El ucraniano desnudo


Si Zelensky, hábil en las artes escénicas, hubiera sido, además, un nigromante adivinador, se hubiera presentado en calzoncillos en la Casa Blanca. Pero, sin serlo, no podía ni sospechar de la “huaica” que le esperaba en su reunión con Trump. Desde luego que Trump no lo habría dejado entrar en calzoncillos; entonces en la puerta, en ese horroroso frío de Washington, se hubiera producido la discusión, ante la vista de toda la prensa mundial. El impacto publicitario habría sido más demoledor, si cabe, para Trump. Sería lo más patético que habría visto el planeta: el gringo con abrigo y el ucraniano desnudo.

Debo reconocer que a lo largo de mis años – muchos dedicados a la diplomacia – jamás había visto lo que mostró la televisión en la Sala Oval de la capital norteamericana. Ni nuestro referente en cuanto a supina ordinariez, Evo Morales, hizo nada que se pareciera a la terrible actuación de este presidente gringo, claro que en Evo se podía justificar la malacrianza, pero no en el millonario neoyorquino. Esto confirma lo que siempre hemos dicho: que el cholaje es una conducta, una actitud, que hay cholos rubios que son muy peligrosos porque engañan con su apariencia.



Zelensky desnudo, temblando en el invierno washingtoniano, defendiendo a su patria y helándose en el umbral del confort y del calor con Trump impidiéndole el paso, hubiera sido grandioso. Aunque ya fue conmovedor que defendiera a Ucrania con su ropa de soldado, digno de un país en guerra, frente al hombre más poderoso del mundo. Traducidos al perraje: un callejero frente a un pitbull con mala uva. ¿Cómo no le advirtieron a Zelensky que estaba yendo a territorio enemigo? ¿Cómo iba a creer Zelensky que su mayor aliado iba a traicionarlo tan pronto? ¿En qué había fallado Ucrania para que al cabo de unas semanas EE.UU. se volcara en favor de Putin?

A Zelensky le queda la amistad leal de los países europeos o que Trump se dé cuenta de su estupidez. Tal vez no será suficiente para ganarle la guerra a Moscú, pero sí para detener a Putin en su demencial propósito de expandirse. Stalin ocupó media Europa, pero al precio de una guerra salvaje que costó 50 millones de vidas. Las fronteras de la UE y de la OTAN colindan con Ucrania porque es parte de Europa y quiere integrarse en su seno plenamente. El peso de décadas gobernada desde el Kremlin debió ser mortal.

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Preocupa, por eso, el encuentro de Zelensky y Trump, porque reinó la incomprensión, la intolerancia, la mala educación. El norteamericano tenía listo el libreto para recitarlo sin ninguna interrupción. El presidente ucraniano opinaba, defendía a su patria, y eso irritaba a Trump, que no quería ni escuchar su voz. Trump fue grosero en el sentido estricto de la palabra. Fue abusivo en su propia casa, mientras que el ucraniano demostró serenidad y coraje. Si no nos hemos equivocado por lo que escuchamos y los gestos que vimos en la televisión, lo único que quería Trump era que Zelensky firmara y se marchara. Estaba cobrándole favores pasados y quería que no discutiera nada, enardeciéndose cada vez más, ante un Zelensky que fracasaba justamente donde tenía depositadas la mayor de sus esperanzas. El vicepresidente Vance abría la boca solo para insistir en tonterías y no mostró talento alguno para que la reunión no naufragara. Agobiado, el heroico ucraniano optó por retirarse con las manos vacías. Pero, además, extorsionado en plena guerra; chantajeado no solo para que entregara las zonas ya ocupadas por los rusos, sino que también, aparentemente, que cediera tierras “raras” (mineras) para empresas norteamericanas. Averguenza el surgimiento de TRUMPUTIN S.R.L. en Kiev.

¿Soy enemigo de los EE.UU.? Jamás lo he sido. Al contrario, me parece una nación formidable y envidiable. Imagen de democracia y libertad. ¿Pero qué sucede con su presidente? No sabemos. Nadie lo sabe. No es el mismo de su primera gestión. Está exultante, se ha desmelenado. O está aterrorizado. Algo pasa que no encaja. Dice cosas que hielan la sangre y al parecer en el Gabinete nadie opina. Se ha alejado del sentido común, de la realidad. Hemos oído todos que quiere rehacer algo en Gaza, se me ocurre que similar a los Jardines de Babilonia. ¡En Gaza! Y que quiere comprar o alquilar Groenlandia al reino de Dinamarca. Y sorber a una parte de Canadá, además de aplicarle altos aranceles; como también a México, justamente sus socios comerciales. Y que quiere recuperar el Canal de Panamá, disque para que los chinos no se apoderen de sus instalaciones. ¿Cómo recuperarlo? Tomándolo con los “marines”, obviamente.

Estos son los exóticos entremeses que está ofreciendo Trump en las primeras semanas de su administración. Veremos con qué nuevas iniciativas nos sorprende. Pero hay que cuidarse de lo que haga. De momento nos defrauda lo de Ucrania, pero nos sorprende que con el dictador Maduro continúe, tibio, irresoluto, tolerante, con una de cal y otra de arena. ¿Estará Maduro dentro de lo que preparan en TRUMPUTIN S.R.L.? Sería una ofensa para la democracia, pero, aparentemente, la democracia le importa poco al señor Trump y solo le interesa jugar tiro al blanco contra quien le es antipático.

¿Algo de Bolivia? Apuesto doble contra sencillo que no sabe ni en que continente estamos. Bolivia le debe sonar a coca, pero no sabe si en Sudamérica, Asia, África u Oceanía. Mejor que no se entere de nada más, no sea que nos resulte masista.


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