Elecciones 2025: inicia la carrera entre crisis y fragmentación


El politólogo Carlos Saavedra advierte sobre una próxima etapa con fuerzas políticas disminuidas y gobernabilidad compleja tras las elecciones de agosto.

Por Pablo Deheza /enAnimal Político



 

Fuente: La Razón

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La carrera tras las elecciones 2025 entra en sus fases decisivas en medio de una crisis múltiple y una significativa fragmentación entre las fuerzas políticas. Las próximas elecciones presidenciales bolivianas del 17 de agosto de 2025 se perfilan como un punto de inflexión respecto a las dos décadas de hegemonía del MAS. Animal Político, de La Razón, conversó al respecto con el reconocido politólogo Carlos Saavedra, quien brinda un análisis detallado sobre esta coyuntura crítica.

El panorama electoral actual muestra una atomización notable de fuerzas políticas. Cinco alianzas formalizaron su inscripción ante el Tribunal Supremo Electoral (TSE) el pasado viernes: la alianza Libre, liderada por Jorge «Tuto» Quiroga y conformada por el Movimiento Demócrata Social (Demócratas) y el Frente Revolucionario de Izquierda (FRI); la alianza Unidad, encabezada por Samuel Doria Medina, que integra a Unidad Nacional (UN) y Creemos de Luis Fernando Camacho; la Alianza Popular del Movimiento Tercer Sistema (MTS) de Félix Patzi junto con el Partido Socialista Revolucionario (PRS) y la agrupación Mate; Libertad y Progreso ADN, conformada por Acción Democrática Nacionalista (ADN) y las agrupaciones Pando Somos Todos y Nacer; y La Fuerza del Pueblo, integrada por Unidad Cívica Solidaridad (UCS) de Jhonny Fernández y el Movimiento de Organizaciones Populares (MOP) del exsenador Edwin Rodríguez.

Adicionalmente, ocho organizaciones políticas expresaron su intención de participar de manera individual, sin conformar alianzas: APB-Súmate (con Manfred Reyes Villa como precandidato), el Frente Para la Victoria (FPV), Nueva Generación Patriótica (NGP), el Movimiento al Socialismo (MAS-IPSP), el Partido de Acción Nacional Boliviano (PAN-BOL), el Partido Demócrata Cristiano (PDC), el Movimiento de Renovación Nacional (Morena) y el Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR). La situación se complica aún más con precandidatos en proyección que todavía no han definido sus siglas partidarias, como Evo Morales, Jaime Dunn, Chi Hyun Chung y Andrónico Rodríguez.

Carlos Saavedra, destacado politólogo boliviano con una vasta trayectoria en el análisis de la realidad sociopolítica del país, ofrece en esta entrevista una interpretación perspicaz sobre lo que esta fragmentación significa. Con una mirada aguda y un enfoque desprovisto de apasionamientos partidarios, Saavedra elabora un diagnóstico que trasciende las lecturas superficiales del momento político actual.

De acuerdo con el análisis de Saavedra, Bolivia atraviesa un auténtico fin de ciclo que va más allá del agotamiento del proyecto político del MAS. En sus palabras, «esto es un fin de ciclo de un momento de la política que abarca tanto las expresiones del campo popular como las expresiones del campo conservador». Este diagnóstico de crisis sistémica plantea un escenario donde no solo se está fragmentando un bloque político específico, sino que la totalidad del sistema político boliviano parece estar en proceso de reconfiguración.

¿Cuál puede ser un primer balance sobre el registro de alianzas y partidos en la carrera electoral que cerró el pasado viernes?

Estamos ante un momento de fin de ciclo, de transición, que se caracteriza por una altísima fragmentación y una ausencia de hegemonía. Tienes muchos candidatos, muchos partidos, y todavía está muy difuso quién tiene de verdad un proyecto político.

