Liderazgos para un nuevo ciclo


 

Bolivia no cuenta con un líder político que tenga la voluntad de romper con creatividad e inteligencia el círculo vicioso de odio y venganza existente hacia el adversario político. Bajo el argumento de conspiración, conjura o riesgo, se ha procedido en doscientos años de vida republicana a desacreditar, perseguir, encarcelar, exiliar, asesinar, confinar en campos de concentración (isla de Coati) a políticos, militares, disidentes, detractores, escritores, artistas, universitarios, obreros, sindicalistas, entre muchos otros que en determinado periodo de su vida, sufrieron las consecuencias más terribles e inimaginables provocadas por el poder político, encarnado en la figura del Estado.



El debate – arrancado de cuajo en lo que va de éste primer cuarto de siglo –, gracias a la realización del foro: “Liderazgo para un Nuevo Ciclo”, organizado por la revista especializada Nueva Economía, a la cabeza de Carola Capra y todo su equipo, en colaboración con El Deber y Radio Panamericana, ha vuelto a Bolivia. Hay que puntualizar que escuchar no resulta sencillo de aprender, lo primero que se debe tener es voluntad para hacerlo. Segundo, hay que dejar que el interlocutor concluya, respetando su intervención y sin interrumpir la misma cuando apenas se ha llegado al punto y aparte; lo mejor en un debate, es escuchar al adversario hasta el final, sólo así podrá sacarse conclusiones válidas, detalles sobre el ludibrio político con el que algunos intentan sorprender al pueblo.

El foro tuvo una metodología interesante a través de la cual, los organizadores brindaron a cada participante el espacio suficiente para dar a conocer propuestas e ideas relacionadas a su aspiración política, seguida de una ronda de preguntas realizada por cada uno de los representantes de los grupos organizadores. Claramente, esta actividad ha logrado despertar el sentido crítico de la ciudadanía, en un año que se pinta un tanto complejo por la profunda crisis social, económica y política por la que atraviesa el país.

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Creo que cada uno de los precandidatos que aspiran a hacerse con la presidencia del país a partir de noviembre de este año, fieles a su estilo, emplearon el tiempo del que disponían para mostrar su personalidad y el virtuosismo de sus propuestas. Desde quienes simplifican la gravedad de la crisis y proponen resolver el problema económico en cien días, pasando por los que hablan de federalismo con una coparticipación del 70% para las regiones; los hay también quienes desde su encierro intentan abrazar con mayor fuerza a su región, dando además un giro de ciento ochenta grados hacia una propuesta de corte liberal. También estuvieron presentes quiénes no quieren que se olvide el engaño que representa el modelo económico social comunitario y productivo.

Una jornada bastante intensa, que continuaría por la tarde con la exposición de ideas – abstrayendo a mi mente como una ráfaga, hoy, como hace veinte años, un Evo Morales conciliador, humilde, políticamente correcto, con el guion bien aprendido y una sociedad sumisa que se doblega dócilmente ante la seducción del “wokismo” –. La misma estrategia de hace dos décadas, vuelve con los herederos del régimen más perverso que ha gobernado el país, abogando por “tolerancia y planificación” como eje de un nuevo pacto social, mientras en las cárceles se cuentan por centenares los presos políticos y miles de compatriotas de la generación del Bicentenario permanecen exiliados (para que la historiadora Lupe Cajías siga preguntándose ¿Dónde están?)

A mi modo de ver, el más sobresaliente de todos fue Rodrigo Paz, a quien tuve la oportunidad de escuchar por primera vez de forma íntegra. Creo que es él quien se mostró más solvente que el resto al momento de compartir sus propuestas, ideas y experiencias, haciendo gala de una formación innata como líder político, de la que carecen varios de los precandidatos. Eso sí, habrá que reparar en la catalogación como líder emergente, toda vez que un liderazgo nuevo, no corresponde a quien ya transitó por diferentes niveles del Estado.

Como era de esperar, la economía fue el “kit” de la cuestión en torno a las propuestas de los precandidatos, un Estado más pequeño, liberar exportaciones, bajar impuestos, soluciones repetidas por uno y por otro, propuestas interesantes y otras inverosímiles. Un primer ejercicio que no puso sobre el tapete asuntos relacionados a la profunda crisis de valores morales por las que atraviesa el país, nadie habló de renovar la política, de acabar con el ciclo de los políticos de la vieja guardia que derivan de la tradición de los 500 años (1992), para comenzar a hablar de los “Liderazgos para un Nuevo Ciclo”.

En un artículo reciente, la historiadora paceña Lupe Cajías, pregunta vehementemente “¿Dónde está la generación del Bicentenario?” Aquella generación llamada a tomar el relevo en los destinos del país. Una generación perseguida, amenazada, acallada, proscrita e invisibilizada en los últimos 20 años. “Todavía no aparece la generación crecida en este cuarto de siglo que reemplace a los moribundos rostros de candidatos para agosto de 2025” (Lupe Cajías).

La generación del Bicentenario libra una batalla cultural constante contra la generación de los 500 años, el sistema de partidos (imperante en el país), contra el abuso, la persecución y el amedrentamiento. Es un liderazgo huérfano, confrontado a una generación del régimen de gobierno que practica violencia sistemática en lugar de promover diálogo y concertación. Una generación enfrentada a la intolerancia que no admite el surgimiento de líderes nuevos, emergentes y que se encarga de cortar cabezas que hacen sombra, amenazando la figura del “líder político”.

A partir de lo que fue éste primer ejercicio de fortalecimiento democrático en el país, destacado por ser el primero de similares características en los últimos veinte años, creo que es menester incluir en los debates temas más profundos. Hablar de la refundación del país, una nueva asamblea constituyente, seguridad jurídica, separación de poderes, respeto a la institucionalidad, liberalización de la economía, apertura de Bolivia al mundo, entre muchos otros temas que permitan mirar al siglo XXII (veintidós) con optimismo. Hay que dejar de lado las prácticas de odio que insisten en mirar en retrospectiva por más de 500 años, dando fin de una buena vez a las soluciones cortoplacistas y medidas parches que forman parte de las propuestas de los precandidatos.

Finalmente, vale recordar que “por la noche todos los gatos son pardos”, por eso es importante que se aperturen espacios de diálogo, debates e intercambio de ideas como el foro: Liderazgo para un Nuevo Ciclo, para permitir aclarar el escenario político tan enrarecido , dando oportunidad a la ciudadanía para que conozca de qué color es el gato y pueda distinguir acerca de los valores y virtudes que rodean a aquellos hombres que pretenden ocupar la primera magistratura del país, eligiendo reflexiva e inteligentemente, sin apasionamientos volátiles inspirados por propuestas demagógicas que sólo causan daño a la democracia.

Don Eliodoro Camacho, fundador del Partido Liberal de Bolivia (1883) decía: “La libertad cuenta con dos enemigos capitales: los excesos del poder que la ahogan fingiendo protegerla, lo cual denominamos tiranía y los actos personales, que la deshonran con el abuso y pretexto de servirla, lo que llamamos anarquía”.

Estamos acostumbrados a ver al poderoso como si se tratara de un gigante, esto es, porque nos empeñamos en mirarlo de rodillas y ya va siendo hora, de ponerse de pie.

Por: Carlos Manuel Ledezma Valdez


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