Una información muy importante que reflejó un hecho dramático y vergonzoso para la sociedad boliviana ha pasado casi desapercibido por la prensa que está abocada a los carajazos y al circo de la clase política; por los analistas que están ocupados en sus especulaciones electorales de la unidad y de las decisiones del MAS; por las autoridades de todos los niveles de gobierno que están estresados en evitar que sus puestos sean ocupados por otro debido a la fiebre electoral que ya soportamos; por los candidatos presidenciales que nos han ofrecido el cielo y el mar, pero sin pisar la tierra y sus vicisitudes. Por vos, por nosotros que estamos enceguecidos con los videos del TikTok y con los chismes de Instagram, Facebook, etc.
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Ese dato es una vergüenza para el Estado Plurinacional de Bolivia: el 2024 cada día han sido violados, abusados sexualmente 19 niños, niñas y adolescentes, según el informe oficial de la Fiscalía General, pero que tomó cierta relevancia esta realidad, gracias a la preocupación de UNICEF, que lanzó la advertencia y un golpe a nuestras conciencias, pero que la sociedad la tomó de pasada, como si todo ello fuera normal y que no le atañe porque la niña violada, la adolescente abusada no es cercana a su familia.
Ojo que un solo niño, niña y adolescente que sea maltratada, abusada es una realidad que nos debe conmover y doler a todos los hombres y mujeres de este país. No es un niño o niña de los barrios alejados o de alguna provincia, es nuestra propia integridad y ser que sufre esa aberración sexual.
¿Qué está pasando en esta Bolivia para que cada día exista tal cantidad de hechos sexuales de tamaña magnitud? ¿Quién está fallando? ¿Acaso Bolivia no tiene un montón de leyes que protegen a los niños, niñas y adolescentes e instituciones del Estado que tienen competencias específicas? ¿Falla el sistema judicial que cada vez tiene miedo en mandar a la cárcel a un pedófilo, violador? ¿Falla el sistema educativo? ¿Falla la familia? ¿Falla el Estado, la sociedad?
Tres miradas importantes nos darán algunas pistas para comprender este informe que refleja una realidad dura, cruel e indignante, y que cada año se repiten los datos que son informados en conferencias de prensa, donde los fiscales hinchan el pecho y lo hacen como si fuera un logro presentar los hechos fríos, como queriéndonos insinuar que todo esto es normal, producto del crecimiento de la sociedad y que no deberíamos alarmarnos ni hacer escándalos.
¿Qué mensaje o enseñanza nos deja esta realidad lacerante que enfrentan los NNA?
Guisela Martínez Pinaya, psicóloga, directora de la Fundación Alquimia, que acompaña a víctimas de violencia sexual, dice: “Es la realidad de nuestros NNAs, es un llamado a todos como sociedad, a revisar nuestros modelos de crianza, a levantar la voz en gratitud porque son nuestros NNAs quienes están rompiendo el silencio, quienes a través del dolor y el daño nos están mostrando cuán equivocados estamos, es un pedido de amor que nos exige que actuemos, que dejemos de pensar que esto pasará, lo olvidarán, mejor no hablarlo, recordarlo o simplemente ponerlo en las mesas de trabajo para cumplir una agenda. Bolivia tiene una deuda con los sobrevivientes, la ley está solo en el papel, y la administración de la justicia está sujeta en muchos casos a actos de corrupción”.
Greta Vargas, psicóloga, integrante de Acción Feminista, afirma: “El cruento dato de casos de abuso sexual nos indica una sociedad adultocentrista y altamente violenta, donde la infancia no es considerada como una etapa de desarrollo de las personas donde son vulnerables y todas y todos debemos proteger y cuidar. Al contrario, las personas que cometen delitos contra las infancias los ven como objeto de abuso, sin posibilidad de defensa.
Es importante indagar en las causas de las violencias en los hombres. Aquellos niños violentados, no defendidos, con el agresor impune, ¿Qué sucede con ellos? Existe un ciclo de repetición de violencias, que urge frenarlas, abrir las heridas que se negaron, hablar, llorar y así después de un largo proceso, reparar, para frenar esa violencia y no convertirse en agresor”.
Guillermo Dávalos, director de la Fundación SEPA, identifica cuatro lecciones urgentes:
- La violencia sexual contra la niñez es masiva y sistemática. No se trata de hechos aislados. La cifra —más de 6.900 casos en un año— indica que existe una normalización del abuso en distintos entornos: hogares, escuelas, comunidades. Esto apunta a fallas estructurales en la prevención, detección y respuesta.
