La informalidad laboral presenta una trampa en la región al permitir una rápida absorción de trabajadores pero en condiciones de precariedad, sin acceso a seguridad social ni estabilidad.
Latinoamérica se enfrenta al riesgo latente de que la informalidad siga perpetuando la desigualdad y limitando la consolidación de un mercado laboral sólido, equitativo y sostenible, con países con tasas superiores al promedio regional y en algunos casos encima del 65%, advirtió a Bloomberg Línea la OIT.
La informalidad laboral supone una trampa porque, aunque facilita la rápida absorción de trabajadores tras crisis como la pandemia de Covid-19, lo hace en condiciones de precariedad, sin acceso a seguridad social ni estabilidad. Y Latinoamérica es frágil frente a este fenómeno.
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“Sin políticas efectivas que impulsen el empleo formal, la capacitación y el desarrollo productivo, así como el reconocimiento y cumplimiento de los derechos laborales, la informalidad podría seguir siendo la principal vía de inserción laboral en 2025″, dijo a Bloomberg Línea el especialista regional en economía rural, desarrollo productivo y formalización en la Oficina Regional de la OIT para América Latina y el Caribe, Efraín Quicaña.
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) llama especialmente la atención sobre países con tasas de informalidad superiores al promedio regional como Perú, Ecuador, Colombia, Paraguay, México y República Dominicana, con casos de estancamiento en el empleo asalariado formal del sector privado.
Por poblaciones, alerta especialmente la situación de las personas jóvenes de la región, ya que cerca del 60% de ellos trabajan en la informalidad, lo que limita su acceso a la seguridad social y a condiciones laborales dignas.
La informalidad es un fenómeno que se ha enquistado en Latinoamérica en áreas como la construcción y la agricultura, silvicultura, caza y pesca, en la que 7 de cada 10 trabajadores se encuentran en esa condición.
Entre tanto, en aquellos sectores con alta rotación y predominancia de esquemas informales como el comercio, restaurantes y hoteles; y transportes y comunicaciones, cinco de cada diez trabajadores son informales.
Para el especialista, “el riesgo de aumento en la informalidad sigue latente debido a la ralentización del crecimiento económico en la región. En 2025, América Latina crecerá apenas un 2,5%, una tasa insuficiente para absorber la oferta laboral y garantizar empleos formales”.
Y si bien el crecimiento económico y la creación de empleo están vinculados, en economías con alta informalidad este crecimiento no siempre se traduce en empleos formales sin incentivos adecuados. Es decir, la capacidad del crecimiento económico para generar empleo formal por sí mismo es limitada.
La informalidad laboral se refleja en historias como la de Lizeth Miranda, quien ejercía el trabajo de empleada doméstica en el departamento colombiano del Magdalena y en su último puesto devengaba unos COP$600.000 (US$145), menos de la mitad un salario mínimo, y no tenía afiliaciones a seguridad social.
Su ruta para escapar de la informalidad fue migrar a Bogotá para encontrar un trabajo formal en la misma área, pero ahora con beneficios sociales y generando mayores ingresos, según un testimonio recogido por la plataforma Symplifica, una startup dedicada a facilitar la formalización del trabajo doméstico en Colombia a través de la afiliación a la seguridad social.
Salua García Fakih, cofundadora y CEO de Symplifica, explica a este medio que en países de la región como Colombia aún queda un largo camino para la formalización del trabajo doméstico. Hasta la fecha, a través de su compañía han gestionado 46.422 contratos, brindando formalización laboral a miles de trabajadoras domésticas, garantizándoles seguridad social, estabilidad y bienestar.
Explica que un 65% de las trabajadoras gestionadas en la plataforma para formalizar su actividad dicen que su calidad de vida mejoró y el 75% expresa que es la primera vez que podrían tener acceso a licencia de maternidad en caso de necesitarlo.
“Este año pagamos COP$9.000 millones (US$2,1 millones) en cesantías para empleadas domésticas a través de Symplifica, esta prestación tiene un altisimo impacto ya que sirve para momentos de desempleo, compra de vivienda o educación”, explica.
Estas historias se repiten en el caso de trabajadoras como Laura Rodriguez, Nancy Avelar, y Adriana Valbuena que han trabajado por años como empleadas del servicio doméstico en Bogotá y Medellín, pues enfrentan largas jornadas, bajos pagos y un trato injusto. Para ellas, la informalidad no sólo significa no tener un contrato, sino también sentirse desprotegidas y sin voz, según la empresaria García Fakih.
“La verdad, muchas veces la gente lo rechaza a uno, lo mira como poca cosa”, dijo Valbuena a Bloomberg Línea. “Toca aguantar el sol, la lluvia, y cuando la Policía no deja trabajar, es peor. Todo eso es muy duro para las personas como yo, que trabajamos y que seguimos trabajando en esto”.
El transporte es otro sacrificio. “Siempre hay trabajo en el norte y yo vivo lejos. Me demoro dos horas en llegar y otras dos en regresar. Todo ese tiempo se lo quito a mis hijos, a mi familia. Y al final, después de tanto esfuerzo, me dicen que el aseo está muy caro y qué si les hago una rebajita”, dice Valbuena. Pero muchas veces no tienen opción. “Si no lo hago, ¿cómo llevo la comida a la casa esa noche?”.
