Para abordar este complejo fenómeno, conversamos con el periodista y escritor Fernando Molina, quien viene estudiando la evolución de las corrientes ideológicas en Bolivia, especialmente aquellas que, como el cruceñismo, configuran tanto la cultura política local como las estrategias de las élites regionales.

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En esta entrevista con Animal Político, de La Razón, Molina sostiene que el cruceñismo, pese a sus límites geográficos, es una ideología exitosa que articula con eficacia a la sociedad cruceña. También advierte sobre su capacidad de asociarse con el neoliberalismo para reconfigurar el próximo bloque de poder en Bolivia. Además, analiza cómo los mitos fundacionales y la “diferencia cruceña” aún pesan en la cultura política local y explica por qué el regionalismo, aunque poderoso, nunca ha logrado convertirse en un proyecto nacional.

Señalas que el cruceñismo es hoy una de las pocas ideologías de masas vigentes en Bolivia. ¿Qué elementos permiten sostener que el cruceñismo ha conservado esa dimensión mientras otras ideologías han declinado?

Las ideologías de masas son las que han sido incorporadas al pensamiento culto, las instituciones culturales y educativas y el “sentido común” de una población. En la historia boliviana contemporánea, es decir, desde 1952, hemos tenido tres ideologías de masas: el nacionalismo revolucionario (NR), el neoliberalismo y el cruceñismo. El neoliberalismo fue predominante en los 90 del siglo pasado. El NR, en su versión masista, desde principios de siglo. El cruceñismo se reactivó en la lucha de las élites de Santa Cruz contra el MAS, pero existía desde mucho antes, incluso es más antiguo que el NR. Ahora que el NR masista fracasó en su mayor promesa, que era evitar que la renta se fugara del país, el neoliberalismo está retornando, mientras que el cruceñismo sigue dominando Santa Cruz.

Todas estas ideologías están vigentes y son de masas, pero unas van en ascenso y otra en bajada.

El cruceñismo, como todo dispositivo ideológico, no existe en el aire. Se puede entender que responde a una necesidad estratégica de quienes lo impulsan. Si bien tiene grandes fortalezas, también presenta limitaciones. ¿Cuál es tu perspectiva sobre el cruceñismo en tanto estrategia política?

La limitación del cruceñismo es que, por su propia naturaleza, no puede interpelar más que a los habitantes de Santa Cruz y a ciertas élites minoritarias de otros departamentos que se identifican con el estilo de vida cruceño. El cruceñismo solo podría ser hegemónico a nivel nacional si Santa Cruz fuese un Estado independiente. Mientras no lo sea, el cruceñismo es un proyecto de estatalidad “contenido”. Es un recurso de las élites cruceñas, que son muy poderosas económicamente pero que están limitadas políticamente por la normatividad y la institucionalidad del Estado-nación boliviano, que, por ejemplo, ilegaliza cualquier expresión separatista. Este carácter “contenido” de la ideología se manifiesta en tensiones entre la región y el gobierno central. Al mismo tiempo, no impide la cohesión interna en Santa Cruz respecto a “Bolivia”.

Una ideología es exitosa si articula a aquellos que interpela, y el cruceñismo lo logra abundantemente.

¿Cómo se articula hoy la alianza entre el cruceñismo y el neoliberalismo? ¿Qué impacto podría tener esta coalición ideológica en el escenario electoral de 2025?

Probablemente el próximo bloque de poder despliegue una combinación de estas dos ideologías. El cruceñismo siempre ha tenido un aspecto liberal, pues necesita huir de los esfuerzos de construcción de un Estado Nación sin fisuras (es decir, contrarrestar al NR); y ha tenido siempre un aspecto empresarial, porque Santa Cruz ha continuado en el tiempo la conquista privada de la naturaleza que era la empresa de sus fundadores. Ahora bien, recordemos que como cruceñismo, en sí mismo, no interpela al resto del país. En cambio, el neoliberalismo sí lo hace, especialmente en un momento de crisis como este. A la vez, gracias al ya aludido aspecto liberal y empresarial del cruceñismo, el neoliberalismo se articula fácilmente con la élite y el pensamiento de Santa Cruz.

El cruceñismo gira en torno a la politización e ideologización de la identidad regional cruceña. Como tal, es una forma de la política identitaria y juega bajo esas reglas. Así, una afirmación identitaria potente del cruceñismo enajena al resto y favorece una respuesta contraidentitaria desde la otredad. En esas condiciones, ¿puede el cruceñismo extenderse más allá del departamento y gravitar en las próximas elecciones?

