Compras y retiros en el exterior con tarjetas de crédito:
Desde ahora, si usted gasta hasta 100 dólares mensuales con su tarjeta de crédito fuera del país —en esas nobles causas como pagar su Netflix, su Harvard Business Review o alguna app para meditar porque la situación lo tiene ansioso—, el Estado generosamente le otorgará esos dólares al tipo de cambio oficial de Bs 6,96. Felicitaciones: ha sido ascendido a la clase “pobre premium plus”, esa élite de ciudadanos que todavía recibe divisas al tipo de cambio de fantasía, cortesía del proceso de cambio y la alquimia monetaria.
Ahora, si su tarjeta se desboca y gasta más de 100 dólares, usted cruza la línea invisible que lo convierte en un “semi rico de clase media sin privilegios”. A partir de ahí, entra al mundo real: ese donde el dólar no vale Bs 6,96, sino el valor que indique el mercado paralelo disfrazado de “comisión”.
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Y aquí comienza la magia contable, cortesía de nuestra ilustre ASFI. Para entenderla, imagine este ilusionismo:
- Un banco compra dólares a un exportador a, digamos, Bs 10,55 por dólar (real, en efectivo, sin poesía).
- Luego, se los vende a usted —viajero aspiracional rumbo a Miami o pagador de Airbnb en Cartagena— a Bs 11,30.
- Pero en los libros contables, mágicamente, anotan que esos dólares costaban Bs 6,96.
- La diferencia entre el precio real y el ficticio (Bs 11,30 – Bs 6,96 = Bs 4,34 por dólar) se llama “comisión”, pero no se engañe: es un tipo de cambio en smoking.
Veámoslo con números redondos: si usted gasta 200 dólares en un hotel en Miami, y la comisión promedio de los últimos 29 días fue del 40%, no le cobrarán Bs 1.392 (que sería 200 × 6,96), sino alrededor de Bs 1.948, es decir, un tipo de cambio efectivo de Bs 9,74 por dólar. Y eso con suerte.
Así que, en resumen, esta fórmula es el equivalente contable a un sombrero de mago: por fuera, dólares subsidiados; por dentro, el tipo de cambio real disfrazado de “comisión técnica ponderada con rezago temporal bancario”, que en español significa: te vendemos el dólar a lo que cuesta, pero fingimos que no.
Bienvenidos al mundo de la contabilidad creativa, donde las comisiones no son comisiones, el tipo de cambio no es tipo de cambio, y el mercado negro no existe… pero determina lo que pagas.
—¿Cuál es el colmo de un banquero boliviano?
—Comprar dólares a 10, venderlos a 12 y jurar ante la asfi que los vendió a 6,96… ¡y aún así dormir tranquilo! Y autoridades, compradores del dólar maldito y banqueros haciéndose a los sonsitos