El desafío de ser mujer en una política machista


Desde niña crecí rodeada de un entorno donde escuchaba y veía constantemente los privilegios que los hombres tenían.  Me llamaba la atención cómo ciertas libertades y oportunidades parecían estar reservadas solo para ellos, mientras a las mujeres se nos ponían barreras invisibles o se nos trataba de manera diferente.

Esas diferencias que siempre advertí, me hicieron cuestionar las desigualdades de nuestra sociedad. Nunca me lo dijeron de manera explícita, pero sentí el peso de esa omisión desde que tuve uso de razón. Tantas preguntas respecto a esa desigualdad me llevó a escribir un artículo en un periódico hace muchos años que titulé: «Qué difícil ser mujer».



No me considero feminista, entendiendo el término como lucha de género.  Creo que mujeres y hombres somos complementario.  Es cierto que la mujer ha sido ignorada, minimizada, discriminada, y muchas veces humillada; nuestra participación en política ha sido el fruto de una lucha constante por la defensa y promoción de nuestras reivindicaciones. Tampoco quiero ser injusta, hemos avanzado en lo formal.

Hoy día es mucho más fácil la participación política porque es una exigencia legal.  Sin embargo hay tranqueras que hacen que las mujeres aún estemos en el espacio de atrás.  A las mujeres nos ataca en nuestro ser, en la crítica las mujeres somos etiquetadas como «histéricas» cuando nos mostramos apasionadas o firmes en nuestras opiniones, o también nos dicen: “es emocional”, “es muy terca”, y hasta loca. Cuando se trata de un hombre con las mismas actitudes lo que se dice es: defiende su posición, actúa al son de sus banderas ideológicas, es un líder!

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En mi experiencia, nunca me imaginé haciendo política.  No la busqué pero me tocó hacerlo y siempre me he considerado una mujer responsable que cumple con sus obligaciones y se esfuerza por hacer las cosas bien. Así llegué a la Presidencia de nuestro país, por sucesión constitucional, en momentos muy difíciles, cuando se pone a prueba nuestro compromiso con Bolivia.

Ahí estuve.  Fui llamada por el cargo que ocupaba en la directiva de la Cámara de Senadores. Evidentemente me expuse y expuse a mis hijos, pero acudí al llamado de los defensores de la democracia que en consenso decidieron respetar la sucesión constitucional a pesar de los pedidos antidemocráticos de saltar mi puesto para que yo, una mujer, no sea la que asuma la presidencia, en una situación de mucha violencia donde todos renunciaron.  Lo paradójico fue que fueron precisamente dos mujeres las que se oponían a mi sucesión. Por esa razón estoy privada de mi libertad hace 4 años.

Dos situaciones impensadas para ese tiempo:  La primera, la llegada de la pandemia del COVID 19; era de no creer que tengan la fortuna de no ser ellos, los masistas, los que tengan que enfrentarla y poco faltó para que me culpen hasta de la llegada del virus. Lo otro, la victoria del MAS con el 55%.  Admito que quede en shock, motivos hubieron muchos, la división del voto, la falta de campaña (creo que hubo exceso de confianza), una campaña brutal en mi contra por haber tenido la osadía de postularme como candidata, aunque bajé mi candidatura.

Pero eso no cuenta para mis detractores. Yo había dicho que no sería candidata y ésa era mi intención, pero ese hecho me lo cobraron como si hubiera cometido un pecado capital, a los hombres que cambian de opinión se los justifica, «es el pueblo el que lo pide», a nombre del «pueblo» modifican sus decisiones al son de sus intereses.

Yo no socapé ningún hecho de corrupción que hubieran cometido los colaboradores de mi gobierno.  Al contrario, pedí que se actúe con todo el peso de la ley para quienes traicionaron mi confianza y burlaron mi buena fe,  pero para mis acusadores era un verdadero deleite culparme de hechos de corrupción que en realidad fueron cometidos por otros, en algunos casos involucrados personajes que seguían trabajando de la gestión anterior.  Destruir una estructura de 14 años no es fácil y menos a la cabeza de un gobierno transitorio de tres meses en el gabinete, únicamente prolongado por la pandemia y cuyo único fin era convocar a elecciones y pacificar el país, como lo hice.

