Bolivia es diversa en flora y fauna, y esa riqueza se debe conservar, pues se trata de su agrodiversidad. El Banco Nacional de Germoplasma es el encargado de ese resguardo y en sus “bóvedas” tiene 20.025 recursos genéticos, patrimonio del país.

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Un banco de germoplasma es una área o espacio donde se conserva la mayor diversidad genética de las especies agrícolas, pecuarias, forestales y microbianos (hongos, bacterias, virus).

El Banco Nacional de Germoplasma de Bolivia ofrece una gama de colores, tamaños y texturas impresionantes, desde diminutas semillas hasta grandes mazorcas de maíz de varios tonos.

La entidad está a cargo del Instituto Nacional de Innovación Agropecuaria y Forestal (INIAF), dependiente del Ministerio de Desarrollo Rural y Tierras y cuenta con diversas estrategias de conservación y utilización de los recursos genéticos para asegurar las especies para el país.

Según el INIAF, el objetivo del banco es la conservación, manejo, gestión de recursos genéticos de la agrobiodiversidad de granos altoandinos, tubérculos, raíces, leguminosas, cereales, forestales, hortalizas, microorganismos, forrajeras, frutales, café y otros.

Joel Moisés Mamani Huanca, responsable nacional de la Unidad de Recursos Genéticos de la Dirección de Innovación del INIAF, explicó a La Razón que el Banco de Germoplasma preserva el patrimonio de todos los bolivianos mediante la conservación de la biodiversidad de la agricultura.

“La conservación de recursos genéticos es un deber de cada país. Es como una librería de semillas potenciales, las cuales puedan conservar gran cantidad de genes; y su finalidad es que luego se busquen investigaciones y mejoramiento genético y devolverlas a la población. Cuando alguna se pierde de las comunidades nativas, nosotros la devolvemos”, explicó el funcionario.

       

Banco

Asimismo, indicó que el material resguardado en el banco es la copia principal de la biodiversidad agrícola de los departamentos.

El material del banco ha sido heredado de diferentes instituciones al INIAF, con 16 años de trabajo. Conserva colecciones, cada una de diferentes especies: cereales y leguminosas, tubérculos y raíces, granos altoandinos, hortalizas, estimulantes, frutas del valle, forestal y forrajera.

Estas “librerías específicas” se renuevan anualmente y actualmente tiene 20.025 ‘accesiones’ (muestras). “Por ejemplo, en el caso de la papa, tenemos alrededor de 1.700 accesiones cultivadas y nativas”, informó Mamani.

En el caso de la colección de tubérculos y raíces, todas las accesiones están también almacenadas in vitro “porque el material sale todos los años al campo y requiere tener una copia pues puede ser afectadas por algún evento climático y desaparecer”.

En in vitro se realizan limpiezas virales, tratamiento para que no pierda sus características. El INIAF se encarga de colectar y seguir llenando las colecciones.

¿Cuánto tiempo se pueden guardar estas muestras? Mamani explicó que depende de cada especie; algunas tienen una duración de tres a cuatro años, otras se pueden conservar hasta cinco años. “Estamos trabajando sistemas para conservación a mediano y largo plazo, actualmente lo hacemos a corto plazo”.

El banco comenzó a innovarse con sistemas de conservación. Es el caso del trilaminado, que ayuda a mantener al máximo el poder germinativo de las semillas y se lo sella al vacío para evitar que con el tiempo pierda su poder. Con este método, la accesión puede durar unos 15 años.

Infografía: Lizeth Machaca

Muestras

Otras muestran se conservan también en una cámara fría para que se pierda lo menos posible el valor de la semilla.

El encargado del INIAF explicó a La Razón que el trabajo del banco no se limita a la conservación de las especies; sino en el descubrimiento de sus potencialidades y mejorarlas para que sean más resistentes, por ejemplo, a la sequía, la helada, la salinidad.

Una de las colecciones más llamativas es la de ajíes, denominada Capsicum, que cuenta con 730 variedades y convierte a Bolivia en un centro de biodiversidad de este producto con diferentes formas, colores e intensidad de picante.

En el caso del grupo de estimulantes, tienen café y cacao, Mamani contó que en este caso las semillas se han ido adaptando a las características de Bolivia, al suelo, a la humedad, y tienen un poco de cada región.

También se está apostando a subir la colección de frutos amazónicos; que aún está en etapa de crecimiento. Ahí destacan el copuazú, castaña, asaí y majo.

La institución cuenta también con un banco de microrganismos que reúne bacterias y hongos, que son importantes; pueden responder de manera benéfica a alguna enfermedad de plantas o frutos.

Destacó, además, el banco molecular y de genes, donde está caracterizada una buena proporción de las colecciones.

Colecta del banco

Para la obtención de las semillas y muestras, el personal del Banco de Germoplasma viaja a las diferentes regiones del país para hacer una prospección e identificar dónde hay diversidad de una especie; por ejemplo, en el caso de los granos altoandinos, se concentra en La Paz, Oruro, Potosí, donde abunda la quinua.

“Viajamos a comunidades para ir identificando la biodiversidad, luego empezamos a colectar en diferentes lugares, identificamos la mayor cantidad de variedades y las llevamos en semilla viable a nuestro banco. Hacemos un refrescamiento; identificamos sus características, y toda esa información la registramos con un sistema reconocido a nivel internacional, en el Green Global”.

Cada muestra, cada semilla, tiene un código BOL (de Bolivia) y, según Mamani, es como un carnet de identidad para cada accesión; un término característico de los bancos de germoplasma.

Una vez conservada la muestra, se busca sus potencialidades y se la envía a los investigadores del INIAF, a los mejoradores, para que continúen con el proceso de investigación y se obtengan mejores variedades.

“No es solo conservar el material; para nosotros, son como personas, hay que cuidarlas; saber qué le acontece; puede pasar algo en el ambiente que le afecte entonces hay que tomar recaudos”.

Colección

Para realizar todo este trabajo, el Banco de Germoplasma cuenta con escaso personal, uno para cada colección, que debe recolectar, conservar y realizar otras labores. Un trabajo encomiable.

“El INIAF trabaja con varios proyectos de inversión del Gobierno como el de recursos genéticos que actúan como nuestros brazos para hacer las colecciones”.

Al 31 de diciembre de 2024, el Banco Nacional de Germoplasma registró 20.025 accesiones conservadas, algunos como semillas y otros en campo como es el caso de la colección de frutas. El banco las conserva como plantas vivas en su centro de Cochabamba tras recolectarlas de diferentes regiones.

En los últimos meses se han sumado 1.400 nuevas colectas al reservorio que están en proceso de evaluación, entre ellas se incluye el banano, piña y frijol adaptados a Bolivia.

Cochabamba

La base del Banco Nacional de Germoplasma de Bolivia está en el Centro de Conservación de Toralapa, en el municipio de Tiraque de Cochabamba. Sin embargo, el banco ha ido ampliándose a diferentes lugares y está en Sipe Sipe, también en Cochabamba; donde se conservan las hortalizas; en Tarata donde están las colecciones frutales; en Playa Ancha, donde están las chirimoyas.

En el caso de la colección de café, el banco se encuentra en Caranavi, en La Paz; para el cacao, tiene su centro en Palos Blancos, La Paz, y en Baures, Beni.

En Pando está ubicado el banco de frutos amazónicos; para el maní, está en Chuquisaca.

Aún restan muchas especies por colectar debido a la gran diversidad que tiene el país; sin embargo, la colección del banco se considera ya como un importante patrimonio de los bolivianos.