Además de la inestabilidad, muchas trabajadoras no reciben el pago justo por su labor, y muchas veces ni siquiera se enteran. “No nos pagan todas las cosas y nosotras ni sabemos. A veces descuentan cosas sin avisar”, dice Laura. Pero aun cuando lo saben, sienten miedo de reclamar.
“Uno se queda callada porque si uno dice algo, puede perder el trabajo”. Ella dice que también ha visto casos de discriminación y abusos laborales. “A muchas no les respetan un horario. Unas trabajan todo el día sin descanso, ni siquiera les dan hora de almuerzo”, dice la CEO de Symplifica.
La trampa de la informalidad laboral en Latinoamérica
La influencia del empleo informal en la región se evidencia en que este ha sido clave en la recuperación del mercado laboral en América Latina y el Caribe tras la pandemia de Covid-19.
Aunque la informalidad regional bajó ligeramente (47,6% a mediados de 2024, frente a 48% en 2023 y 48,8% en 2019), el crecimiento del empleo posterior a la crisis sanitaria ha estado impulsado en gran medida por este sector (OIT, 2025).
La flexibilidad del empleo informal presenta una trampa en Latinoamérica al permitir una rápida absorción de trabajadores debido a menores barreras de entrada, ausencia de costos de formalización y adaptabilidad a cambios en la demanda.
En muchos países, el empleo informal representó entre el 48% y 70% del crecimiento del empleo total en el último año, pero en condiciones de precariedad laboral y sin acceso a seguridad social.
Según Efraín Quicaña, de la OIT, “esto es alarmante, pues la informalidad perpetúa la desigualdad y limita la consolidación de un mercado laboral sólido, equitativo y sostenible”.
¿Qué tienen en común los países con alta informalidad laboral?
Los países con tasas de informalidad laboral por encima del promedio regional tienen una serie de desafíos compartidos que van desde aspectos estructurales, hasta factores institucionales y económicos.
Dentro de los factores estructurales, el especialista de la OIT se refirió a la escasa cobertura de seguridad social; una abundancia de esquemas contributivos poco atractivos; la débil fiscalización; una carencia de cumplimiento de derechos laborales; y, la falta de acceso a educación y capacitación.
Por el lado de los problemas institucionales, se tiene a las políticas inconexas que no cuentan con un objetivo explícito de impulso a la transición a la economía formal; las políticas que no responden a la heterogeneidad de los distintos tipos de unidades económicas y de trabajadores informales.
Asimismo, se identifican en estos países instituciones débiles y burocráticas que no actúan de manera coordinada y que cuentan con recursos insuficientes; y, la representación limitada de sectores informales en el diseño y la puesta en marcha de las estrategias de formalización y sesgadas en beneficio de los sectores más avanzados de la economía.
Finalmente, dentro de los factores económicos, persiste una estructura productiva no diversificada dominada por actividades de baja productividad, sobre todo en sectores como la agricultura, comercio y servicios; así como la falta de acceso a financiamiento para microempresas y emprendedores.
Latam, ante la amenaza de que la informalidad aumente
Además de los retos históricos a los que se enfrenta Latinoamérica, la región podría experimentar nuevos desafíos por cuenta de la revolución tecnológica.
Por ejemplo, la automatización y la inteligencia artificial están transformando el mercado laboral, lo que afecta a la demanda de trabajadores con habilidades tradicionales.
La OIT dice que sin políticas efectivas que impulsen el empleo formal, la capacitación y el desarrollo productivo, así como el reconocimiento y cumplimiento de los derechos laborales, la informalidad podría seguir siendo la principal vía de inserción laboral en 2025.
“Es fundamental fortalecer los sectores económicos con mayor potencial para generar empleo formal, donde exista oportunidad para mejorar la productividad y las condiciones laborales de las micro, pequeñas y medianas empresas, promoviendo así un crecimiento más equitativo y sostenible”, dice Quicaña, de la OIT.
Acciones para compartir la informalidad laboral en Latinoamérica
Para reducir la informalidad en América Latina, la OIT cree que es fundamental implementar políticas públicas integradas que aborden las causas estructurales del fenómeno, y debe tener en cuenta las diferencias entre zonas urbanas y rurales, así como las características de los sectores económicos y grupos de trabajadores.
“Estas políticas deben implementarse a través del diálogo social y el tripartismo (la coordinación entre gobiernos, empleadores y trabajadores), lo que asegura soluciones adaptadas a cada contexto nacional y sectorial”, dice Quicaña.
En este sentido, la OIT promueve el cumplimiento de la Recomendación 2024 sobre la transición de la economía informal a la economía formal, mediante la adopción de enfoques innovadores para lograr esta transición. La estrategia FORLAC 2.0 de la OIT (2024) establece un marco integrado de políticas interdependientes para la formalización, entre las cuales destacan:
- Desarrollo productivo: fomentar la diversificación económica, impulsar sectores de alto potencial y mejorar el acceso a financiamiento y tecnología para pequeñas unidades productivas.
- Empleo y desarrollo de competencias: crear programas de capacitación orientados a las necesidades del mercado laboral, fortaleciendo la empleabilidad en sectores formales.
- Protección social: ampliar la cobertura y accesibilidad de la seguridad social para trabajadores informales, garantizando incentivos para su afiliación.
- Reconocimiento y cumplimiento de derechos laborales: fortalecer la fiscalización, simplificar la regulación y establecer incentivos para que las empresas cumplan con sus obligaciones laborales.