Fuente: Ideas Textuales
La Corte Suprema de Reino Unido dictaminó unánimemente que la ley británica define a una mujer como alguien que nació biológicamente de sexo femenino. Seguramente, muchos se estarán preguntando cuál fue la necesidad de este fallo.
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Esta noticia es el resultado de una larga y acalorada discusión en torno al género y al sexo biológico, promovido por movimientos progresistas y grupos LGTBQ+ radicales, que data desde hace ya años. Esta agenda está enfocada en la redefinición de los sexos, llegando a exigir la consideración jurídica del género adquirido. Lo anterior ha tenido serios alcances, impactando al deporte, las políticas carcelarias e incluso la vida cotidiana, al generar grandes problemas en el uso de baños y camarines públicos, afectando incluso la seguridad de niñas, adolescentes y mujeres adultas. Esta deriva identitaria del género llevó a que en 2022, «mujer» fuera la palabra del año, conforme Dictionary.com. Según el reporte de The Guardian la búsqueda aumentaba en momentos críticos, como cuando la senadora republicana, Marsha Blackburn, le preguntó a Ketanji Brown Jackson la definición de «mujer», a lo que Jackson respondió «no puedo». Este es un ejemplo de lo que ocurre hoy en día con el avance de las ideas posmodernas, las cuales abogan por una fuerte confusión, relativismo e involución.
Hasta este punto, parecía que la mujer perdía sus definiciones, aquella que ha luchado insistentemente por encontrar su lugar en el mundo, parecía volverse incapaz de autodefinirse ante él. Esta realidad empezó a amenazar los esfuerzos de igualdad conseguidos, lo que lleva a la organización For Women Scotland empezar a luchar por los derechos femeninos frente a la dictadura LGTB+. Si se considera que una de las grandes auspiciadoras de la agrupación es la escritora JK Rowling, víctima de la censura y persecución progresista, se hace evidente como el delirio de la ideología de género empezó a amenazar los derechos y dignidades de las mismas mujeres. De alguna manera, como afirma Rachel Lu en su artículo Woman, Defined, «Puede ser muy difícil de entender todo esto en una sociedad obsesionada con la identidad, y profundamente confundida sobre el sexo y la reproducción». El problema está, en que en la búsqueda por la inclusión femenina, se nos han impuesto múltiples posibilidades que no necesariamente responden a los problemas de las mujeres. En las últimas décadas, la historia del feminismo ha dado un giro copernicano, olvidando por quién se luchó en primer lugar, diagnosticando el problema de la mujer en su biología, femineidad y por supuesto, la maternidad.
Con todo, lo anterior tiene más problemas. Si el concepto de mujer como una realidad funcional y biológica no existe (y es un mero constructo social) las demandas feministas pierden sentido. De ser la concepción femenina y todas las consecuencias que ésta conlleva un mero invento social, entonces el movimiento feminista es una farsa y sus luchas han sido en vano. Pero sabemos que no es así. El ser mujer requiere de una realidad biológica constitutiva que trasciende toda la realidad humana, responde a una existencia cognitiva, emocional, relacional y funcional propia. Es esta realidad la que lleva a la necesidad impetuosa por defender el derecho de igualdad ante la ley.
Las mujeres tienen una realidad propia, que por mucho que se niegue no terminará de existir. Muchas feministas de género están cavando su propia tumba al definir lo femenino como una construcción social, en donde solo el hombre puede ser el mayor beneficiario. Es posible que sea necesario que el movimiento feminista de un paso atrás y comience por entender la verdadera realidad de la mujer, antes de intentar imponerle absurdas definiciones de lo que son. Aceptar que muchas de sus características (sin duda no todas) constitutivas, vienen dadas por la biología, es justamente el punto de inicio para conseguir su verdadero autodominio. Lo que ha ocurrido en Reino Unido demuestra que los avances de la ideología de género poco tienen que ver con el avance de las libertades de minorías sexuales, sino más bien con una nueva forma de autoritarismo, proveniente de una cultura basada en la victimización. Cultura que está empezando a asfixiar a otros grupos mediante su instrumentalización, siendo uno de los más afectados el de las mujeres que luchan por construir espacios para sí mismas desde la libertad, la responsabilidad y el autogobierno.