Reconciliación, la verdadera unidad de Bolivia


“La unidad”, todos la nombran, nadie la ha visto y ciertamente nadie sabe cómo luce. Nuestros injubilables políticos, con su habitual oportunismo, la pronuncian con un tono esperanzador, cínico y manoseado. Quieren hacernos creer, que la unidad es una tarea que solo ellos pueden encabezar y usan la unidad como un eslogan de campaña.

En las últimas cuatro elecciones se habla de la unidad como necesaria, imprescindible… pero nunca pensamos en cómo se consigue realmente. Porque claro, para los políticos noventeros, unidad es juntar sus miserias en una lista electoral, repartirse cargos, seguir odiándose en privado y después traicionarse. Y ahora, la izquierda boliviana, se ha sumado a esta tendencia.



La verdadera unidad, la que nos interesa a los ciudadanos de bien, no está en los abrazos falsos de conferencia de prensa, está en algo mucho más difícil y que solemos pasar por alto cegados por odios y prejuicios de uno y otro lado. Hablo de la reconciliación.

Reconciliarse no es fácil. Requiere humildad, requiere aceptar que el otro existe, piensa distinto, vive distinto, pero tiene el mismo derecho que uno a ser parte de este país. Reconciliarnos es mirarnos a la cara y decir “No pienso como vos, pero quiero vivir en paz con vos. Porque este país es tan mío como tuyo.”

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Bolivia es plural. No todos son empresarios, ni todos son campesinos, no todos son de izquierda, ni todos son de derecha. Nadie tiene que renunciar a su pasado y su historia, pero todos debemos acordar un futuro común.

El problema es que somos gobernados por los peores bolivianos. Líderes que no lideran nada, caudillos que solo saben dividir, gritar, victimizarse, traicionar y amenazar. Son ellos, de ambos bandos, los que han vivido mejor, mientras todos los demás vivimos peor y enojados entre nosotros.

Es por eso que necesitamos sentarnos a pensar Bolivia entendiendo sus particularidades. Con ideas de izquierda y de derecha, pero con sentido común, con respeto, con ganas de resolver la economía, pobreza, salud, educación, trabajo y seguridad. Hablemos de las necesidades sociales y combinémoslas con libre mercado. ¿Por qué no? Creo que el país ya no soporta más ideologías enlatadas que vienen del extranjero, necesitamos la nuestra propia.

La reconciliación no es un acto de buena voluntad, es un acto de inteligencia, es la revolución necesaria, porque Bolivia no entra en un solo molde, necesitamos un acuerdo donde todos quepamos sin aplastarnos. Menos caudillos, rabia, división, odios y más constructores de puentes y propuestas.

Este pensamiento alude a los años que vienen, no a las elecciones de agosto. Es un camino largo que hay que empezar a andarlo. Reconciliemos Bolivia.

 

 

Marcelo Ugalde Castrillo

Político y empresario


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