Mgr. Fernando Berríos Ayala / Politólogo
Este viernes, tuve el privilegio de conversar con una destaca profesional y pensadora, cochabambina por adopción y especialista en temas educativos, y algo que me agradó saber es que habemos gentes que todavía creemos en que nunca es tarde y que no importa quien lo haga, siempre y cuando lo haga bien. Esto me impulso a desarrollar y plasmar mis ideas sobre corrupción que hace mucho tiempo están guardadas. Porque del tema mucho se ha dicho y poco se ha hecho para, por lo menos, tratar de encararlo y de ser posible lograr quitarlo de la agenda cotidiana de una sociedad que ha ido perdiendo sus valores. ¿Es la corrupción un problema de la sociedad que se origina en la política?
Si la premisa es que la corrupción es un gran problema de la humanidad, habrá que analizar su relación con el Derecho y la Moral, habrá que observar el problema desde el punto de vista de la filosofía política, y por lo tanto se debe plantear que la lucha contra la corrupción es uno de los objetivos esenciales de la democracia. No se puede negar que existe una relación entre la magnitud de este problema y el desarrollo humano en el país, por lo tanto, se ha convertido en un reto a la competitividad de la sociedad, para combatirla habrá que considerar la corrupción como un problema de gran incidencia nacional. Simón Bolívar decía en uno de sus pensamientos: “Los hombres de luces y honrados son los que debieran fijar la opinión pública. El talento sin probidad es un azote”. El tema de la corrupción no es nuevo, el problema está muy arraigado en la sociedad y se agrava cada vez más, lo peor es que no está asociado con la existencia de una mayor o menor riqueza nacional, a mayor corrupción, menor calidad o bajo desarrollo humano. La corrupción de cada régimen político empieza casi siempre por la descomposición de los principios éticos y morales, civiles y políticos. No es un privilegio del actual gobierno, lo fue también de los que lo precedieron.
De esta manera, el principio de la democracia se ha degenerado porque se ha perdido el espíritu de igualdad, se han hecho desaparecer las virtudes del Estado y el poder de los gobernantes se ha hecho arbitrario y pretende ser eterno, el resultado es que ya no hay virtud posible ni en los que gobiernan ni en los gobernados. El MAS es lo más cercano a una monarquía cuando muestran su poder cambiando el orden de cosas que ajustándose a lo establecido, ha separado a algunas de las instituciones de sus funciones naturales para ponerlas a su servicio y se atiene más a sus caprichos que a las voluntades ciudadanas, han concentrado el poder refiriéndolo todo a sí mismo, ha puesto al Estado como su capital, ha creado su propia Corte y ha asumido la representación de esa Corte, si eso no es corrupción, ¿Qué es? La corrupción y el soborno son las manifestaciones del oportunismo y la decadencia, son las variables motivadoras de la conducta, y, en consecuencia, condicionan aquella conducta que debería constituirse en base de la sociedad. Estamos ante paradojas de orden social que se originan en la política. A pesar que la democracia se ha ido consolidado, aunque lentamente, y se establece que, aunque las libertades políticas y civiles son altamente valoradas por la mayoría, hay una amplia brecha entre lo que se aspira y lo que se tiene.
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No parece ser mera casualidad, que los países indicados entre los más corruptos presentan índices de desarrollo humano bajo, no es nada nuevo hablar en nuestro país de los valores perdidos y de una generación o dos, extraviadas. Conforme los Indicadores del Desarrollo Humano del PNUD muestra a Bolivia en el puesto 129 de 193 países. Lo anterior nos lleva a establecer, que la frecuencia de la corrupción en nuestro país, está definiendo nuestro desarrollo humano, lo cual está asociado a situaciones que socavan los valores personales orientados a preservar la ética pública y la moral administrativa, así, imposible garantizar el bienestar colectivo. Otra tarea más para el próximo gobierno.
Fuente: eju.tv