Pero lo más fácil era atacar a la mujer, yo era responsable, cuando la cabeza es un hombre, cada quien responde por sus delitos. En una sociedad machista defenestrar la imagen de una mujer se convierte en una tarea fácil, ya que las estructuras de poder y los prejuicios de género favorecen la desvalorización y el menosprecio de su imagen y acciones, en mi caso mucho peor porque no contaba con un partido que me respalde, los que formaron parte de mi gobierno optaron por mirar a otro lado, obviamente siempre hay excepciones, como en todo.

Estoy presa y fui sometida por el régimen a una tortura psicológica permanente.  El propósito era quebrar mi estado emocional, inventaron proceso judiciales en contra de mi hija con un enriquecimiento ilícito inexistente, he sido tratada como una delincuente peligrosa, con toda la saña expresada en las caras burlonas del entonces comandante de la policía y el ministro de gobierno que como fieras salvajes tenían a su presa con todo un contingente policial. Hoy me acusan desde terrorista hasta genocida.

El régimen ha ejercido un abuso de poder en mi contra aprovechándose de mi vulnerabilidad por ser mujer, por no tener partido que me respalde, he sentido el desprecio, la discriminación y la injusticia, las manifestaciones a la opresión han sido claras y sistemáticas que no solo socaban mis derechos como persona, sino que también refuerzan la desigualdad de género que persiste en nuestra sociedad.

Todo ha sido un exceso.  Así son ellos, misóginos, odiadores, pero dadas las circunstancias no debería sorprenderme. Pero lo que realmente me indigna y al mismo tiempo me llena de tristeza y frustración, es de aquellos con los que tenemos la misma lucha, que buscamos echar una dictadura que la venimos sufriendo por más de 20 años, se esfuercen por hacerme sentir culpable, me juzgan aún sabiendo que mis actuaciones siempre fueron de buena fe, que yo no sería capaz de dañar una causa por la que he luchado tanto.

A aquellos que no tienen un mínimo de empatía porque no conocen lo que es estar privados de libertad, que pretenden descalificarme, desvalorizarme y hacerme sentir invisible como si mi voz y mis derechos no importaran, como si mi encierro injusto no provoque un mínimo de solidaridad, y quieren que me quede en silencio que no me defienda ante la ofensa de la descalificación, a aquellos que recurren al menosprecio, quiero decirles que tengo la moral y la integridad intactas, porque actúo con transparencia.

No fui, ni soy ni seré parte de la corrupción y mi solvencia está basada en el respeto por mis valores y el compromiso con lo que es justo.  No estoy presa por deshonesta o por inmoral, estoy presa por el odio y la venganza.  Es irónico porque hay corruptos, inmorales y sinvergüenzas que caminan libres como si el mundo premiara la mentira y la delincuencia, como si la justicia no tuviera criterio, aquellos que roban, mienten y traicionan siguen sin pagar por sus actos.  Es irónico que un sistema machista ataque la honestidad de una mujer mientras que a un hombre, así sea corrupto se levantan en su defensa, como si su maldad quedara justificada por su condición, llenan de alabanzas hacia un hombre sin importar cuán corrupto sea.

En esta vida todo se paga, las injusticias, las traiciones, las humillaciones, las mentiras, todo mal por más pequeño que sea, porque hay un juez llamado tiempo que pone a cada persona en su lugar.

Con orgullo les digo que soy provinciana, soy madre, soy ama de casa, cocino, tejo, costuro, amo a los perros y gatos, soy abogada, fui constituyente, senadora y fui presidente de Bolivia.

A pesar de todo el maltrato y los desafíos que he pasado como mujer política, he encontrado fuerzas en la resiliencia. No dejo que las adversidades definan mi camino, al contrario me impulsan a seguir adelante con más determinación. A todas las mujeres que enfrentan obstáculos por su lucha por la igualdad y la justicia: no se rindan, sigamos alzando nuestras voces, defendiendo nuestros derechos y construyendo un futuro más justo para todos.

*Ex Presidente Constitucional de Bolivia y presa política.

 


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