El nonagenario partido, despreciado por muchos, sigue existiendo porque hay bases y porque entre sus cuadros y líderes sigue habiendo debate para construir y tomar decisiones: pocos pueden decir lo mismo
Fuente: El País.bo
Johnny Torres es un político de los de antes, pero diez años más joven. Se hizo con el control departamental del MNR en Tarija, precisamente la base simbólica del MNR de Paz Estenssoro y que siempre ha dado notables figuras, con una habilidad notable para el pacto, sin quitarse la camisa rosada en los tiempos más duros y manteniendo contactos tanto con el núcleo de los Estados Unidos como con la vieja guardia. Estos días precisamente teorizaba sobre el rol del nacionalismo revolucionario a lo largo de la historia moderna de Bolivia a cuenta de la reedición del libro de Eduardo Trigo: Conversaciones con Paz Estenssoro.
Su constancia en Tarija y su buen olfato y capacidad para conectar con los tarijeños le permitió crecer: fue diputado, asambleísta, subgobernador de Cercado y actualmente, alcalde de Tarija, siempre acompañado por los cuadros del comando. Desde ahí ha ido tomando en diferentes ocasiones el Comando Nacional y hoy por hoy, es el jefe del partido y su autoridad con mayor poder. Ya no viste de rosa a diario, pero lo representa.
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Torres no se toma nada a lo personal. En 2014 Samuel Doria Medina le abandonó cuando ambos empujaban el Frente Amplio para lanzarse en los brazos de los Demócratas de Rubén Costas, que en 2019 lo traicionarían negándole su participación como cabeza de lista en la alianza 21F que habían forjado solo dos semanas antes. Torres en 2014 buscó a Tuto Quiroga y junto los restos del MIR teorizaron aquello del entronque histórico y sumaron un 9% (19% en Tarija) que le quitaron a Samuel cualquier posibilidad.
11 años después, Torres dirigió la reunión del Comando Nacional donde se apostó por apoyar a Samuel en la interna de la oposición “tradicional” a la que el MNR se ha sumado pese a que el resto de miembros de la mesa no le han dado ni los buenos días: Vicente Cuéllar y Amparo Ballivián, cuyo apoyo jamás ha sido testeado, fueron presentados con boato, y el MNR recibe una especie de trato de “apestado” que dicen unos, o “muy discrecional” que reconocen otros.
Algunos se han sorprendido por el grado de franqueza con el que habló Torres a la plenaria interna, cuyo diálogo ha sido filtrado al exterior. Torres describe las posibilidades de incluir cuadros en las listas de Doria Medina y sobre todo, garantizar la suma de la sigla en el conglomerado de la alianza donde ideológicamente más o menos se encuentran, con la que la pone a salvo y no tiene por qué arriesgarla con aventuras o “alquilarla”. Algunos creen que los pactos políticos se hacen altruistamente.
Ha habido también acusaciones de haber “priorizado lo económico” y haber renunciado a una “oportunidad histórica” de haber protagonizado otro cambio de época en el país con alguna apuesta más innovadora, como en su momento fueron la revolución del 52 o el 21060. Lo dice entre otros César Siles, otro de los cuadros prominentes del partido en el presente con quien hasta ahora Torres había coordinado bien.
El tiempo dirá quién de los dos tenía razón, lo cierto es que el nonagenario partido, despreciado por muchos, sigue existiendo porque hay bases y porque entre sus cuadros y líderes sigue habiendo debate para construir y tomar decisiones. Casi ningún otro partido, apenas siquiera el MAS, puede decir lo mismo.
Fuente: El País.bo