Solo podrá extenderse articulado con organizaciones políticas no cruceñistas. Por eso los líderes de Santa Cruz se han sumado a distintas coaliciones nacionales. Son hegemónicos en Santa Cruz, pero casi no tienen significación en el resto de Bolivia.

Bolivia tuvo dos presidentes nacidos en Santa Cruz, Germán Busch y Hugo Banzer. Ninguno de los dos hizo del cruceñismo una cuestión de estado. Más aun, los testimonios dan cuenta que ambos no se sentían cómodos con el regionalismo. ¿Por qué entonces la persistencia del cruceñismo como principal argumento de la clase dirigente tradicional para legitimarse en el poder?

Busch y Banzer fueron operadores del NR, no del cruceñismo. Hay que anotar que el NR es tan fuerte que funciona también en Santa Cruz. La ideología hegemónica en Santa Cruz es el cruceñismo, es la ideología que sale espontáneamente de la boca de los cruceños cuando hay tensiones identitarias, pero en otras cuestiones, por ejemplo, la propiedad de los recursos naturales o el papel bienhechor del Estado, el cruceñismo se ve penetrado o solapado por el NR. Y en otras cuestiones más, por ejemplo, la asignación de un rol positivo a los emprendedores, se solapa con el neoliberalismo.

Hoy existe una lucha cultural en Santa Cruz entre el NR y el neoliberalismo. En este momento, igual que en el resto del país, esta lucha la está perdiendo el NR y la está ganando el neoliberalismo.

Por tanto, en el futuro el cruceñismo se verá menos desafiado por el NR y se entreverará más con el neoliberalismo. Esta será la forma específicamente cruceña de girar hacia la derecha, que es la tendencia actual en todo el mundo.

A partir de los estudios de Hernán Pruden, el cruceñismo parecería basarse en mitos como el de la “diferencia racial” y el “mestizaje diferencial”. ¿Ves que estas ideas siguen influyendo en la política y el sentido común en el ideario político cruceño contemporáneo?

El cruceñismo se erige sobre el “mito del origen” de los cruceños como descendientes de Ñuflo de Chaves y los “44 conquistadores”, que –como decía uno de los creadores de esta ideología, René-Moreno– les da una “excepcionalidad caucásica”, es decir, blanca. Si Moreno afirmaba que eso concedía a los cruceños superioridad sobre el “mestizo incásico”, ahora el cruceñismo cree que eso no da superioridad, pero sí “diferencia” a los cruceños del resto de los bolivianos. Está implícito –no se dice, pero se sabe– que es una diferencia ventajosa a favor de los primeros.

El segundo mito es que los españoles fundadores se reprodujeron por medio de un mestizaje diferente que el del occidente, un mestizaje que no restó blanquitud a la “estirpe” cruceña. Por un lado, ambos mitos son falsos, porque sin duda los cruceños, incluso los más encumbrados, tienen sangre guaraní, chané, mojeña, etc.

Por el otro lado, estos mitos tienen algo de verdad, porque a lo largo de la historia la sociedad cruceña blanca no encontró pueblos indígenas que tuvieran la fuerza suficiente como para no ser exterminados o absorbidos por ella. Hoy Beni, Santa Cruz y Tarija son los departamentos menos indígenas del país, son los únicos que se parecen a otras sociedades latinoamericanas en las que, en el pasado, también se exterminó a los pueblos originarios, como Argentina, Chile y Uruguay.

Entonces, sí hay una “diferencia cruceña”, pero no en los términos en que plantea el cruceñismo.

En tus análisis mencionas que las ideologías de masas se reciclan o reencarnan en otros contextos. ¿Cómo se puede caracterizar la evolución del cruceñismo desde sus raíces históricas hasta su forma actual? ¿Hay diferencias entre el cruceñismo de Nación Camba y luego el de Rubén Costas frente al que expresa el camachismo actualmente?

El cruceñismo retrocede y es “olvidado” cuando no hay presiones para ampliar y estrechar el poder del Estado Nación, incorporando a Santa Cruz en él e incrementando el rol económico estatal. Por ejemplo, en los años 70 o en los años 90 del siglo pasado. En ese sentido, no puede considerarse una ideología intrínsecamente separatista: el cruceñismo no es activo buscador de un otro Estado, sino que es reactivo al avance del Estado boliviano.

La Nación Camba o Branko Marinkovic son expresiones menores y extremas del cruceñismo.

El cruceñismo se reactiva y se radicaliza cuando hay presiones nacionalizadoras desde el centro. El cruceñismo es –en lugar de un cataluñismo o un vasquismo, cuya vocación independentista resulta permanente– un mecanismo de las élites cruceñas para hegemonizar Santa Cruz y para evitar que esta sea nacionalizada por el centro, lo que equivaldría a la disolución de su poder.

