Quiero empezar esta entrega otorgando mis reconocimientos a la empresa TotalEnergies y otros actores involucrados por su tenacidad y esfuerzo al lograr que, este mes de abril de 2025, volúmenes de gas natural puedan transitar de manera interrumpible desde Argentina, por Bolivia, hasta el mercado de Brasil.
Un logro inédito, considerando las idiosincrasias y burocracias inherentes a nuestra querida América Latina. Es un experimento inicial de tránsito de casi 5.000 kilómetros a través de tres países y varios sistemas de gasoductos. Además, marca un hito que demuestra que “sí se puede” y beneficia a las tres partes, como explicaré más adelante.
Otro aspecto positivo es que los precios y condiciones del contrato de compraventa (interrumpible) fueron pactados por el sector privado. Es decir, entre productores privados en Argentina y compradores privados en Brasil, utilizando gasoductos en Argentina, Bolivia y Brasil.
Los acuerdos de mercado prevalecen sobre precios y condiciones que a veces quisieran imponer los gobiernos de turno en este tipo de negocios. Ojalá futuras transacciones se den con esta misma dinámica y con gobiernos facilitadores.
La cruda realidad muestra que los megacampos de gas y condensado de Bolivia, descubiertos hace 25 o 30 años, continúan declinando más rápido de lo previsto. A fines de 2025, la producción bordeará los 24 millones de metros cúbicos diarios.
=> Recibir por Whatsapp las noticias destacadas
El mercado interno demanda alrededor de 13-14 millones en promedio, por lo que quedarían 11-12 millones para exportar a Brasil. Para 2028, Bolivia dejará de exportar a Brasil y comenzará a importar gas natural. ¿De dónde y por dónde? Por ahora, solo los dioses lo saben.
Con esta nueva realidad, el contrato entre YPFB y Petrobras se ha flexibilizado con cantidades declinantes y se extendió hasta 2027. Esto deja plena capacidad de transporte ociosa en los gasoductos bolivianos que, mientras se intenta recuperar producción con nueva exploración, pueden generar ingresos por tránsito de gas y evitar su deterioro.
Por el lado argentino, mientras todas las cuencas de yacimientos convencionales declinan aceleradamente, la cuenca neuquina, con hidrocarburos no convencionales en Vaca Muerta (fracking), ha mostrado excelentes resultados en eficiencia y bajos costos de producción. La producción de petróleo, gas natural asociado y no asociado crece día a día. Lo que se necesita son nuevos mercados y, por ende, nueva infraestructura de transporte.
Recordemos que Argentina ha impulsado inversiones para construir nuevos gasoductos y revertir el gasoducto TGN, abasteciendo así el norte del país, que ya no recibe gas boliviano. Los productores argentinos buscan nuevos mercados y promueven tres proyectos de exportación de GNL por la costa atlántica, aunque con plazos complejos de maduración.
En mercados regionales están Chile, Uruguay y Brasil. Se estudian opciones por Paraguay, Uruguayana y otros destinos para llegar al gran mercado de São Paulo. La opción por Bolivia ofrece inmediatez debido a su infraestructura con capacidad ociosa. Podrían moverse hasta 34 millones de metros cúbicos diarios a Brasil. Incluso el mercado boliviano está en la mira a partir de 2028.
El cuello de botella para llegar con más gas al norte de Chile, Bolivia y Brasil es la construcción de nueva capacidad de transporte en Argentina, que por ahora solo ofrece capacidad interrumpible. Bajo las condiciones actuales, la infraestructura debe hacerse con capital privado y contratos de compraventa a mediano y largo plazo que aseguren capacidad firme.
Finalmente, los usuarios en Brasil se beneficiarán con una fuente adicional de gas regional, que puede ofrecer mejores precios y seguridad de abastecimiento para sus operaciones con un combustible abundante y limpio.
Álvaro Ríos Roca fue ministro de Hidrocarburos de Bolivia y actualmente es socio de la consultora Gas Energy Latin America.