Las víctimas, condenadas por delitos violentos y sexuales, fueron halladas muertas en la unidad Cimarron. Las autoridades identificaron al interno Ricky Wassenaar como el único implicado.
Las autoridades del estado de Arizona informaron que Ricky Wassenaar, un preso con una extensa trayectoria criminal y 16 condenas de cadena perpetua, ha sido identificado como el único sospechoso del asesinato de tres compañeros de celda en la unidad Cimarron del Complejo Correccional Estatal de Arizona, ubicada en Tucson. El incidente ocurrió el viernes 4 de abril, en una de las instalaciones penitenciarias más grandes del estado, según FOX News.
Los internos fallecidos fueron identificados como Saul Alvarez, Thorne Harnage y Donald Lashley, quienes también cumplían condenas por delitos graves. Según información difundida por el Departamento de Correcciones, Rehabilitación y Reincorporación de Arizona (ADCRR), la agresión fue deliberada. “El recluso actuó con intención de causar daño”, señaló el organismo en un comunicado inicial, aunque no se ofreció una hipótesis oficial sobre el motivo del ataque.
La pelea mortal tuvo lugar dentro de los módulos de la unidad Cimarron, un área del complejo conocida por albergar a presos considerados de alta peligrosidad. Tras el incidente, se activaron los protocolos de emergencia, se cancelaron las visitas del día y se inició una investigación conjunta entre la Oficina del Inspector General del ADCRR y la Oficina del Médico Forense del Condado de Pima.
Los tres internos asesinados purgaban sentencias por delitos violentos o sexuales. Alvarez, de acuerdo con los registros penitenciarios, fue condenado por asesinato en primer grado en 2004 en el condado de Maricopa. Harnage, por su parte, había sido condenado recientemente, en 2024, por conducta sexual con un menor, mientras que Lashley fue sentenciado en 2023 por abuso infantil y conducta sexual inapropiada con un menor, ambos casos en el condado de Pima.
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La prisión de Tucson, donde ocurrieron los hechos, es la más grande del sistema estatal. El ADCRR indicó que la situación estaba controlada y que no existía una amenaza persistente para la seguridad del personal o de otros internos. “Todos los fallecimientos de internos son investigados en coordinación con la oficina del médico forense del condado correspondiente”, detalló el departamento. Además, reiteró su intención de presentar cargos penales contra cualquier persona implicada.
Ricky Wassenaar, de historial violento tanto dentro como fuera de prisión, es una figura conocida por las autoridades penitenciarias de Arizona. Antes del incidente del 4 de abril, el recluso ya había acumulado 19 condenas por delitos como secuestro, asalto agravado, agresión sexual y uso de armas dentro del sistema carcelario.
En 2004, Wassenaar protagonizó uno de los episodios más notorios en la historia penitenciaria de Estados Unidos. Junto al interno Steven Coy, tomó el control de una torre de vigilancia en el Complejo Penitenciario Lewis, en Buckeye, y mantuvo a dos oficiales como rehenes durante 15 días.
Durante ese tiempo, ambos secuestradores sometieron a las víctimas a abusos físicos y sexuales. La oficial Lois Fraley, una de las rehenes, sobrevivió al cautiverio y testificó posteriormente en los juicios. Ambos reclusos fueron condenados por múltiples cargos, incluyendo violación y secuestro, y recibieron múltiples sentencias de por vida sin posibilidad de libertad condicional.
Según KOLD y The Arizona Republic, Wassenaar habría utilizado en aquel entonces un uniforme de guardia de cocina para engañar a otro oficial y obtener acceso a una torre de vigilancia. Para conseguir el uniforme, redujo a un guardia utilizando un arma improvisada de fabricación casera. La toma de rehenes finalizó cuando ambos internos se rindieron ante las fuerzas del orden.
Tras el asesinato de los tres internos en Tucson, Wassenaar fue trasladado a una instalación de máxima seguridad en Florence, mientras continúa la investigación penal. El ADCRR no ha revelado si el ataque fue planeado con antelación, ni si existía algún tipo de vínculo entre el agresor y las víctimas. La investigación se mantiene abierta y se espera que se presenten cargos adicionales en los próximos días.
En un precedente ocurrido en noviembre de 2020, el mismo complejo penitenciario de Tucson registró un incidente de violencia significativa, cuando varios internos de la unidad Cimarron agredieron a un oficial de correcciones durante aproximadamente dos minutos, según reportó ABC15. El suceso provocó una revisión de los protocolos de seguridad, aunque no se registraron consecuencias graves en aquella ocasión.
El Departamento de Correcciones de Arizona reiteró que continúa evaluando la seguridad interna de sus instalaciones y que todos los hechos de violencia serán perseguidos penalmente. Se espera que las autopsias realizadas por el médico forense de Pima aporten mayores detalles sobre la causa y circunstancias exactas de las muertes.