El presidente Daniel Noboa fue reelegido con un holgado e inesperado resultado en Ecuador aupado por su fórmula de mano dura contra el narco, el frescor de su juventud y un hastío hacia las fuerzas de izquierda.
Quito (AFP) – El mandatario de 37 años gobernará hasta 2029 con el desafío de enderezar el rumbo de un país sumido en la violencia, endeudado y polarizado tras unas elecciones donde su rival clamó fraude.
«Esperemos que el señor Noboa tenga la sabiduría suficiente como para atacar los problemas principales del país, para que mejoremos económicamente, en seguridad sobre todo que estamos súper mal», dice a la AFP Jacqueline Medrano, una mujer de 42 años que pena por encontrar un trabajo estable en Quito.
La capital atravesada por volcanes era una fiesta tras la victoria de Noboa, vencedor por 12 puntos porcentuales sobre la candidata izquierdista Luisa González. La delfina del expresidente Rafael Correa (2007-2017) desconoció la derrota, cuando ninguna encuesta había previsto una diferencia aplastante.
A continuación, las claves para entender el triunfo de uno de los presidentes más jóvenes del mundo.
1. ¿Qué pasó?
Ocho años pasaron para que Noboa propinara la peor derrota a la corriente liderada desde el exilio por Correa, condenado por corrupción.
El presidente captó un 56% de los votos con un 97% de las actas escrutadas.
La primera vuelta terminó casi en empate y en las anteriores elecciones de 2023 González había perdido por casi 4 puntos.
Desde la campaña, el movimiento Revolución Ciudadana avizoraba un triunfo ajustado de la izquierdista con la posibilidad de que Noboa refutara los resultados como hizo en el primer turno.
Pero pasó todo lo contrario.
Los 18 millones de habitantes se dividen entre correísmo y anticorreísmo, los marcados modelos que dominan la política ecuatoriana en la última década.
«Entramos en un periodo de incertidumbre (…) estas elecciones no solucionan nada y demuestran que este país atraviesa una crisis política muy grave», dice Christophe Ventura del think tank francés Instituto de Relaciones Internacionales y Estratégicas.
2. Mano de hierro
En el poder desde noviembre de 2023, Noboa se atribuye haber bajado la tasa de homicidios del récord de 47 por cada 100.000 habitantes en 2023 a 38 en 2024.
Pero el país tuvo en 2025 el inicio de año más violento, con un asesinato cada hora entre enero y febrero.
Noboa amasó popularidad con su guerra contra el crimen, aunque es un arma de doble filo. Organismos de derechos humanos denuncian abusos, como en el emblemático caso de cuatro menores asesinados y calcinados en Guayaquil (suroeste) tras un cuestionado control militar.
La imagen del presidente implacable es ampliamente difundida: de chaleco antibalas lanza advertencias a peligrosos capos, otro día está al mando de espectaculares operaciones militares o imponiendo numerosas medidas restrictivas.
Es una suerte de «populismo punitivo», dice Santiago Cahuasquí, del Observatorio de Reformas Políticas en América Latina.
Con el nuevo triunfo Noboa también «gana la continuidad de la guerra como estrategia de gobierno y como estrategia discursiva en el ámbito político», apuntó.
3. El joven empresario
Activo en redes sociales, tatuado y musculoso, Noboa es hijo de un magnate bananero.
«Esta mezcla de político joven y empresario exitoso creo que conecta con un electorado que está de cierta manera cansado de las élites tradicionales», opinó Cahuasquí.
Noboa llegó al poder con escasa experiencia en lo público, pero con el capital político que cosechó su padre Álvaro en sus cinco intentos fallidos por alcanzar la presidencia.
Las tres últimas presidenciales «no hemos tenido propuestas concretas para corregir el rumbo» de Ecuador, se quejó Diego Salazar, un ingeniero de 38 años.
4. Desinformación
Una campaña plagada de desinformación y ataques incluso personales entre los candidatos avivaron la polarización.
Noboa capitalizó los errores del correísmo como la corrupción, el autoritarismo y sus acercamientos con Venezuela. En paralelo afianzó su relación con Estados Unidos como uno de los mayores aliados del presidente Donald Trump en la región.
Para Ruth Hidalgo, de la Universidad de las Américas, el correísmo ha fallado en «superar» el rechazo a graves casos de corrupción en los que se ha visto involucrado y «convencer» a nuevos electores.
Pero el presidente necesita ganar legitimidad.
«Ese va a ser el gran reto, va a tener que gobernar para propios, para sus simpatizantes y para aquellos que no lo son», dijo la experta.
El Legislativo es reflejo de esa división donde las dos principales fuerzas sin mayorías serán la Revolución Ciudadana y el oficialista Acción Democrática Nacional (ADN).
Noboa «tiene todas las posibilidades de sepultar el binarismo, la contradicción y la polarización», apuntó Cahuasquí. Dependerá de él si prefiere proyectar «un liderazgo que escape a esta dicotomía» o uno que «permanentemente está recurriendo al enemigo interno» para sobresalir.
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