido que recibir atención médica por vómitos e indisposición, aparentemente afectados por la fumigación.
3. El desayuno escolar, un derecho de la población estudiantil, no ha sido contratado para la gestión 2025.
4. Las oficinas municipales han estado cerradas porque los funcionarios no pueden ingresar (varios días de la semana laboral) gracias a los bloqueos organizados por los transportistas y sus familias (al mejor estilo del paro de las rotondas de 2019: con reposeras, toldos, sillas y mesas, conservadoras y asistencia masiva de comerciantes ambulantes con refrescos, hamburguesas, empanadas, menú variado)
5. La ciudad se encuentra tapada de basura en los espacios públicos, incluidos los canales de drenaje (abiertos) y de áreas verdes amontadas. Los parques urbanos parecen abandonados y en deterioro.
6. El servicio de emergencias de ambulancias municipales está paralizado por falta de combustible. El mantenimiento de una ciudad del tamaño y la cantidad de obras y servicios públicos a cargo del Gobierno Municipal no han sido real y efectivamente dimensionados por sus autoridades.
7. El lío judicial en torno a los derechos propietarios de un privado sobre los terrenos de un mercado público de abastecimiento, no sólo pone en entredicho un asunto de millones de dólares, sino la seguridad jurídica de los espacios públicos, teóricamente bajo dominio propietario municipal.
8. El abastecimiento de combustibles (diesel, gasolina), sujeto al eventual carguío de cisternas estatales, con largas filas de vehículos privados y públicos a la espera de su turno.
9. El sobredimensionamiento centralizado de la burocracia municipal impide que la gestión funcione en cada distrito más allá de las circunstancias políticas de sus autoridades y los sectores en conflicto. La fiscalización se ha transformado en un reality de redes sociales con fines de demolición virtual sin efectos correctivos visibles a favor de la ciudadanía.
10. La mancha urbana de Santa Cruz de la Sierra crece imparable con base en el caos vehicular, promovido por el boom del desarrollo inmobiliario y la especulación de las tierras periurbanas sin planificación sostenible ni acompañamiento de algún plan de movilidad urbana, junto al ilimitado plan de pavimentación que revaloriza los nuevos loteamientos.
Ninguna ciudad de tres millones de habitantes en América del Sur ha logrado reunir tantos problemas irresueltos como Santa Cruz de la Sierra. La salva el emprendedurismo de la mayoría, el verdor que aún la rodea y la libertad que le queda a sus habitantes.
Dicen que el Alcalde está con crisis de nervios. Posiblemente, sea el virus aquel de que quien no aprende de la historia, está condenado a repetirla.
Por Gabriela Ichaso.
Fuente: ideastextuales