El cruceñismo, históricamente, ha oscilado entre el separatismo y el integracionismo. ¿Cuál de estas dos vertientes crees que predomina actualmente y por qué?

Siempre ha predominado el integracionismo, es decir: ser parte de Bolivia, pero con una pertenencia conflictiva y dotándose de una semi estatalidad propia. El separatismo ha sido secundario, aunque más estridente. Por eso el proyecto independentista de Marinkovic en 2008 fracasó; la mayoría de la élite no lo quería y le dio la espalda. Entonces el MAS aprovechó, reprimió a los más extremistas e hizo cooptación forzada o remunerada de otros dirigentes y personalidades más moderados. El separatismo siempre ha llevado a Santa Cruz a derrotas, por eso nunca ha podido crecer demasiado.

El factor estructural que juega en esto es el siguiente: Santa Cruz, pese a la imagen que tiene de sí misma, es mucho más andina que platense. Así lo explica claramente la geografía, la historia y la economía. Santa Cruz está vinculada a las tierras altas de Bolivia de manera orgánica. Lo único realmente platense de Santa Cruz es la escasez del factor indígena como determinante de la política.

¿Cómo ves que ha impactado en el cruceñismo el paro de los 36 días entre octubre y noviembre de 2022?

En ese paro se reafirmó la proclamada diferencia entre Santa Cruz y el “collao”. Fue en ese contexto, por ejemplo, que apareció el video ese en el que un joven decía que los cruceños no se entienden con los collas porque ellos vinieron de los barcos y los collas ya estábamos en el territorio.

Al mismo tiempo, el paro fue un error táctico del movimiento cívico que desbalanceó la correlación de fuerzas entre Santa Cruz y el gobierno central a favor de este último y creó las condiciones para que Luis Fernando Camacho fuera detenido. A partir de allí, el cruceñismo se debilitó hasta ahora. En esta coyuntura, puede llegar al poder e influir en el diseño del nuevo ciclo histórico que se viene.

¿Qué impacto ves que el cruceñismo tiene en el pensamiento político hoy en día en Santa Cruz? ¿Ves posible que la clase dirigente tradicional pueda imaginar un proyecto nacional por fuera del cruceñismo?

En Santa Cruz hay una tendencia antinacionalista por razones obvias, porque mientras más Estado Nación se procure, más se afecta la excepcionalidad cruceña. Por esta razón, determinadas corrientes políticas antinacionalistas, como el falangismo, el banzerismo (más moderado que el falangismo, dado el carácter doble de Banzer: cruceño pero también militar) o el gonismo han tenido mucha fuerza en Santa Cruz. Por supuesto, estas corrientes crearon tradiciones y estas han tenido su propio desenvolvimiento. Por ejemplo, es verdad que la forma de hacer política, sobre todo cívica, en Santa Cruz está impregnada de falangismo. Esta es una tradición que dura.

Pero también hay lucha cultural. El NR siempre ha tenido alguna fuerza interna, ya sea como MNR revolucionario o como MAS. Pero esta influencia nunca ha podido ser hegemónica. La hegemonía ha estado y está reservada para el cruceñismo. Al mismo tiempo, como ya hemos mencionado, este no puede ser nacional.

Esta es una aporía que no veo cómo pueda resolverse. Tal vez simplemente se mantenga por mucho tiempo, quizá siglos, porque no veo una Santa Cruz independiente ni tampoco hay un fin previsible del regionalismo en Bolivia.

¿Cuál es tu perspectiva sobre cómo se ve al cruceñismo desde fuera de Santa Cruz y en particular entre las élites intelectuales del resto del país?

Creo que se lo estudia poco y se lo comprende menos. Se lo juzga desde dentro de la lucha regionalista o de la ideológica, y eso impide que se lo valore en su verdadera dimensión. Por ejemplo, se supone que todo el cruceñismo es separatista, lo que, como he dicho, es falso.

El cruceñismo es una ideología muy poderosa, con intelectuales de talla, programas educativos, control de las universidades y escuelas, comités cívicos, partidos políticos, asociaciones empresariales, etc. Y logra su acatamiento de parte de la mayoría de los habitantes de Santa Cruz. También tiene la capacidad de desembarazarse cómodamente de los disidentes, si lo desea.

La prueba de su poder está en que todo inmigrante (no indígena) que llega a Santa Cruz se convierte de inmediato a esta ideología. (El migrante indígena también quisiera poder convertirse a ella, pero no le resulta fácil por la propia forma “anti-incásica” de este pensamiento). El “camba-colla” es el mejor testimonio de la potencia del cruceñismo.