Creo que no está dibujado en el escenario con claridad alguien que pueda alinear tres cosas fundamentales: candidatura fuerte, partido bien estructurado y proyecto político. Esta alta dispersión y fragmentación está mostrando el fin de un momento político que trasciende mucho más allá del MAS. Sería ingenuo pensar que es solo el fin del ciclo del MAS. Es el fin del ciclo de un momento de la política que abarca tanto las expresiones del campo popular como las expresiones del campo conservador.

Este fin de ciclo se los va a llevar a todos. Todo está predestinado para que la próxima elección presidencial tenga varios candidatos fragmentando el voto del bloque popular pero también del bloque conservador, llevándonos a un escenario de un próximo gobierno débil y bastante fragmentado.

Esto hace recordar esa idea sobre que lo importante ya no es de qué lado caerá la moneda, porque es la moneda misma la que va a ser cambiada.

Correcto. Es grande el fin del ciclo. Yo creo que es ingenuo decir que solo es el MAS. Es más, yo creo que las banderas que ha enarbolado el MAS van a ser guías para la construcción del nuevo momento político. Es imposible pensar que de un plumazo vas a borrar todo lo que es la construcción del Estado plurinacional. Eso es imposible. Pero a veces es tanta la miopía política que ni eso se ve. Ahora, el MAS tal como está, yo creo que no tiene posibilidad de reproducir el poder.

¿Cómo queda la situación de las oposiciones más visibles?

Hay una realidad concreta, el bloque de unidad no se ha consolidado. Están yendo por su lado Samuel Doria medina, Jorge Tuto Quiroga, pero también Manfred Reyes Villa. Chi Hyun Chung insiste en una precandidatura sin tener una sigla.

Veo que la evidencia fundamental es que, al margen del masismo, nadie puede construir ni partido. Pedirles que construyan proyectos políticos ya es mucho pedir, pero por lo menos un partido, una herramienta jurídica para que puedan participar en la elección. No lo han hecho. Peor aún es esperar entonces que construyan proyectos.

Esta es una película que la hemos visto varias veces. Siempre se habla de que se necesita un bloque para vencer al masismo, como si hacer un proyecto político sería decir “hay que vencer esto». Creo que ese es el problema central: no entienden que la política necesita de la construcción de un horizonte futuro que enamore a la gente.

Habrá un segmento de la población que sí, que lo único que quiere es que el masismo se vaya del poder, y ahí está de alguna manera disfrazando algunas pulsiones raciales, algunas pulsiones de manejo económico. Pero otro gran sector de la población siempre demanda de la política un liderazgo, un conjunto de personas que señalen proyectos futuros. Y eso es lo que no han logrado construir.

Por eso nuevamente se ve la dispersión y la fragmentación, porque en realidad a ellos no los une un horizonte de futuro conjunto. Los termina uniendo el interés de sacar al MAS del poder, pero por sobre todo el interés de cada uno de ellos de hacerse con el poder. Entonces cuando hay una sola silla para cinco, la pelea y la fragmentación va a ser natural. Ninguno de ellos va a querer ceder.

¿Cómo ves la situación de las fuerzas que provienen del campo popular indígena?

Yo siento que al bloque popular le está empezando a pasar lo mismo que le pasó al bloque conservador hace más de 20 años. Está empezando a perder en mística su proyecto de futuro y está empezando a caer en exactamente lo mismo que critica de sus adversarios: intereses personales, falta de visión estratégica, egoísmos, personalismos.

El gran problema que tiene el bloque popular es que tiene que reinventar su proyecto político y tiene que readecuarlo a un nuevo momento. Percibo que hay muchos sectores que siguen pensando en el MAS de la guerra del agua y de la guerra del gas, el MAS que empezó a nacionalizar, pero no están viendo las transformaciones que ellos mismos han impulsado y las transformaciones que se están generando en el mismo mundo.

Y sí, hoy día la incertidumbre está en el bloque popular para ver si logran unificarse, si van tres candidaturas, si van cinco candidaturas, cómo se ordenan. Creo que ahí está la incertidumbre hoy en el escenario electoral.

