Esto significa que Bolivia ya consume más gas del que comercializa, una situación sin precedentes que pone en riesgo la estabilidad energética y económica del país.
Periodismo que Cuenta
Fuente: El Día
La producción de gas natural en Bolivia ha alcanzado niveles críticos. En marzo, la producción diaria llegó a 24 millones de metros cúbicos, una cifra alarmante si se considera que el consumo interno asciende a 15 millones de metros cúbicos diarios y las exportaciones a Brasil rondan los 10 millones.
Esto significa que Bolivia ya consume más gas del que comercializa, una situación sin precedentes que pone en riesgo la estabilidad energética y económica del país. Según el experto en hidrocarburos Fernando Rodríguez Calvo, esta realidad refleja un modelo energético insostenible que exige medidas urgentes.
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A esto se suma la paralización de la Planta de Urea, así como de las plantas cementeras estatales en Potosí y Oruro, debido a la falta de gas. La crisis se profundiza porque la menor producción de gas implica también una menor cantidad de líquidos asociados, como gasolina y diésel, lo que obliga al país a incrementar sus importaciones de hidrocarburos en un contexto de escasez de dólares.
LA DRÁSTICA CAÍDA DE LA PRODUCCIÓN
En su mejor momento, Bolivia producía 62 millones de metros cúbicos diarios de gas natural. Hoy, esa cifra se ha reducido a 24 millones. Campos clave como Margarita-Huacaya producen actualmente 8 millones de metros cúbicos diarios, Sábalo 6 millones, Incahuasi 6 millones y San Alberto apenas 1.2 millones. A esta situación se suma un alarmante agotamiento de los pozos, que están reportando más agua que gas, lo que evidencia el declive natural de los yacimientos sin nuevas exploraciones significativas.
La producción de líquidos también ha disminuido drásticamente. Antes, cada millón de pies cúbicos de gas contenía 54 barriles de líquidos en campos como Margarita-Huacaya. Hoy, esa cifra ha caído a 22 barriles, reduciendo la disponibilidad de combustibles líquidos y aumentando la necesidad de importación.
UN MODELO ENERGÉTICO INSOSTENIBLE
El experto en hidrocarburos Fernando Rodríguez Calvo advierte que la actual crisis del gas es solo la punta del iceberg. En su análisis, estima que Bolivia podría verse obligada a importar Gas Licuado de Petróleo (GLP) y eventualmente gas natural si no se incorporan nuevas reservas. “Este año, la importación de combustibles podría superar los 4 mil millones de dólares, y no sabemos de dónde saldrán los recursos”, señaló. Además, resaltó que la mayor parte de este gasto se destina a la subvención de los carburantes, lo que representa el núcleo del problema estructural.
Los ingresos por el Impuesto Directo a los Hidrocarburos (IDH) y las regalías también han caído, impactando a los gobiernos subnacionales y a la economía nacional. La falta de dólares en el país agrava aún más la crisis, complicando la compra de combustibles en el exterior.
URGENCIA DE NUEVAS EXPLORACIONES
Rodríguez Calvo propone dejar de hacer exploraciones inciertas en el norte del país y centrarse en zonas con mayor potencial comprobado, como Charagua y Yapucaiti en Chuquisaca, Iñau, Bermejo X46 y los pozos antiguos de Churumas, que están siendo reacondicionados para evitar un colapso inmediato.
LA ALTERNATIVA HIDROELÉCTRICA: EL CARRIZAL
Ante el inminente agotamiento del gas, expertos como Mirko Gardilcic plantean la necesidad de diversificar la matriz energética de Bolivia. Uno de los proyectos más prometedores es la hidroeléctrica de El Carrizal, que podría generar 1.842,8 gigavatios por hora (GWh) al año, cubriendo una cuarta parte del consumo energético del país.
Ubicado en el Cañón de Pilaya, el sexto más profundo del mundo, El Carrizal contempla la construcción de un embalse con capacidad de 1.334 hectómetros cúbicos, equivalente a más de 453.600 piscinas olímpicas. Además, permitiría el riego regulado de 90.000 hectáreas en Tarija, generando ingresos estimados en 54 millones de dólares anuales solo con la producción de soya.
Bolivia enfrenta un momento decisivo en su política energética. La caída de la producción de gas, el aumento de las importaciones de combustibles y la falta de dólares urgen la implementación de soluciones a corto y largo plazo. Mientras los expertos proponen nuevas exploraciones y alternativas como la energía hidroeléctrica, la pregunta clave sigue siendo si el país reaccionará a tiempo para evitar un colapso energético.
Fuente: El Día