Por Gabriela Ichaso Elcuaz.
Fuente: Ideas Textuales
Si sos de Santa Cruz de la Sierra y querés aprender de su historia, sus calles y sus atractivos turísticos, tenés que seguir la agenda de los recorridos gratuitos turísticos y patrimoniales en el centro de la ciudad. Y si no lo sos, vivís en ella o estás de paso, quedás invitado igualmente a conocerlos.
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Así versa, mes a mes, el anuncio de nuevos recorridos a pie por el Centro Histórico y un poco más allá, siempre dentro del primer anillo de circunvalación de la ciudad metropolitana de Santa Cruz, guiado por profesionales de la Secretaría Municipal de Cultura.
Mario Arrien Gutiérrez es antropólogo, con un vasto conocimiento de las tierras bajas y sus habitantes. Nos condujo por la arquitectura y la historia del Altillo de las Arenales, hoy llamado Altillo Beni, situado al frente del Concejo Municipal. Un espacio patrimonial que preserva la vieja casona y comparte el fondo del patio con un edificio moderno que funciona como oficinas y galerías de arte. En las viejas paredes de la casona, se ha preservado amplios sectores sin revoque para resaltar la técnica constructiva sin ladrillos, sólo madera, chuchío, y barro amalgamado. La restauración fue dirigida por la Arq. María Luisa Vásquez.
Allí se sitúa el punto de partida, en horarios de la mañana y de la tarde, en fechas programadas, desde el cual comienza el relato y la caminata en un viaje por la riqueza cultural cruceña.
Nos dirigimos, junto al pequeño grupo que coincidió a las 9:00 horas a la misma experiencia, hacia la Plaza Principal 24 de Septiembre, denominada Plaza de la Concordia hasta principios del siglo pasado, diciembre de 1920, cuando fue instalado en su punto central el monumento al héroe de las gestas independentistas, Gral. Ignacio Warnes. De 1887 hasta 1920, el estilo de la plaza central cruceña era republicano. El arquitecto francés Phillip Bertres delineó las aceras perimetrales y los corredores en diagonal hasta el centro de la misma en 1845. Hasta entonces, era un enorme terreno casi baldío con una noria (aljibe) central que proveía agua a la comunidad y se había convertido en un basurero. El enladrillado de las aceras permaneció hasta 1960, cuando se construyó la plaza. La última remodelación, que extiende las aceras sobre las calles adyacentes por el norte y por el sur, ampliando el atrio de la Catedral Metropolitana también, fue en 2004.
Cruzando la calle oeste, se encuentra la casona que pertenece al Club Social 24 de Septiembre, donde funcionó por mucho tiempo e incluso era lugar de celebración de fiestas carnavaleras. Allí fue coronada Soledad Arrien, la primera reina del Carnaval cruceño. Hoy es ocupada por el Centro Goethe y la Alianza Francesa, instituciones que realizaron las refacciones y las restauraciones con cargo a varios años de uso como academias de las lenguas alemana y francesa. En el salón de la planta alta, funciona una biblioteca pública a cargo de las instituciones. Desde los balcones, se tiene una vista hermosa de la Plaza, la Catedral y la ex casa Zeller, la casona del Gobierno Autónomo Municipal de Santa Cruz de la Sierra.
El recorrido sigue hacia la iglesia de Jesús Nazareno, conocida por todos como la Capilla, en la intersección de las calles La Paz y Ñuflo de Chaves. Allí también la intervención arquitectónica ha preservado el templo católico más grande de la ciudad después de la Catedral. Es de estilo neoclásico. Sus tres naves interiores la califican para ser considerada basílica. Originalmente, en su lugar, estaba la Ermita de la Misericordia, donde paraban los viajeros antes de emprender camino y donde eran enterrados los parroquianos que literalmente no tenían donde caer muertos. Desde 1948, es dirigida por la orden de los claretianos. En el antiguo trazado de la ciudad, la manzana entera formaba parte de la iglesia, cuando las calles que la circundaban llevaban los nombres de Calle de las Angustias, Calle de los Pesares y Calle de los Dolores.
Continuamos la caminata hacia la antigua casa que perteneció a la familia Aramayo Roca y que adquirió la fraternidad Haraganes, en la intersección de las calles Chuquisaca y Ñuflo de Chaves. Su restauración y remodelación estuvo a cargo del Arq. Carlos Cadario. Es una casona que conserva el tradicional aljibe en el patio central, uno de los pocos que deben quedar en Santa Cruz de la Sierra. Como en el caso del Altillo de las Arenales, se ha conservado partes de las paredes originales, donde se puede observar los materiales antiguos y el arte de la construcción cruceña que subsistió en la capital hasta mediados del siglo XX, como adobe y chuchío, una técnica que pervive en el Oriente boliviano. Al ser una casona patrimonial fue conservada su facha. En el interior, se observa la introducción de materiales modernos y prácticamente el cambio total de pisos. El secreto de la casona se vislumbra a través de la tapa de vidrio colocada sobre el orificio del aljibe. Unas escaleras pasada la galería de la edificación conducen a la parte subterránea del aljibe, con una bóveda que muestra la dimensión del espacio donde se colectaba el agua de lluvia y que ahora funciona como una cava del grupo social de amigos.
Desde allí nos dirigimos a la casona neoclásica, que data del siglo XIX, puesta en valor por el arquitecto Marcelo Lechuga para el Café L’Arome (sucursal Centro Histórico), ubicada en la calle Chuquisaca entre Ñuflo de Chávez y Warnes. El patio central conserva el aljibe tradicional, un árbol de achachairú y ofrece una vista preciosa de un mural de tres pisos que simula la vida social cruceña desde supuestos balcones. En su galería interior, hay una exposición permanente de obras pictóricas a manera de galería de arte.
Continuamos al destino final de este recorrido a pie hasta una tapera restaurada en la calle Warnes entre las calles Cobija y Tarija, propiedad del Arq. Guido Bravo Monasterio, quien define el espacio como la unión de sus dos pasiones: el arte y la arquitectura. La fachada conserva el estilo de la tapera típica urbana, aún fuera del área calificada como patrimonial en el centro de la ciudad. Las habitaciones, que dan a la calle, han sido adecuadas a manera de galería de arte y estudio arquitectónico del propietario. En el patio enladrillado, destaca el motoyoé centenario se yergue majestuoso. A su sombra terminamos cerca de las 13:00 horas el recorrido.
Este es solo uno de los circuitos que se ofrecen para conocer el patrimonio cultural urbano cruceño. Son gratuitos y las únicas recomendaciones son participar con zapatos adecuados para la caminata, protector solar, gorra o sombrero, agua para hidratarse, quizás paraguas para el caso de lluvias. Se subraya que son recorridos totalmente gratuitos y no requieren reserva de lugar. Simplemente asistir al sitio de partida en el Altillo Beni (calle Chuquisaca entre calles Sucre y Ballivián) puntualmente en el horario anunciado.
Son caminatas imperdibles, a las cuales no tendríamos que faltar.