¿Democracia real o Estado fallido?


Manfredo Kempff Mercado – eju.tv

Manfredo Kempff

Al margen de toda animadversión política que sin duda existe de mi parte, es un criterio de los bolivianos en general que este es un gobierno desastroso. Ni siquiera quienes están actualmente en el poder se pueden convencer de que lo hayan hecho tan mal y les cuesta mucho dar explicaciones de sus fracasos; son un manjar para los periodistas hábiles que los dejan en ridículo.



Solo la abundante y costosa propaganda televisiva muestra éxitos inventados, que en la realidad no existen. Lo que existe, verdaderamente, es una nación en agonía, que, sin exagerar, está al borde de una eclosión social que resultaría fatal; terminal en el vocabulario médico oncológico.

Ya se ha dicho todo respecto a la ineficiencia y a la corrupción con que se ha manejado el MAS desde el 2006. Evo Morales fue ineficiente y corrupto, como ha sido su sucesor, Arce Catacora. No vamos a referirnos por lo tanto al derroche de decenas de miles millones de dólares en pavadas y a la caída total de la producción gasífera, la falta de dólares y la escasez cotidiana de carburantes. Sin diésel ni gasolina y con carestía alimentaria e inflación, somos un país camino del abismo. Ni el litio, ni el campo gasífero de Mayaya (entre los 10 campos más importantes del mundo según el gobierno embustero), nos van a salvar antes de cuatro o cinco años, si es que el litio se manejara con eficiencia y Mayaya fuera algo que se acercara a la verdad.

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¿Qué hacer si estamos entrampados en esta ratonera? ¿Cómo hacemos para sobrevivir en circunstancias que se asemejan a una guerra? Justamente descartar la guerra. Con toda razón cunde la ira y la desesperanza en el país, no solo en Santa Cruz; pero lo único que tenemos como una luz que nos ilumina, es la fecha de las elecciones presidenciales. Y otra cosa tan importante como la anterior: que pronto habrá un candidato surgido democráticamente del Bloque de Unidad, que agrupará a todas las fuerzas que buscan rescatar de las ruinas lo que el masismo está dejando en el país.

Si se produce un cambio forzado en la fecha determinada para votar el 17 de agosto y la transmisión del mando en noviembre de 2025, las alas oscuras de un cóndor nos van a ensombrecer a todos quienes protestamos contra el mal gobierno. Cualquier pretexto servirá para que un gobierno miserable, perdido y a la deriva, pretenda librarse del caos que enfrenta, adelantando los comicios o retrasándolos, con el argumento de que no existen garantías para llevar a cabo la concurrencia a las urnas. Será un zafe para huir de las responsabilidades del desgobierno.

¿Pero y cómo pasar los meses que restan si no existe una administración responsable? ¿Cómo viviremos sin combustible, sin dólares, con inflación, carestía, y obstrucción a nuestras exportaciones, habiendo, además, envilecido como nunca nuestras relaciones internacionales? ¿Si el propio gobierno le dice a la población que debería vivir en una suerte de cuarentena ante la falta de lo esencial? Está claro que tendremos que soportar la peste del MAS, solo porque ya muestra señales de irse extinguiendo. Así, no vale la pena hurgar con cortes el tumor maligno, para que no se extienda por todas partes y lleve a la muerte prematura al Estado Plurinacional. El enfermo tiene que contar todavía muchas cosas y pagar las facturas cometidas en sus tropelías a la nación.

El populismo termocéfalo que se disfraza cómodamente de socialista, apuesta a que lo que llaman la “derecha”, no llegará unida a las elecciones venideras y que terminará dispersa en los meandros de las proclamaciones electorales. Afirma que existen visiones encontradas entre sus precandidatos. Justamente, porque no todos están obligados a pensar exactamente igual como en los totalitarismos zurdos, es que el Bloque de Unidad tiene valor. Hay miradas diferentes, ciertamente, pero su destino es llegar a la misma meta, que es salvar a la nación del estado crítico en que se encuentra, luego de 20 años de “pachamamismo” fantasioso, corrupto e incapaz.

De seis precandidatos que iniciaron su trabajo patriótico en el bloque, la mitad ya ha anunciado su decisión de no terciar en busca de la candidatura presidencial y que apoyará a quien tenga la preferencia de la ciudadanía, respaldándolo con todas sus fuerzas. Es algo novedoso en la política nacional. De esa manera se puede tener la seguridad de una victoria, que, tal vez, se pueda dar hasta en la primera vuelta. Para que eso suceda se necesita llegar constitucionalmente hasta el mes de agosto, para ir a las urnas. Esperar cinco meses de desgobierno, sin lo elemental para vivir, es tremendamente difícil, y el país podría entrar en la lista de los estados fallidos, como existen algunos en África. No hacerlo ahondaría el caos, salvo que se pensara en una férrea dictadura militar, a lo que no están dispuestos los bolivianos ni lo toleraría la comunidad internacional.

No existe gasolina ni diésel en los surtidores – lo escuché en una charla – pero hay gasolina extendida en el suelo de toda Bolivia. Si alguien echa un fósforo, arde el país entero. Hay que tomarlo en cuenta y ser prudentes en esta hora clave.


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