- El sistema de protección está siendo rebasado. Si estos son los casos denunciados y registrados oficialmente, debemos suponer que hay muchos más en silencio, por miedo, vergüenza o falta de confianza en las instituciones. Esto evidencia que los mecanismos actuales —aunque existen en el marco legal— no están funcionando de manera efectiva ni articulada.
- La impunidad sigue siendo un factor central. Muchos agresores no reciben sanción adecuada o no enfrentan juicio, lo que genera un mensaje de permisividad. Esta impunidad revictimiza a los niños y niñas, y debilita la credibilidad del sistema judicial.
- El abuso sexual está destruyendo la vida de miles de niños. Más allá de la estadística, hay historias reales detrás de cada caso: niños con traumas profundos, adolescencias rotas, vidas marcadas por el miedo, la culpa o el abandono. Este drama no se limita al momento del abuso: sus consecuencias son de largo plazo.
Las tres miradas de los expertos entrevistados sobre esta temática nos dan un diagnóstico certero, que sin duda, hay que tomarlas en cuenta, pero ahora les preguntamos ¿Qué hacer? ¿Es una responsabilidad solo de las autoridades y de las leyes? Vamos a las respuestas,
La psicóloga Martínez, precisa que la respuesta a esta crisis requiere una acción coordinada y urgente de todos los actores:
Sociedad y Familia: Promover una cultura de respeto, igualdad y no violencia desde la infancia. Cambiar los modelos de crianza. Estar atentos a las señales de alerta de abuso y brindar apoyo a las víctimas.
Sistema educativo: Implementar programas integrales de educación sexual y prevención del abuso. Capacitar a docentes y personal para identificar, prevenir y actuar ante casos de abuso. Crear entornos escolares seguros y de confianza para los estudiantes.
Sistema Judicial: Garantizar que la ley se aplique correctamente y sancionar los actos de corrupción . Sancionar severamente a los agresores y asegurar la reparación integral de las víctimas.
Municipios y Gobernaciones: Asignar recursos económicos para programas de prevención y atención. Implementar políticas públicas a nivel local en coordinación con otras instituciones.
Defensorías de la Niñez y Adolescencia: Garantizar una atención integral y especializada a las víctimas. Supervisar el cumplimiento de los derechos de NNA por parte de otras instituciones. Institucionalizar los cargos, capacitación continua y sanciones en caso de omisión de funciones.
Además, las universidades, ONGs, Defensoría del Pueblo, medios de prensa, iglesias tienen sus tareas asignadas
Dávalos al tiempo de advertir que el sistema de protección a los NNA “está fragmentado y descoordinado y que las instituciones que deben proteger a la niñez (Defensorías, SLIMs, FELCV, Fiscalía, Servicios Legales Integrales, salud, educación, justicia, etc.) no trabajan de forma articulada ni eficiente y hay duplicación de funciones, vacíos de responsabilidad y falta de seguimiento”, plantea de forma más que urgente fortalecer el Sistema Plurinacional de Protección y su articulación entre instituciones. Implementar estrategias preventivas en escuelas y comunidades. Promover la participación activa de niños, niñas y adolescentes como defensores de sus derechos. Asegurar el acceso a justicia, atención psicológica y reparación integral para las víctimas. Desarrollar campañas de sensibilización y educación sexual integral desde la primera infancia.
«Estamos fallando como sociedad. Proteger a la niñez no es opcional, es una obligación ética, política y humana”, subraya.
En la voz de Greta Vargas, pide a gritos que el camino es un trabajo integral, que debe encararse desde múltiples puntos de vista. Una de las más urgentes, está dirigido a madres, padres y/o adultos responsables de niños, niñas, brindar protección con información acorde a su edad, expandir material pedagógico para que puedan protegerse.
Abandonar el adultocentrismo es una deconstrucción permanente, implica un trabajo personal, profesional, fundamental. Las primeras personas en iniciar estos procesos son las autoridades judiciales.
Así como precisan nuestros invitados no hay tiempo que perder, es una tarea que no admite excusas de toda la sociedad y el Estado e intensificar una cruzada nacional e integral contra los abusos sexuales a niños, niñas y adolescentes que tienen todo el derecho a vivir una infancia feliz y segura.
¡Urgente una agenda integral y con responsabilidades de todos para proteger a los niños, niñas y adolescentes de la Bolivia Plurinacional!