Los pequeños productores chinos, los grandes perdedores de las medidas de Trump


El presidente estadounidense prosigue su guerra comercial con China. Ahora el país está en el punto de mira con derechos aduaneros del 145%. Pekín replicó este viernes con el anuncio de aumento de los aranceles a los productos de Estados Unidos a 125%. Esta escalada golpeará duramente a los pequeños productores chinos.

Un taller de costura en China.
Un taller de costura en China. © RFI/Heike Schmidt

Son decenas de miles y representan un sector vital de la economía china: los pequeños productores. Son las fábricas medianas que producen la totalidad o parte de los bienes importados de China. Incluyen fabricantes de ropa, bolsos, maquinaria y equipos de cocina. Como señala el New York Times, se trata de talleres familiares o incluso semiindustriales, y dependen en gran medida de la demanda internacional. Su principal argumento, por supuesto, es la producción a muy bajo coste, pero con unos derechos de aduana del 145%, toda la cadena de producción desde China hasta Estados Unidos se viene abajo.

Rentabilidad mínima

Tomemos, por ejemplo, una camiseta que sale de estos talleres chinos con destino a Nueva York. El artículo se producirá y luego se llevará en barco a Estados Unidos. Digamos que, simbólicamente, todo esto le cuesta al exportador 10 dólares. Salvo que tendrá que cobrar un 145% de impuestos. El valor de la camiseta ascenderá, pues, a 24,5 dólares. A esta cantidad hay que añadir el margen del minorista que venderá la camiseta en su tienda de Brooklyn. Con un precio así, será difícil encontrar compradores.



Y ahí es donde sufren los productores chinos, ya que los exportadores intentarán rebajar el precio de la camiseta. Pero estas estructuras ya están al borde de la rentabilidad, exprimidas por los mayoristas que intentan comprar al precio más bajo. Así que lo que está ocurriendo ahora es que los pedidos están siendo cancelados por los importadores estadounidenses. Como consecuencia, la producción se ha paralizado y las existencias se acumulan sin compradores. En resumen, estos talleres enfrentan una pérdida total, lo que en última instancia significa pérdida de puestos de trabajo.

¿Cuáles son las alternativas?

Estos productores se esfuerzan por encontrar soluciones. Una sería recurrir al mercado chino. Pero esto es complejo. El mercado nacional está saturado, marcado por la caída de la demanda. Esto dificulta la venta de existencias. Es posible imaginar una búsqueda de nuevos mercados, pero los volúmenes están lejos de compensar la pérdida del mercado americano. Al fin y al cabo, el año pasado llegaron a Estados Unidos productos fabricados en China por valor de 440.000 millones de dólares. Y para empeorar las cosas, las empresas chinas ya están sufriendo un exceso de capacidad industrial, con sus almacenes a reventar.

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Sin embargo, China se defiende de las medidas de Donald Trump. Simbólicamente, es difícil permanecer impasible ante tales decisiones. A escala nacional, el Gobierno también intenta frenar la situación. En particular, el Estado acaba de recapitalizar los grandes bancos que no están en buena forma. Los paquetes de estímulo han contribuido a sostener el crecimiento a corto plazo, pero la gran pregunta es cómo se las arreglará todo el ecosistema industrial y manufacturero chino en los próximos meses.


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