Lic Ruben Suárez
Durante décadas, el dólar estadounidense fue el pilar indiscutido del comercio internacional. Su
rol como moneda de reserva global le otorgó a Estados Unidos una enorme influencia
económica y geopolítica. Sin embargo, ese escenario está cambiando.
En un mundo cada vez más multipolar, el dólar comienza a perder terreno, y en su lugar emerge una nueva arquitectura financiera liderada por los BRICS y sus aliados estratégicos.
Los BRICS —formados inicialmente por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica— se expandieron en 2024 para incorporar a Arabia Saudita, Irán, Emiratos Árabes Unidos, Egipto y Etiopía. Con esta ampliación, el bloque representa más del 30% del PBI mundial y cerca del 40% de la población global, consolidándose como una de las mayores potencias económicas del planeta. A este núcleo se suman Cuba, Venezuela y Bolivia, que aunque no son miembros plenos, participan activamente del espacio BRICS+ y comparten la visión de una integración regional y mundial más equitativa.
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Uno de los ejes centrales de esta transformación es la creciente utilización del yuan chino
como moneda alternativa al dólar. Mediante acuerdos bilaterales y regionales, China ha logrado posicionar su moneda en intercambios comerciales clave con países de África, Asia y América Latina. Argentina, por ejemplo, firmó acuerdos para pagar importaciones en yuanes, aliviando la presión sobre sus reservas de dólares. Brasil sigue el mismo camino, al igual que
varias economías emergentes que buscan diversificar sus relaciones comerciales.
Además, China impulsa el sistema de pagos CIPS, una alternativa al SWIFT occidental, que
permite realizar transferencias internacionales sin la intermediación de bancos estadounidenses. Esto resulta estratégico para países sancionados o que buscan mayor
autonomía financiera.
La orientación del bloque BRICS va más allá de lo económico: es una propuesta político-comercial que defiende la soberanía nacional, el multilateralismo y el derecho al desarrollo independiente. En lugar de un sistema basado en la imposición y las sanciones, los BRICS promueven una lógica de cooperación entre iguales, donde las reglas del juego no estén dictadas por una sola potencia.
La creciente exclusión del dólar en acuerdos bilaterales, junto con el fortalecimiento del yuan y otras monedas nacionales, representa una respuesta clara a la necesidad de romper con la dependencia histórica del sistema financiero occidental. Así, los BRICS y sus aliados avanzan hacia un nuevo orden económico global: más justo, inclusivo y representativo del Sur Global.