Este plan solo beneficia a seis de los nueve departamentos del país. En 2024, La Paz (944.950) y El Alto (778.596), que concentran la subvención, recibieron en conjunto 1,7 millones de sacos de harina.
Fuente: Unitel
El gerente de la Empresa de Apoyo a la Producción de Alimentos (Emapa), Franklin Flores, informó este domingo que el Gobierno proyecta destinar este año más de Bs 1.200 millones para la compra de harina, la subvención al trigo y la ejecución de políticas para mantener el precio del pan de batalla en Bs 0,50.
Pero no solo es harina. Flores confirmó que Emapa entrega a los panificadores otros productos subvencionados, entre ellos azúcar, manteca y levadura.
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Sin embargo, este plan solo beneficia a seis de los nueve departamentos del país. Así lo ha confirmado este fin de semana, en medio del conflicto por el incremento del precio del pan en Santa Cruz.
En un listado que mostró este domingo en el canal estatal se establece que las bolsas de 50 kilos de harina llegan a La Paz, El Alto, Cochabamba, Oruro, Potosí, Chuquisaca y Beni, siendo las dos primeras las que más cantidad reciben.
En 2024, La Paz (944.950) y El Alto (778.596) recibieron en conjunto 1,7 millones de sacos de harina que subvenciona el Estado.

Lo cierto es que el beneficio no es para todos puesto que no llega a Santa Cruz, Tarija y Pando.
Este domingo, Flores dijo que los panificadores de Santa Cruz rechazaron la subvención con el argumento de que preferían una harina importada de mejor calidad.
“Nosotros ofrecimos harina y el sector panificador nos indica que no quiere esta harina”, señaló.
Con anterioridad, el viceministro de Defensa del Consumidor, JOrge Silva, señaló que los panificadores de Tarija también asumieron una postura decisión similar
¿Es sostenible este plan? A diferencia de otros años, ahora hay más productos subvencionados y el volumen crece cada año.
Flores expuso las cifras de la compra de los insumos y la diferencia con los precios que llegan al sector que elabora el pan de batalla.
Este es detalle por producto:
Harina: Antes, el Gobierno compraba el saco de 50 kilos de harina a Bs 315; con las variaciones de precios ahora lo hace a Bs 340.
De esta manera, entrega el producto a los panificadores en Bs 98,50. Es decir, el Estado aporta Bs 241,50.
Azúcar: Antes, el Gobierno compraba el saco de azúcar de 46 kilos a Bs 265; con las variaciones de precios ahora lo hace a Bs 272.
De esta manera, entrega el producto a los panificadores en Bs 26. Es decir, el Estado aporta Bs 246.
Manteca: Antes, el Gobierno compraba el paquete de manteca de 16 kilos a Bs 274; con las variaciones de precios ahora lo hace a Bs 341.
De esta manera, entrega el producto a los panificadores en Bs 28. Es decir, el Estado aporta Bs 313.
Levadura: Antes, el Gobierno compraba el paquete de levadura de 25 kilos a Bs 212,50; con las variaciones de precios ahora lo hace a Bs 215.
De esta manera, entrega el producto a los panificadores en Bs 23. Es decir, el Estado aporta Bs 192.
“La diferencia es el costo que asume el Gobierno nacional para garantizar el precio del pan de batalla”, dijo Flores.

El Gobierno, como Flores, consideran que con este beneficio el precio del pan no debe incrementarse.
“Nuestro Gobierno no va a permitir ni va a dejar que el precio del pan pueda incrementarse y para aquello tenemos un aliado estratégico que es la Confederación Nacional de Panificadores de Bolivia y sus federaciones departamentales”, añadió minutos antes.
El presidente del Colegio de Economistas de Tarija, Fernando Romero, puntualizó que en los últimos cinco años “el volumen de harina subvencionada ha crecido en 130%.
“La búsqueda del Gobierno de mantener un pan barato y una estabilidad relativa de los precios conlleva también un mayor gasto, inclusive más grande a los 1.200 millones porque no solo se subvenciona a la harina, también la manteca, el azúcar u otros productos”, explicó el analista en una entrevista con la Unitel.bo.
En ese marco, advirtió que “esto cada vez va a ser menos sostenible mientras existan problemas financieros como los hay en la economía estatal”.
Sin embargo, consideró que “hay mantener la subvención porque es un mal necesario”, aunque “no va a ser sostenible”.