REPORTAJE
Unos, prósperos, tienen casas citadinas, autos y viajes de vacaciones. Otros trabajan hasta 15 horas al día en socavones o ríos con peligro a cuestas y salarios fluctuantes.
Mineros cooperativistas en un mitin en la plaza San Francisco. Foto: ERBOL
Fuente: erbol.com.bo
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Todos, sin embargo, tienen un denominador común: son mineros cooperativistas. La diferencia que los distancia es su posición la pirámide social cooperativista: unos son socios o kajchas; los otros, jornaleros.
“Así es ser jornalero, hay que trabajar, meterle full nomás… si no, te botan. En racha, de vos depende hacer platita, yo a veces he trabajado 12, 15 horas y quisiera venticuatrear. Otra cosa es ser kajchas (socio)”, dice Pedro Quispe. Tiene 33 años, la mitad de ellos dedicados a la minería del oro en tres cooperativas auríferas del norte paceño.
Como Quispe, miles de obreros se han convertido en la base de la próspera minería cooperativizada en Bolivia. Estos jornaleros, invisibles en datos oficiales, no cuentan con contratos formales ni beneficios sociales y muchos carecen de acceso a servicios básicos, educación y salud. A plan de auto explotación, aspiran a convertirse en socios de las cooperativas en las que trabajan mientras, convertidos en mano de obra fluctuante, son la fuerza de lucha del sector en marchas y protestas.
“El concepto de cooperativa implica una idea de igualdad, de solidaridad y trabajo en equipo. Sin embargo, hablando con los mismos actores mineros, no existe en el país una cooperativa que funcione como tal ni en el sector tradicional que son los Andes, ni en el sector de la Amazonía. Lo que hay son socios cooperativistas -que pueden ser 20, 30, dependiendo del capital o la magnitud del emprendimiento- y con ellos una gran cantidad de gente que trabaja para las cooperativas, generalmente en condiciones de precariedad. Hay explotadores y explotados”, afirma la antropóloga Elizabeth López, especializada en problemáticas socioambientales.
Un aspecto fundamental del sistema cooperativo es la disparidad entre los socios cooperativistas y los trabajadores asalariados, apunta el experto en minería Alfredo Zaconeta. “En la práctica, los grupos cooperativos pueden contar con entre 12 y 40 socios. No obstante, la mayoría de las personas que trabajan en estas operaciones no son socios cooperativistas, sino jornaleros. Se estima que, por cada socio cooperativista, hay entre tres y cuatro veces más asalariados, quienes dependen completamente de las cooperativas para su sustento”.
El auge del sector cooperativista
En las últimas dos décadas, el sector cooperativista se ha consolidado como el mayor actor en la minería boliviana debido a la subida de los precios de los minerales, especialmente del oro, pero también gracias a las facilidades legales e impositivas otorgadas por el gobierno.
En conjunto, las cooperativas generan el 58,1% de la producción minera del país y aportan el 0,2% de los impuestos, según datos del Ministerio de Minería y Metalurgia y del INE. En contraparte, el sector privado, con el 35,1% de la producción, aporta el 98,3% de los impuestos al Estado.
Infografía: Distribución de cooperativas mineras de Bolivia