Con identidades digitales descentralizadas y seguras, se estaría reinventando la experiencia de viaje de principio a fin para simplificar el procesamiento de pasajeros.
El transporte aéreo ha evolucionado en todas sus formas, pero siempre hay una constante: el check-in, con largas colas, tarjetas de embarque en papel, quioscos de autoservicio y agentes de la puerta de embarque que escanean manualmente los códigos de barras.
Sin embargo, hay esperanzas de que el proceso esté al borde de desaparecer al mediano plazo.
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Ha comenzado la era de la credencial de viaje digital, y con ella, la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI) plantea una transformación radical del tránsito aéreo para 2028, en la que los viajeros internacionales podrían evitar los mostradores de facturación, prescindir del pasaporte en los controles de seguridad y abordar sin necesidad de una tarjeta de embarque.
Este futuro está siendo diseñado por el organismo de las Naciones Unidas en colaboración con las principales empresas de tecnología de viajes y los gobiernos nacionales.
El objetivo es crear un sistema global de identidad digital para los viajeros, anclado en el reconocimiento biométrico y controlado por las personas en sus dispositivos móviles. En resumen, la cara se convertiría en el pasaporte y el teléfono reemplazaría todos los documentos que solía llevar.
Los nuevos procesos
“La tarjeta de embarque y el proceso de facturación, tal como lo conocemos, quedará obsoleto”, dijo Andy Smith, director de Industria e Innovación del especialista en transporte aéreo, SITA Border Management, en un webinar organizado por la OACI. “Estamos trabajando para lograr un viaje fluido y sin contacto. Lo único que tienen que hacer los pasajeros es presentarse”.
El concepto se apoya de algunas tecnologías clave. En primer lugar, una credencial de viaje digital (DTC), basada en estándares internacionales, contendrá los datos de identidad verificados del pasajero.
En segundo lugar, los sistemas biométricos reconocerán y verificarán a los viajeros en puntos clave: entrada al aeropuerto, seguridad, embarque en la puerta de embarque. En tercer lugar, la integración entre aeropuertos, aerolíneas y gobiernos permitirá el acceso dinámico basado en permisos a esos datos, compartidos solo cuando sea necesario y eliminados en cuestión de segundos.
La firma de tecnología de viajes Amadeus, que está estrechamente involucrada en el esfuerzo de estandarización, dijo que sus sistemas pueden borrar datos de identificación personal dentro de los 15 segundos posteriores a su procesamiento, lo que mitiga los temores de privacidad de larga data. La medida está impulsada por la presión global sobre la infraestructura aeroportuaria.
Según la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA), se espera que el número de viajeros aéreos alcance los 8.500 millones anuales en 2037, frente a los 4.500 millones anteriores a la pandemia.
El diseño tradicional de los aeropuertos no puede adaptarse a ese aumento sin la transformación digital.
En ciudades como Dubái y Singapur, el reconocimiento facial ya está sustituyendo a las tarjetas de embarque. Pero hasta ahora, las implementaciones han sido localizadas y fragmentadas.
El impulso de la OACI para un DTC universal significa que los sistemas tendrán que ser interoperables a nivel mundial, un desafío mucho más complejo que la instalación de nuevos escáneres.
La eliminación de las tarjetas de embarque impresas y la verificación física de la identidad ahorra papel y energía, y reduciría la infraestructura física necesaria para procesar a los pasajeros.
Los quioscos de autoservicio, los cuellos de botella de seguridad y los controles de identidad manuales se vuelven redundantes cuando las puertas de reconocimiento facial pueden procesar 30 pasajeros por minuto, dijo Michael Zureik, responsable de Estrategia e Innovación de Viajes Digitales de SITA. Aun así, el cambio plantea cuestiones éticas y técnicas urgentes.