El bloque popular ha ganado muchas elecciones y ha conquistado a la gente por tener un proyecto político, por generar transformaciones en el orden simbólico y en el orden material, que hoy creo que está en una nebulosa. El problema es que no se está reinventando y también está cayendo en esa pelea de pugnas individuales.

Creo que ese es el gran drama que hoy día tiene, que muy posiblemente no se solucione, que muy posiblemente llegue en esta fragmentación a la elección y que eso le termine costando la posibilidad de reproducir el poder este 2025 y acabe entregando el poder a los candidatos de oposición.

Entonces, posiblemente, a partir de esta fractura interna clarificada o materializada en varias candidaturas por el momento, después de más de 20 años el bloque opositor pueda estar tomando el poder. Con todo lo que se ha dicho, de manera todavía débil, posiblemente para un gobierno de transición, pero que así termine sucediendo.

Mucha gente del MAS sigue esperando todavía una reunificación, que no se ve venir por ningún lado. También, desde la vereda opositora, muchos han vaticinado que, por instinto de sobrevivencia, a última hora el MAS se cohesionará. ¿Cuál es tu criterio al respecto?

Yo pienso que los tiempos son muy cortos y todo tiende a que las fracturas se profundicen. Lejos de que se unifique el MAS, yo no veo posibilidad de un acuerdo a última hora para conformar una gran alianza que termine, por lo menos en lo formal, estructurando una sola candidatura. Eso no ha pasado y yo no veo factible que pase.

Haciendo perspectiva política, todo indicaría que el bloque popular va a estar partido. Yo diría que en al menos tres candidaturas: la del MAS vinculada a Luis Arce; luego, se va a tener la candidatura del evismo; y está la figura de Andrónico Rodríguez. Yo creo que lo más sintomático, lo que ha pasado este fin de semana, es que supuestamente había un encuentro entre Andrónico y Evo en Bulo Bulo y eso tampoco ha ocurrido.

Entonces yo creo que todo más bien apunta a que haya tres candidaturas de ese bloque y que posiblemente, ante esa fragmentación, hay una posibilidad real de que pierdan después de 20 años el poder. Pero esta vez, ante una alternativa elegida por el voto. Y posiblemente el estar fuera del gobierno les permita recuperar la mística y volver a construir un proyecto de país. Es el escenario electoral duro que tiene la posibilidad de que solo afuera del poder recuperen mística. Creo que se encamina a eso.

Así las cosas, se estaría generando un vacío en la representación de ese bloque, de esa votación que alcanzó un 55% en 2020, que en elecciones previas había logrado votaciones arriba del 60%. ¿Qué es lo más probable que ocurra con estos votos que antes apostaban por el proyecto del MAS?

Yo creo que va a haber una dispersión entre los propios candidatos del bloque. El voto duro se va a dispersar en tres, que es lo más probable. El voto blando, que no es un voto ideológico necesariamente y que se puede estimar entre un 20% y 25% de la población que terminaba apoyando electoralmente al MAS, este va a terminar dividiéndose entre las opciones del MAS, pero también migrando en gran parte a candidaturas como la de Samuel Doria Medina y Manfred Reyes Villa, que veo que son los que más apuntan a los votos de centro.

El voto más identitario, el voto cultural duro del MAS, es de un 30% a un 35%. Este es el voto ideológico,. El otro, el blando, es más pragmático.

Esas candidaturas van a terminar llevándose ese voto que va a experimentar, después de muchos años, otra opción política. Y eso te va a dar un escenario de alta fragmentación electoral y, obviamente, una futura asamblea con hartas expresiones políticas y bien difícil de gobernar.

Un escenario complejo, también a futuro.

Claro. Ahora se tiene formalmente tres partidos. Con esos tres es casi imposible generar consenso. Imagínate si llegan a ser seis o siete partidos con representación en el Parlamento luego de las elecciones, con la bancada de Tuto, de Samuel, de Manfred, de Arce, la bancada de Evo y la de Andrónico, la bancada de Chi. ¿Cómo podrán hacer para construir consensos? Y más en un momento de crisis económica. Muy complicado.

Fuente: La Razón


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