El encéfalo tiene tres partes: el cerebelo y el tronco encefálico controlan las funciones automáticas como el movimiento muscular, la respiración, la digestión. La tercera es el cerebro, que tiene dos partes: el hemisferio izquierdo, que llaman digital, más verbal, analítico y ordenado, tiene que ver con leer, escribir, hacer cálculos, la lógica, las matemáticas, los hechos. Por otro lado está el hemisferio derecho, que llaman analógico, visual, intuitivo, aloja la creatividad, las emociones, la imaginación, el pensamiento holístico, la intuición, el arte, el ritmo, las fantasías, la comunicación no verbal. De alguna manera se relacionan con lo que Daniel Kahneman llama pensamiento lento y pensamiento rápido.
Los dos hemisferios suelen funcionar comunicados entre sí, pero parecería que muchos políticos han mandado de vacaciones a su hemisferio izquierdo. En las sociedades democráticas, se ganan las elecciones con emociones, imágenes, lenguaje corporal, música y memes, pero sería bueno que los gobernantes usaran también el hemisferio izquierdo y analizaran racionalmente las cosas, partiendo de hechos. Aunque suene anticuado, sería bueno que leyeran, pensaran, dudaran.
Trump hizo cosas que lo han enfrentado con buena parte del mundo, particularmente con sus aliados, y pueden desatar una ola antinorteamericana que ayudaría al oscurantismo ruso e islámico, afectando a quienes creemos en la democracia.
Es delirante la idea de transportar a dos millones de gazatíes a Egipto, para construir en Gaza la Riviera de Medio Oriente. Así es como enfrenta los problemas internacionales un desarrollador de negocios inmobiliarios. La palabra “palestina” la crearon los romanos para referirse a la “Siria de los filisteos”. Estos se asentaron en Gaza siglos antes del nacimiento de Jesús. David, fundador de Israel, luchó en contra de Goliat, un filisteo que venía de Gaza. Egipto no va a aceptar de ninguna manera que se afinquen dos millones de palestinos en su territorio, la idea es una provocación insoportable que afecta a los países moderados del Medio Oriente.
En la mente de Trump el hemisferio derecho ha bloqueado al izquierdo. Dice que quiere “recuperar” Groenlandia, isla a la que llegaron los daneses antes del año mil. La Iglesia católica creó, en 1126, la Diócesis de Garðar, dependiente del reino de Noruega-Dinamarca. Cabría más bien que los daneses quisieran recuperar Manhattan, a la que en ese entonces llamaron Vinland. Esta semana la OTAN anunció que podría enviar tropas para defender Groenlandia de Trump. Lo que faltaba para debilitar a Occidente: la OTAN combatiendo con el ejército de Estados Unidos.
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La deportación masiva de latinos, una eventual invasión a Panamá, sacar el idioma español de todo sitio oficial de EE.UU. y otra serie de medidas xenófobas antilatinas van a provocar un resurgimiento del sentimiento antinorteamericano en la región. La brutalidad de Maduro, que carece de lóbulo izquierdo, ayudó a hundir al socialismo del siglo XXI. Trump puede ser el Maduro de Occidente.
Las teorías conspirativas son propias de la sociedad hiperconectada. Federico Krause dijo que los partidos políticos reemplazaron a la religión tradicional después del Iluminismo, creando nuevos libros sagrados y profetas. En la sociedad actual, la gente perdió la fe en los textos de la política y tutea a sus profetas. En vez de leer El capital ve películas sobre astronautas ancestrales. Están de moda las teorías conspirativas.
Los creyentes de los platillos voladores dicen que “el gobierno” oculta información sobre el tema, como si todos los mandatarios comunistas que hubo, los norteamericanos, los ayatolás y los gobiernos europeos estuvieran de acuerdo para ocultar que, en el Neolítico, unos seres viajaron miles de años para ayudar a mover unas piedras y después se fueron.
Otros, a los que el Papa llamó desquiciados, creen que las fuerzas del maligno han instalado en el Vaticano a varios antipapas que trabajan para él. Se disfrazan y hacen ceremonias graciosas en la Iglesia palmariana, con su papa Pedro III, que supuestamente salvará a la cristiandad. Algunos dicen que los iluminati gobiernan el mundo desde la oscuridad. Los atacantes del Capitolio amnistiados por Trump creen que Hillary Clinton organizó una red mundial de pederastas para combatir al republicano.
Siempre hubo personajes que difundieron supersticiones conspirativas en la población, pero lo grave es que ahora gobiernan la Unión. Trump y Musk creen que existe un “Estado profundo”, una asociación secreta de individuos y organizaciones que tratan de impedir que Trump lleve adelante sus políticas, basada en el poder fáctico de burócratas, cuyo poder trasciende las elecciones y los cambios de gobierno.
Siempre hubo personajes que difundieron conspiraciones. Pero ahora gobiernan.
El nuevo gobierno ha arremetido en contra de instituciones que se suponen sede de esta conspiración. Siempre censuré que se usen los servicios de inteligencia para hacer política, algo usual en Argentina. Antes de las elecciones en que ganó la presidencia Macri, pedí la disolución de la SIDE y su reemplazo por una agencia profesional, dedicada a combatir el delito grave, la trata de personas y el narcotráfico. Fui víctima del espionaje interno y no lo he respaldado en ningún gobierno.
Pero es un secreto a voces que Estados Unidos tiene una red para impulsar sus políticas, sobre todo las menos santas, en distintos países del mundo. Hay personas que trabajan en el espionaje, cumplen misiones ilegales, ayudan al gobierno norteamericano haciendo el trabajo sucio, normalmente mezcladas con personas que creen que están trabajando por ideales democráticos.
Ahorrar el dinero público no lo es todo. Sería poco prudente que, por guardar unos pesos, Trump publicara los nombres de todos los agentes de la CIA en el mundo. Matarían a muchos de ellos, que han ayudado a la política, no de un presidente, sino del estado norteamericano.
Musk arremetió en contra de la Usaid, agencia que siempre estuvo en el borde de lo legal. Cree que es la típica institución woke que, con el pretexto de impulsar causas nobles, ha financiado a personajes como Zelenski en Ucrania y Juan Guaidó en Venezuela. Siempre fue un secreto a voces que la Usaid ayudaba a políticos identificados con Estados Unidos, pero no era de esperarse que el propio presidente norteamericano los denunciara.
La visión parroquiana del gobierno republicano lo lleva a aislarse del mundo, tratando de volver a una etapa de la historia en que su país fue grande sin emigrantes, sin mujeres fuera de la cocina, sin libertad sexual, lleno de campesinos supersticiosos y obreros poco educados moviendo las fábricas. En esa realidad se pudo creer que el Génesis explica mejor el origen del ser humano que la ciencia, pero ahora existe una montaña de investigaciones que demuestra que ese es un texto simbólico que nada tiene que ver con la historia.
La Usaid, ahora satanizada, apoyaba a la oposición venezolana, quieren investigar a María Corina Machado y a Juan Guaidó. Los derechistas parroquianos quisieran enjuiciarlos y meterlos presos por manejar indebidamente fondos de los contribuyentes. Trump, que no recibió a González en su inauguración, mandó a un alto funcionario a negociar con Maduro, reconociendo de facto a la dictadura. En lo que más importa, extendió el permiso para que Chevron siga trabajando en Venezuela, proporcionando divisas al gobierno militar. Como diríamos en Argentina, negocio mata ideal. Es posible organizar un coctel, pagado por Chevron, al que asistan Maduro, Diosdado, Trump y Musk.
El gobierno de Milei debería tomar nota de todo esto y analizar con objetividad la realidad. Él cree que es muy amigo de Trump, pero eso no es tan real. Fue un triunfo estar en el reducido grupo que asistió a la inauguración en el Capitolio, al que concurrieron solo dos mandatarios latinoamericanos: él y Daniel Noboa, de Ecuador, pero eso no significa ser amigo. Ambos se han saludado en eventos multitudinarios, pero nunca han conversado cara a cara. Macri era más amigo de Trump: estuvieron juntos muchas veces, tuvieron negocios inmobiliarios conjuntos en su juventud.
Es imprudente poner todas las esperanzas en un Trump que hace acuerdos con Maduro.
Milei tiene una buena relación, pero Argentina es geopolíticamente menos importante que Venezuela y no contamos nosotros en la América que Trump quiere hacer grande. Ha dicho explícitamente que Hispanoamérica no le importa para nada. Es imprudente poner todas las esperanzas en un Trump que hace acuerdos con Maduro.
En política es una mala idea ser incondicional. El más fuerte añade al sometido a la lista de esclavos y no le hace más caso. Cuando el único presidente economista va al Foro Económico Mundial de Davos a hablar de sexualidad, para satisfacer las angustias mal resueltas de Musk y Trump, cree que está ingresando a la lista de quienes ellos admiran, sin darse cuenta de que ingresa al inventario de cachivaches.
Trump tiene una ideología nacionalista y proteccionista en la que la posibilidad de ayudar económicamente a Argentina no tiene prioridad, aunque sus dirigentes digan que van a perseguir a latinos y homosexuales. Esos son privilegios para los homófobos sajones. Trump y Musk fueron maltratados por padres brutales, sufrieron bullying en la escuela, tratan de desquitarse de los fantasmas de su infancia persiguiendo a los demás, pero unirse a la turba que lincha no hace a nadie respetable.
Sigmund Freud detestaba a Thomas Woodrow Wilson por su mesianismo y fundamentalismo religioso. Junto con William Bullitt, escribió El presidente Thomas Woodrow Wilson. Un estudio psicológico, libro que analiza la actuación de un mandatario que, en su criterio, estaba atormentado por neurosis y la psicosis que explicaban sus actitudes.
El problema está en que esas psicosis de Wilson influyeron en la suerte de la Primera Guerra Mundial y las de Trump pueden hundir a Occidente.
Jaime Durán Barba
Profesor de la GWU. Miembro del Club Político Argentino.